Dolarización e Inflación en América Latina: Reflexiones a Propósito del Caso Argentino

  • 05-07-2023

La inflación ya supera el 110 por ciento anual en Argentina ad portas de una elección presidencial en el mes de octubre del presente año. No es la primera vez que Argentina sufre una situación de alta inflación, deuda externa y recesión económica. Estas crisis fueron bastante comunes en especial en las décadas de 1970 y 1980 y fueron acompañadas de ciclos de desestabilización de la democracia, dictaduras militares y recuperación de la democracia. En el cono sur también Chile y Uruguay sufrían de síndromes parecidos en las décadas mencionadas.

En la actualidad en Argentina, uno de los candidatos presidenciales para la elección de octubre, el economista Javier Milei, ferviente seguidor de las ideas del austriaco Friedrich Von Hayek, propone que la solución a los problemas de alta inflación en su país residirían en introducir el dólar norteamericano como moneda de curso legal, desplazando la circulación del depreciado peso argentino. El candidato también propone clausurar el Banco Central, permitir la porta de armas a la población y legalizar la venta de órganos humanos.

Hay tres países que han dolarizado oficialmente en América Latina en los últimos 120 años: Ecuador, El Salvador y Panamá, adoptando el dólar de EE.UU como moneda legal que permite pagar sueldos, deudas e impuestos en esa moneda.  Ecuador decidió formalmente dolarizar su economía, en enero del año 2000 cuando el país vivía una inflación explosiva acompañada de una crisis bancaria, lo que desencadenó un alzamiento indígena apoyado por militares que derrocaron al presidente de la época Jamil Mahuad. La dolarización aun sigue vigente en Ecuador, estabilizando los precios después de un tiempo aunque a un costo social no menor. El Salvador a inicios del 2001, en condiciones menos dramáticas, también dolarizó su economía adoptando el dólar norteamericano como moneda legal. A su vez, en el 2021, este país agregó el Bitcoin al dólar como otra moneda de curso legal.

La dolarización fue adoptada en Panamá en 1904, justo después de su independencia de Colombia, estableciendo el dólar norteamericano como su moneda de curso legal, junto con el Balboa, para fortalecer su relación con EE.UU  en momentos de inicios de la construcción del canal de Panamá. En décadas recientes este país se convirtió en un importante centro financiero regional. Cabe notar que solo en Ecuador la dolarización oficial tuvo lugar en un contexto de crisis macroeconómica aguda y alzamientos sociales.

Volviendo al caso argentino actual, la opción de dolarizar oficialmente no es fácil. Las autoridades monetarias deberán comprar la oferta monetaria en pesos, retirándola de circulación, para reemplazar su debilitada moneda local por el dólar. El publico deberá cambiar sus pesos por dólares y los bancos convertir sus depósitos de cuentas corrientes y depósitos a plazos a esta moneda. En el nuevo esquema, contratos y el pago de impuestos se harían en dólares y no en pesos argentinos. Una gran interrogante es a qué tipo de cambio se cambiarían los pesos que saldrían de circulación por dólares si la disponibilidad de dólares en las reservas del Banco Central es bastante limitada, como es la realidad actual. Probablemente esto se haría a una tasa de cambio muy devaluada (muchos pesos por dólar), lo que elevará los precios internos, deprimirá los salarios reales y el poder de compra de la población.

Se proyecta en Argentina ya una recesión para el 2023 la que se puede agravar con una caída de la demanda interna inicial en un escenario de dolarización oficial. Por otra parte, las estimaciones son que una proporción no menor de la población, en contraste al Banco Central, tiene ya en su poder significativas tenencias de dólares para protegerse de la alta inflación (dolarización de facto). En este caso, la dolarización oficial podría beneficiar a los tenedores de dólares y sinceraría una situación  ya existente. En todo caso, para evitar una maxi-devaluación terminal del peso y para crear un fondo de estabilización en dólares que apoye la reforma monetaria, como lo tuvo Ecuador en el 2000, se requeriría de un significativo crédito externo en dólares a la Argentina que aumente la disponibilidad de dólares en manos del Banco Central. La única fuente, con alguna probabilidad realista para considerar ese crédito a Argentina es el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, esta institución internacional ya es el principal acreedor externo de Argentina y tiene un programa de ajuste económico en aplicación, aunque desbordado por la alta inflación y la escasez de divisas extranjeras.

¿Estará dispuesto el FMI a aumentar la deuda de Argentina con ellos y otorgar este préstamo adicional para aumentar el escuálido colchón de dólares en el Banco Central, y facilitar así un cuarto caso de dolarización oficial en la historia de América Latina? Aceptaría la sociedad argentina, sus clases medias, sindicatos y movimientos sociales, los costos y dificultades que conlleva dolarizar oficialmente a cambio de detener la escalada inflacionaria actual y acercarse a una inflación mas cercana a la de EE.UU después de un tiempo? Estas interrogantes son fundamentales de responder a la hora de evaluar esta propuesta.

 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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