Un infarto fulminante mientras iniciaba una charla en Valparaíso, como lo hizo persistentemente durante los últimos años, terminó con la vida de Gustavo Ruz Zañartu, histórico dirigente de la izquierda chilena y uno de los impulsores pioneros de la Asamblea Constituyente.
El “Pollo” Ruz, como era conocido, fue secretario general de la Juventud Socialista durante el gobierno de Salvador Allende y, ya en dictadura, integró la primera dirección clandestina del partido.
En el exilio abrazó la revolución sandinista en Nicaragua y se desempeñó como periodista en ese país en 1983. Después, se introdujo clandestino a Chile para continuar la lucha contra la dictadura. Para entonces sus posiciones se volvieron más críticas respecto al PS, lo que le llevó a interrumpir su militancia.
En una conferencia dada en la Universidad Austral de Valdivia en agosto de 2019, apenas dos meses antes del estallido social, Ruz señalaba que “cuando proponemos un proceso constituyente hablamos de poder constituyente originario, de que se elijan delegados para una Asamblea Constituyente y poder discutir una nueva Constitución, que recoja lo mejor de la tradición política y cultural de Chile”. Junto con ello, agregó la urgencia de “cambiar las 19 Leyes Orgánicas Constitucionales, que no son parte de la Constitución”, y de “eliminar y enterrar en el basurero de la historia las 122 leyes secretas vigentes”.
Ayer, entre quienes han trabajado por la causa de una nueva constitución, se destacó el trabajo de hormigas de Ruz y otros pocos que recorrieron el país, fueron articulando lentamente voluntades, dieron charlas en distintas ciudades y contextos y lentamente ayudaron a que esta aspiración adquiriera la importancia que se conoció después.