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Año XVI, 26 de abril de 2024


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Sacerdote Fernando Montes en relación a caso Karadima:

“Es muy grave cuando se trata de niños, pero no deja de serlo si se produce en etapas de juventud”

El sacerdote jesuita y rector de la Universidad Alberto Hurtado, Fernando Montes, se refirió en una entrevista exclusiva a Radio Universidad de Chile sobre el escándalo que han generado las denuncias sobre abusos sexuales en contra de Fernando Karadima, y sobre la crisis que la institución vive a nivel mundial producto de la gran cantidad de acusaciones de pederastia.

Daniela Ruiz

  Jueves 29 de abril 2010 19:18 hrs. 
Radio-Uchile

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Aunque las acusaciones de abuso sexual contra el sacerdote Fernando Karadima se habían hecho públicas hace una semana atrás, con una carta episcopal del  Arzobispado de Santiago refiriéndose públicamente al caso de por medio, sólo con la emisión del testimonio de las víctimas en el programa Informe Especial, se puedo llegar realmente a conocer el alcance de las denuncias que hoy complican a la Iglesia y sus representantes.

En esta entrevista el sacerdote jesuita Fernando Montes, se refiere a lo que está sucediendo con el caso del ex párroco de la Iglesia Los Sagrados Corazones de Jesús de El Bosque, cómo las denuncias han agudizado una crisis que ha tomado ribetes globales y también apunta las directrices sobre lo que vendrá para la Iglesia Católica luego que pase el  vendaval que ha puesto en jaque hasta el propio Papa Benedicto XVI.

¿Cómo ha afectado el caso del sacerdote Karadima a la Iglesia chilena en el marco de la crisis que vive la institución a nivel internacional?

El sacerdote Fernando Karadima es una persona muy conocida, muy respetada y obviamente que su caso afecta profundamente a muchos sectores de la Iglesia. Es algo que tiene que ser tratado con todo el respeto hacia él, a menos que haya certezas absolutas y la Iglesia tiene que buscar esas certezas antes de hacer juicio, porque toda persona es inocente hasta que las cosas no se prueben. Pero donde más ha progresado la Iglesia hoy es que tiene que defender a las eventuales y presuntas víctimas, o sea, hay que escucharlas, respetarlas, que puedan expresar su verdad. ¿En qué va afectar a la Iglesia? Por un lado afecta a su credibilidad, pero por otro lado yo creo que la va afectar positivamente a que las cosas se puedan hablar, se puedan saber y si ha habido defectos, corregirlos drásticamente. Yo espero que de todo esto salga el  bien, porque la verdad nos hace libres y no tenemos que escamotearla.

En relación a las víctimas, se ha hablado mucho de la lentitud del proceso por parte de la Iglesia ¿cómo se les puede garantizar que tendrán un debido proceso eclesiástico?
Sobre eso hay que mirar las cosas con cierta perspectiva histórica. Creo que la Iglesia tradicionalmente, por problemas de hábito de la confesión, trataba estas acusaciones como una especie de secreto respetuoso, sobre todo, si se trataba  de cuestiones de sexualidad. Con un enorme cuidado en tener certezas, que es muy difícil llegar a ellas,  guardaba un respeto por la fama del acusado, pero también muchas veces, sobre todo si había menores, por la fama de las propias víctimas, que no se ventilaran cosas. Pero, este hábito produjo mal, porque produce cierta sensación que las cosas se prolongan eternamente, sin fechas, por lo tanto, no se hace  justicia y, a la vez, una cosa que originariamente parecía que era buena, por el respeto de las personas, termina siendo ocultamiento o por lo menos siendo perseguido como tal. Creo que hoy, a Dios gracias, el propio Papa ha tomado cartas en el asunto, de modo que los procesos se hagan más rápido, que se llegue a conclusiones, por la honra de las víctimas y también, por la honra de la persona acusada. Yo tengo confianza que la experiencia que se ha tenido en el mundo de retraso, de lentitud, nos obligue a proceder de manera mucho más rápida, mucho más transparente, para que las cosas se sepan. Aunque haya riesgo de afectar la fama de alguna persona, va a hacer mejor que haya  transparencia y rapidez. Y de eso hay compromiso, he oído del arzobispo y desde Roma la exigencia de que las cosas se apuren.

