La gestión y liderazgo del Presidente venezolano Hugo Chávez genera controversias interna y externamente. Y cuando hay elecciones en Venezuela, ellas tienden a exacerbarse. No fue la excepción la parlamentaria del domingo 26 de septiembre, marcada por tres elementos (uno de ellos, enfatizado por parlamentarios chilenos antichavistas); si el proceso sería limpio, si Chávez volvería a tener mayoría y cómo quedaría la oposición que participaba esta vez, después de haber boicoteado las legislativas del 2005.
Pasado el proceso electoral, hay cuatro factores que lo caracterizan: el chavismo, representado en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), obtuvo un triunfo electoral (el diario “El País” de España tituló “Chávez gana las parlamentarias”); el gobierno garantizó elecciones limpias y transparentes (hubo un adecuado “ejercicio democrático”, sentenció el Canciller chileno Alfredo Moreno); la oposición, hegemonizada por grupos de derecha, obtuvo una votación que le otorga una positiva representación en el Parlamento, pero sigue siendo minoría; se batió record de participación, con el 66.45% de electores que votaron, de los 17 millones que podían hacerlo.
En conjunto, estos factores indicarían que desde el punto de vista estratégico político, Hugo Chávez se anotó, en efecto, “una victoria” y consolidó el proceso que encabeza y la institucionalidad en la que se desarrolla. Aunque persista la controversia.
De acuerdo a la información oficial del Consejo Nacional Electoral al atardecer del lunes 27 de septiembre, las fuerzas chavistas obtuvieron 98 cupos parlamentarios; la oposición 65 escaños y el grupo Patria Para Todos, dos. Así, el PSU será mayoría en el Congreso. La oposición, de alguna manera, no tenía cómo perder, porque al restarse del proceso electoral democrático del 2005, renunció a tener representación legislativa. Ahora, con lo que sacara, era un buen resultado.
Hugo Chávez se atuvo a los hechos y en su cuenta Twitter, “chavezcandanga”, escribió: “Buenos días mundo luchador. Un breve descanso reparador y…a seguir la Batalla. Dicen los escuálidos que ganaron. Bueno, sigan ‘ganando’ así”. Y luego: “Debemos continuar fortaleciendo la Revolución. Una Victoria del Pueblo. Los felicito a todos”.
Para Antonio Ledezma, jefe de campaña de la opositora Mesa de Unidad Democrática (donde hay democratacristianos, socialdemócratas, derechistas, conservadores, de allí el respaldo a ellos de parlamentarios de la Concertación y la Alianza) todo fue “una victoria de la democracia” y saludó que el chavismo ya no tenga la mayoría abrumadora en el Parlamento.
Como en muchas elecciones, se podría esgrimir la frase de “todos ganaron”. Es así que el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el chileno José Miguel Insulza, declaró que nadie debe “sacar demasiadas cuentas favorables” y sentenció que en Venezuela el electorado está “mitad y mitad”. Algo que debe haber caído mal en el gobierno chavista donde, como se ve, se considera que el triunfo fue claro.
Como sea, fue otro paso dado por Hugo Chávez en el impulso de la “revolución bolivariana” que ha incluido profundas reformas institucionales, destinar el 60% de los ingresos fiscales a inversión social y ganar doce veces consecutivas las elecciones parlamentarias.
Le vienen encima dos grandes desafíos. Prepararse para la elección presidencial del 2012 –podría optar a un tercer periodo-, y batallar por la aprobación de leyes para su programa gubernamental, ahora que habrá una representación derechista y opositora en el Congreso. En esto será esencial si se ratifica o no la “mayoría calificada” a favor del oficialismo.
La gestión y liderazgo del Presidente venezolano Hugo Chávez genera controversias interna y externamente. Y cuando hay elecciones en Venezuela, ellas tienden a exacerbarse. No fue la excepción la parlamentaria del domingo 26 de septiembre, marcada por tres elementos (uno de ellos, enfatizado por parlamentarios chilenos antichavistas); si el proceso sería limpio, si Chávez volvería a tener mayoría y cómo quedaría la oposición que participaba esta vez, después de haber boicoteado las legislativas del 2005.
Pasado el proceso electoral, hay cuatro factores que lo caracterizan: el chavismo, representado en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), obtuvo un triunfo electoral (el diario “El País” de España tituló “Chávez gana las parlamentarias”); el gobierno garantizó elecciones limpias y transparentes (hubo un adecuado “ejercicio democrático”, sentenció el Canciller chileno Alfredo Moreno); la oposición, hegemonizada por grupos de derecha, obtuvo una votación que le otorga una positiva representación en el Parlamento, pero sigue siendo minoría; se batió record de participación, con el 66.45% de electores que votaron, de los 17 millones que podían hacerlo.
En conjunto, estos factores indicarían que desde el punto de vista estratégico político, Hugo Chávez se anotó, en efecto, “una victoria” y consolidó el proceso que encabeza y la institucionalidad en la que se desarrolla. Aunque persista la controversia.
De acuerdo a la información oficial del Consejo Nacional Electoral al atardecer del lunes 27 de septiembre, las fuerzas chavistas obtuvieron 98 cupos parlamentarios; la oposición 65 escaños y el grupo Patria Para Todos, dos. Así, el PSU será mayoría en el Congreso. La oposición, de alguna manera, no tenía cómo perder, porque al restarse del proceso electoral democrático del 2005, renunció a tener representación legislativa. Ahora, con lo que sacara, era un buen resultado.
