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Otro Chile es Posible


Lunes 14 de noviembre 2011 19:05 hrs.


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Los estudiantes chilenos no están solos. Los que luchan en Chile no están solos.

Estas y otras luchas, cercanas y lejanas geográficamente, son parte de un nuevo ciclo.

América Latina, así como fue laboratorio del neoliberalismo, hoy es una región donde sus pueblos ensayan nuevas formas de organización política y económica que permitan superar el predominio del mercado neoliberal.

El entorno es favorable a los cambios democráticos profundos, a los cambios con las mayorías organizadas y movilizadas.

A quienes luchan en Chile, también les acompañan el cambio de era que vive el mundo.

Son aliados de quienes luchan en Chile los millones de personas que se movilizan en el mundo, en Europa, Estados Unidos y Canadá.

Se trata de un movimiento global sin precedentes en la historia de la humanidad.

Son movilizaciones democráticas que configuran el otro mundo posible.

Pero pueden ser derrotas, alertaba hace solo unas semanas Noam Chomsky en una manifestación en Boston. Chomsky dijo: “No se pueden concretar  proyectos de cambio significativos sin una amplia base popular y activa”.

Por esos mismos días, en una protesta frente a la Casa Blanca, la periodista autora de La Doctrina del Shock, Naomi Klein, sostenía que de las protestas globales de inicios de los años 2000, los altermundistas fijaron como blancos las cumbres de los países ricos (Banco Mundial, FMI, APEC), que eran transitorias, de apenas unos días, por lo que el movimiento y la movilización también era transitoria. El movimiento se invisibilizaba, tal como las cumbres transitorias.

Los movilizados de hoy apuntan a blancos fijos: las políticas económicas, la necesidad de reformas en los sistemas de salud o en la educación, más democracia para una mejor democracia.

Son movimientos que permanecen, que tienen  posibilidades de echar raíces.

En los 90 y el 2000 todavía el neoliberalismo campeaba y su discurso era dominante. Una década después hay crisis global y ya ni siquiera quedan países ricos, sólo un puñado de corporaciones que gobiernan los mercados y el mundo.

Las luchas locales se entroncan con las luchas globales, se retroalimentan y se fortalecen unas con otras.

Frei Betto, un religioso brasileño sobreviviente de las luchas de los 60 y 70 en su país, escribió no hace mucho que en los 70 el ciclo de dictaduras militares, además de la su estela de crímenes, atrasó el ciclo civilizatorio en nuestros países.

Terminadas las dictaduras vinieron los gobiernos neoliberales disfrazados de demócratas, que sólo administraron lo que dejaron los militares. Tanto los militares como los neoliberales fracasaron en la administración del capitalismo en la región, dijo Frei Betto.

Ahora es el tiempo de un ciclo de nuevos gobiernos democrático-populares que buscan caminos para superar ese capitalismo latinoamericano fracasado.

El mismo Frei Betto alertaba a las nuevas generaciones de luchadores sociales: “No confundan, como hicieron muchos de mi generación, el tiempo personal con el tiempo histórico. Aunque no participen en la cosecha, estén dispuestos a morir como semilla”.

Emir Sader, otro brasileño, hoy director de Clacso, decía hace unos años acá, en Santiago,  que Chile –en un proceso con avances y retrocesos- no podrá escapar a esta oleada democrático-popular que vive América Latina.

“Si Recabarren fue posible, si Allende fue posible, si Miguel Enríquez fue posible, si Gladys Marín fue posible, siempre será posible que emerjan hombres y mujeres capaces de plasmar proyectos emancipatorios de todo el pueblo”.

Clotario Blest, ese viejo luchador de los tiempos de la revolución de la chaucha, fundador de la CUT y del MIR, solía decir: Si es necesario es posible.

Parafraseando a Don Clota: si es necesario otro Chile, otro Chile es posible.

* Libio Pérez es Editor General Le Monde Diplomatique Chile