El año pasado y después de más de diez años fuera de las pantallas volvió a la TV el programa Mea Culpa conducido por el periodista Carlos Pinto. Esta temporada 2022, comienza con una miniserie de seis capítulos que tratará-recreará el femicidio de Ambar Cornejo, asesinada por su padrastro, Hugo Bustamente, y su madre, Denisse Llanos. Esta decisión del canal estatal abre una oportunidad para debatir el rol de la TV y, sobre todo, de la TV pública.
Antes de emitir una opinión, cabe reproducir algunas frases textuales expresadas por Carlos Pinto en una entrevista realizada por la misma TVN en agosto de 2021, antes del estallido social.
“No existe nada más moderno que un clásico. Mea Culpa es un clásico”. “Lo más importante es que exista una buena historia. El resto podría pasar a segundo plano y es lo que ha pasado”. Y respecto de las repeticiones señala que “tuvo un supravalor, se incorporó un nuevo espectador, jóvenes y niños inclusive que ven estos cuentos que son, a veces un poco fuerte, pero son cuentos al fin y al cabo”. Y respecto de lo que espera de las audiencias, con franco cinismo agrega que “si le damos algún dulcecito importante podremos tenerlo frente a nuestras pantallas”.
La línea editorial y de negocios de TVN queda muy clara en las opiniones de Carlos Pinto. Destaca sin pudor alguno lo que será su programa Mea Culpa construido sobre los pilares de la industria del morbo. Una estrategia que, en mi opinión, se contradice con el rol que debe tener la TV pública.
El caso de Ambar Cornejo no es un acontecimiento delincuencial más. ¡Fue un femicidio! Recrearlo exacerba el morbo y su sola exhibición en horario prime es una muy mala señal; mientras más macabro y sinrazón sea el delito, mayores posibilidades tendrán los asesinos de aparecer en horario prime.
La televisión pública tiene el rol de orientar y educar y no de solo responder al gusto de sus audiencias. Existe una responsabilidad superior y de bien común que hace aconsejable respetar a las víctimas de este caso, y también a todas las mujeres que han sido asesinadas, violadas, golpeadas, acosadas y vulneradas en sus derechos, no cediendo a la tentación de hacer dinero con la desgracia ajena. La revictimización en violencia de género casi nunca es entendida por nosotros los hombres.
En Fundación Semilla somos críticos del morbo que a veces campea en las redes sociales. Haciendo la analogía con la televisión, mantenemos la misma posición. Los medios de comunicación, sean estos tradicionales como la TV, la radio o la prensa o modernos como las redes sociales, deben regirse por un código de ética. Más aún si se trata de TV pública.
Marcelo Trivelli