Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 29 de abril de 2024


Escritorio

“Las cosas de la vida” de Paul Guimard o el azar definitorio

Columna de opinión por Carolina Reyes Torres
Lunes 15 de abril 2024 19:01 hrs.


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El abogado Pierre Delhomeau tiene una vida hecha, una novia, algunos éxitos laborales, todo marchando normal hasta que de pronto a las 11 de la mañana en una curva por la carretera hacia Rennes en su auto choca contra una camioneta, saliendo su vehículo disparado fuera de la calzada. Todo ocurre en unos instantes; el accidente y la condición de extrema gravedad de Pierre producto del impacto, pero el abogado a pesar de estar en esa situación es capaz de seguir el curso de su acontecimiento y pensamientos hasta algún tipo de desenlace. Este es el argumento de “Las cosas de la vida” una novela de Paul Guimard con una excelente traducción de Nicolás Slachevsky publicada recientemente por LOM. La primera edición fue en 1967 en Francia y luego el texto fue llevado la pantalla grande en 1970. 

Al lector en este ínterin feroz de antes, durante y después del choque, se le abre el mundo interno de Pierre. Que al iniciar la novela en la carretera se acuerda de un amigo de juventud muerto por una bomba durante la Segunda Guerra Mundial con solo 20 años. Así también el olor a pasto mojado le rememora a Aurelia, una amiga veraniega que casi llego a ser su  primer amor preadolescente.

Paul Guimard logra hacernos transitar por esa interioridad de forma magistral y vemos como el aparente éxito del abogado con pareja está fisurado por variados incidentes e inconvenientes que se repasan dentro de las páginas del libro. Una separación, problemas de comunicación con un hijo veinteañero, tensiones que se vuelven, por momentos insostenibles, con su actual pareja y los recuerdos que cada cierto tiempo lo asaltan en su difícil trance.

Es muy interesante el ejercicio que hace el escritor ya que nos genera la propia pregunta por nosotros mismos ¿Qué pensaremos en nuestros momentos finales? Hay gente que cree que se nos muestra nuestra vida como en una película, otros suponen que el recuerdo más querido viene a la memoria. Como en la película “Ciudadano Kane” cuando el magnate de la prensa William Randolph Hearst muere pronunciando la palabra rosebud que hace referencia a sus recuerdos de infancia asociados a un trineo. Delhomeau en un momento de la narración, mientras está agónico, se siente muy culpable de no pensar mucho en su hijo, pero sí se suceden los hechos que han resultado formadores en la vida de Pierre. Se debe decir que la muerte ya ha merodeado la trayectoria del abogado, sobre todo en su juventud y como soldado luchando en contra de los alemanes en los bosques franceses. 

También nos encontramos con esa perdida y recuperación de la esperanza del protagonista, por momentos cree que va a morir por otros piensa que se puede salvar, la marca de la suerte y la fatalidad es algo que constantemente se percibe, mientras Guimard nos muestra un pequeño fresco de la campiña francesa con algunos de sus personajes como el médico general que tiene que atender el caso, el amigo abogado de provincias y su señora  hasta el propio camionero que fue causante de la desgracia son retratados de manera muy certera.

“Las cosas de la vida” es una invitación al espíritu de un hombre en uno de los instantes más fundamentales; pasar de esta realidad a una probable muerte y todo el soliloquio planteado nos vuelve testigos de su deambular almático por algunos de los acontecimientos que lo transformaron en la persona que fue en su actualidad, hasta que esa camioneta en un momento de azar definitorio cambió drásticamente el curso de su propia biografía y la de sus seres queridos. 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.