Obras maestras a 100 años de su muerte

El 20 de abril de 1912 y después de una prolongada diabetes que “lo había espiritualizado en sus rasgos” al final de sus días, muere Pedro Lira, uno de los más importantes artistas de la historia de nuestro país. Hasta el último momento conservó su tenacidad para defender ideas y –como señalara el académico y crítico Ricardo Bindis- sus ojos azules jamás perdieron la brillantez de su atracción personal, a pesar de la disminución física.

“Presintiendo su muerte le pidió a sus hijos que sus funerales se efectuaran privadamente y sólo asistieran sus amigos más íntimos. Un crespón negro se colocó en uno de los cuadros que se presentaban en el Museo Nacional de Bellas Artes”.

Acaban de cumplirse 100 años de la partida del maestro, quien es considerado “el padre de la pintura chilena” y es por ello que la Corporación Cultural de Las Condes prepara una exposición retrospectiva titulada “Pedro Lira. Pintura eterna”.

La gran muestra –que ocupa todas las salas del segundo piso de la corporación- esta abierta al público desde el 16 de mayo, hasta el 15 de julio e incluye importantes obras del artista, algunas de ellas nunca antes exhibidas al público, que provienen del Museo Nacional de Bellas Artes, la Pinacoteca de Concepción, museos, bancos e instituciones, y colecciones particulares.

No es primera vez que la Corporación Cultural de Las Condes realiza un homenaje a Pedro Lira: en 1992, hace veinte años, se realizó una gran muestra antológica que batió todos los récords de público de la época, con largas filas de gente a la entrada de las salas y de la casona.

Pedro Lira (1845-1912) es considerado entre los grandes maestros de la pintura chilena y el más importante exponente de la transición entre el siglo XIX y XX. A pesar de su apego a los cánones de la pintura clásica académica, logró imprimir rasgos distintivos en sus obras, abordando todo tipo de temas, históricos, paisajes, retratos, desnudos, y en forma especial, escenas de la vida cotidiana. Éstas últimas revelan su especial preocupación por la soltura de la pincelada, el dinamismo en la composición, el uso del color y, en forma especial, su predilección por retratar escenas cotidianas de las clases más humildes, aspecto que inspiraría a muchos de sus discípulos, que más tarde conformaron la Generación del Trece.

Lira fue la principal figura artística de su tiempo. Se le considera el gestor de iniciativas culturales que marcaron el desarrollo de las artes visuales nacionales. Escribió crítica de arte, organizó las primeras exposiciones de pintura y fue uno de los fundadores de la Unión Artística, entidad que permitió la construcción del Partenón de la Quinta Normal y más tarde, la creación del Museo Nacional de Bellas Artes.