¿Cómo ve usted el caso, las posiciones dentro de la Iglesia, donde algunos defienden a ultranza al sacerdote Karadima, mientras otros exigen transparencia y rapidez en el proceso de investigación?
La situación del sacerdote Karadima es complicada, porque hay un grupo de jóvenes que por años de años lo han tenido como un verdadero guía espiritual. Hay relaciones de cariño, de profunda experiencia espiritual. La mayoría de la gente está agradecida hasta el extremo, y se ve que algunos sintieron que se había abusado de ellos. Yo comprendo las dos reacciones, aquellos que nunca sintieron tal acoso, se sintieron bien, ellos no pueden entender y lo defienden. Es el peligro, a veces, y eso tiene que entender la Iglesia de este proceso, de grupos un poco cerrados, donde hay una persona que tiene un enorme peso afectivo y un enorme peso espiritual, porque puede llevar a excesos como hemos visto en el caso del sacerdote Massiel y en otras circunstancias. La Iglesia tiene que tener más cuidado en relación a grupos donde puede ejercerse una autoridad religiosa paternal demasiado fuerte. En los propios seminarios está prohibido que el rector dirija espiritualmente a los seminaristas, para que no se produzcan dependencias. Yo entiendo que haya gente que solo recibió bien, que no pueda entender lo que pasó, pero en este tipo de grupos, tres, cuatro, cinco personas pueden ser afectadas y eso es muy grave.

¿Qué le parecen los argumentos de la defensa del sacerdote Karadima sobre la edad que tenían los jóvenes al momento del abuso? ¿Si hubieran sido mayores de edad, eso le resta gravedad a las acusaciones?
Para mí de todas maneras es súper grave, porque estas son convenciones,  que uno tiene 14, 15, 16, los muchachos ya tienen de algún manera conciencia de lo que pasa. Obviamente cuando un muchacho es un niño, va a quedar herido para toda la vida, pero ya más de 13 años es consciente. Aunque el joven no sea mayor de edad y aunque tenga 18, cuando una persona ejerce un rol de paternidad, un rol de autoridad religiosa, un lazo afectivo y se han producido los datos como se dicen, yo no pongo las manos al fuego, pero si se han producido así, a mí me parece al menos, religiosamente, es sumamente grave. Puede ser que la justicia civil me diga “mire, ya son mayores de edad”, me pueda decir “ya preescribieron, no puede a haber condena”, pero una de las cosas maravillosas del cristianismo es que nos dijo que la ley no arregla todo, está la conciencia y cosas más profundas. La ley es para el hombre y uno tiene que mirar el hecho en sí. Es muy gravísimo cuando se trata de niños, pero no deja de ser grave si se produce en etapas de juventud cuando la libertad de la otra persona, de alguna manera, está cohibida.

¿Qué le parecen las declaraciones del Secretario del Vaticano, Tarcisio Bertone, quien dijo que el celibato es positivo, pero no esencial?
No hay que unir esto al celibato, por experiencia le digo que es una cosa que hoy la gente desvalora y, sin embargo, no hay un signo más profundo de un amor total a Dios o  a una causa. Hay personas que son científicos, líderes, gente que ha entregado la vida por una causa política. El celibato es una muestra de una dedicación de todo corazón y de toda el alma a una causa o a  una persona. No hay valor más profundo, no hay cosa más simbólica en la Iglesia de la radicalidad de Dios que alguien pueda jugar su vida y su celibato. Eso hoy la gente no lo entiende mucho, pero lo entiende cuando uno no es coherente y  es sumamente exigente. Hay tal enredo en el problema de la sexualidad en el mundo, son tantas maneras como cambian los puntos de vista que, de alguna manera, las personas se extrañan que pueda haber gente célibe. De todo corazón creo  que (el celibato) es uno de los grandes tesoros de la Iglesia Católica, lo cual no significa que tenga que ser necesariamente la condición de todo sacerdote, no es así en la historia. En la historia todavía hay sacerdotes católicos en la parte oriental de la Iglesia que son casados, el matrimonio es un don de Dios también. Entonces, no confundir lo que ha pasado en los casos de pederastia con el celibato, no hay que olvidarse que la mayoría de problemas de abusos de niños se producen en las casas, los abuelos, los tíos, los hermanos mayores, los padrastros, lo que pasa es que a un sacerdote se le exige más y con mayor razón. No hay que confundir celibato con problemas de pedofilia, hay que entender claramente que el celibato es un enorme don de la Iglesia, y que no es necesariamente ligado al sacerdocio, la Iglesia podría perfectamente permitirlo. Lo que sí creo es la Iglesia jamás va a borrar el celibato de su vida, porque es la manera en que vivió Jesús,  por amor a su casa, lo que  no significa que todo sacerdote tenga que ser célibe.

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