Hugo Chávez se atuvo a los hechos y en su cuenta Twitter, “chavezcandanga”, escribió: “Buenos días mundo luchador. Un breve descanso reparador y…a seguir la Batalla. Dicen los escuálidos que ganaron. Bueno, sigan ‘ganando’ así”. Y luego: “Debemos continuar fortaleciendo la Revolución. Una Victoria del Pueblo. Los felicito a todos”.
Para Antonio Ledezma, jefe de campaña de la opositora Mesa de Unidad Democrática (donde hay democratacristianos, socialdemócratas, derechistas, conservadores, de allí el respaldo a ellos de parlamentarios de la Concertación y la Alianza) todo fue “una victoria de la democracia” y saludó que el chavismo ya no tenga la mayoría abrumadora en el Parlamento.
Como en muchas elecciones, se podría esgrimir la frase de “todos ganaron”. Es así que el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el chileno José Miguel Insulza, declaró que nadie debe “sacar demasiadas cuentas favorables” y sentenció que en Venezuela el electorado está “mitad y mitad”. Algo que debe haber caído mal en el gobierno chavista donde, como se ve, se considera que el triunfo fue claro.
Como sea, fue otro paso dado por Hugo Chávez en el impulso de la “revolución bolivariana” que ha incluido profundas reformas institucionales, destinar el 60% de los ingresos fiscales a inversión social y ganar doce veces consecutivas las elecciones parlamentarias.
Le vienen encima dos grandes desafíos. Prepararse para la elección presidencial del 2012 –podría optar a un tercer periodo-, y batallar por la aprobación de leyes para su programa gubernamental, ahora que habrá una representación derechista y opositora en el Congreso. En esto será esencial si se ratifica o no la “mayoría calificada” a favor del oficialismo.
La gestión y liderazgo del Presidente venezolano Hugo Chávez genera controversias interna y externamente. Y cuando hay elecciones en Venezuela, ellas tienden a exacerbarse. No fue la excepción la parlamentaria del domingo 26 de septiembre, marcada por tres elementos (uno de ellos, enfatizado por parlamentarios chilenos antichavistas); si el proceso sería limpio, si Chávez volvería a tener mayoría y cómo quedaría la oposición que participaba esta vez, después de haber boicoteado las legislativas del 2005.
Pasado el proceso electoral, hay cuatro factores que lo caracterizan: el chavismo, representado en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), obtuvo un triunfo electoral (el diario “El País” de España tituló “Chávez gana las parlamentarias”); el gobierno garantizó elecciones limpias y transparentes (hubo un adecuado “ejercicio democrático”, sentenció el Canciller chileno Alfredo Moreno); la oposición, hegemonizada por grupos de derecha, obtuvo una votación que le otorga una positiva representación en el Parlamento, pero sigue siendo minoría; se batió record de participación, con el 66.45% de electores que votaron, de los 17 millones que podían hacerlo.
En conjunto, estos factores indicarían que desde el punto de vista estratégico político, Hugo Chávez se anotó, en efecto, “una victoria” y consolidó el proceso que encabeza y la institucionalidad en la que se desarrolla. Aunque persista la controversia.
De acuerdo a la información oficial del Consejo Nacional Electoral al atardecer del lunes 27 de septiembre, las fuerzas chavistas obtuvieron 98 cupos parlamentarios; la oposición 65 escaños y el grupo Patria Para Todos, dos. Así, el PSU será mayoría en el Congreso. La oposición, de alguna manera, no tenía cómo perder, porque al restarse del proceso electoral democrático del 2005, renunció a tener representación legislativa. Ahora, con lo que sacara, era un buen resultado.
Hugo Chávez se atuvo a los hechos y en su cuenta Twitter, “chavezcandanga”, escribió: “Buenos días mundo luchador. Un breve descanso reparador y…a seguir la Batalla. Dicen los escuálidos que ganaron. Bueno, sigan ‘ganando’ así”. Y luego: “Debemos continuar fortaleciendo la Revolución. Una Victoria del Pueblo. Los felicito a todos”.
Para Antonio Ledezma, jefe de campaña de la opositora Mesa de Unidad Democrática (donde hay democratacristianos, socialdemócratas, derechistas, conservadores, de allí el respaldo a ellos de parlamentarios de la Concertación y la Alianza) todo fue “una victoria de la democracia” y saludó que el chavismo ya no tenga la mayoría abrumadora en el Parlamento.
Como en muchas elecciones, se podría esgrimir la frase de “todos ganaron”. Es así que el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el chileno José Miguel Insulza, declaró que nadie debe “sacar demasiadas cuentas favorables” y sentenció que en Venezuela el electorado está “mitad y mitad”. Algo que debe haber caído mal en el gobierno chavista donde, como se ve, se considera que el triunfo fue claro.
Como sea, fue otro paso dado por Hugo Chávez en el impulso de la “revolución bolivariana” que ha incluido profundas reformas institucionales, destinar el 60% de los ingresos fiscales a inversión social y ganar doce veces consecutivas las elecciones parlamentarias.
Le vienen encima dos grandes desafíos. Prepararse para la elección presidencial del 2012 –podría optar a un tercer periodo-, y batallar por la aprobación de leyes para su programa gubernamental, ahora que habrá una representación derechista y opositora en el Congreso. En esto será esencial si se ratifica o no la “mayoría calificada” a favor del oficialismo.
