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Paz al borde del precipicio

Columna de opinión por Hugo Mery
Viernes 3 de septiembre 2010 12:02 hrs.


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La noticia saltó inevitablemente a las primeras planas y encabezados de los principales medios del mundo: después de 20 meses, israelíes y palestinos acordaron sentarse a negociar en Washington, con la Secretaria de Estado Hillary Clinton como moderadora. Los medios se hicieron así parte de un ritual; cada Presidente de los EEUU procura con estos auspicios su medalla para la paz en Medio Oriente, con las representantes de turno de las dos partes directamente involucradas haciendo lo propio más ante el mundo que hacia los suyos.

Pero, ¿qué esperar de esto, después de los históricos y fracasados compromisos de Camp David en septiembre de 1978 y de todos los que los siguieron: Conferencia de Madrid, Oslo 1 y Oslo 2 -con el primer ministro Yatzik Rabin asesinado entre ambas instancias-, Protocolo de Hebrón, Camp David 2, Hoja de Ruta de 2005, Ginebra etc etc etc.

Entre compromiso y compromiso, ocurrieron la invasión del Líbano de 1982, las masacres de Sabra y Chatila, las dos intifadas, las incursiones en Gaza, los cohetes de Hamás y los atentados suicidas, etc etc etc, según recuento publicado ayer por el diario El País de Madrid.

Estas conversaciones de ahora se iniciaron igualmente bajo signos ominosos, evocados por el mismo medio español:  Hamás –que no las acepta-  reivindicando el asesinato de cuatro colonos israelíes y “el rabino Ovadia Yosef, jefe espiritual de Shas, partido ultraortodoxo representado en el gobierno de Benjamin Netanyahu, elevando oraciones genocidas por la muerte de los palestinos y de su máximo dirigente Mahmud Abbas”.

Así y todo, los dos líderes políticos se estrecharon las manos en Washington y se sentaron a la mesa de negociaciones, pero bajo la amenaza de pararse en cualquier momento, pese a las palabras de esperanza para pantallas y micrófonos.

Lo cierto es que el escepticismo se corta en el ambiente de la reunión, según el testimonio de corresponsales y enviados especiales, y no sólo por las  posiciones de debilidad interna con que llegan los tres protagonistas de la cita: Obama, horquillado por los nubarrones económicos y la falta de brillo de su gestión, factores capitalizados por los nuevos neoconservadores del partido Republicano; Abbas, cuyo mandato expiró sin acuerdo para sucederlo, y Netanyahu, atrapado en una coalición con ultraconservadores que se niegan, por ejemplo, a la devolución de territorios ocupados de la Cisjordania y a no continuar allí con la construcción de nuevos asentamientos de colonos.
Esta piedra de toque tendrá que removerse de aquí al 26 de septiembre y tal parece que la única solución es que el Primer Ministro israelí dé un golpe en su gabinete y se decida a gobernar con los centristas del partido Kadima.

La otra esperanza es que este pesimismo al borde del precipicio actúe como aliciente para no perder una nueva oportunidad para la paz. Si les fue difícil a las partes sentarse a negociar -dicen ciertos estrategas-, acaso más difícil les resulte aún tirar el mantel.

Por lo menos ya hay un acuerdo de que coexistan Israel y un Estado palestino. Pero nada garantiza que esta coexistencia no sea sangrienta. Aunque Israel deje su papel de estado invasor y Palestina de país ocupado.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.