En un país donde el servicio mínimo se aplica sólo a hospitales, escuelas y prisiones, los sindicatos belgas lograban paralizar este lunes 30 de enero el país, bloqueando el transporte público de pasajeros.

El servicio de trenes, incluyendo el de alta velocidad que unen Bruselas con París, Ámsterdam, Colonia o Londres, fue interrumpido. En los aeropuertos, se cancelaban vuelos o llegaban con retraso.

La capital belga tenía su sistema público de transporte totalmente paralizado, afectando también la circulación en el resto del país, que enfrenta nevadas.

A esta situación se añadían los cortes de rutas protagonizados por manifestantes que protestaban contra las medidas de austeridad defendidas por las autoridades para salir de la crisis económica.

La huelga también afecta el sector privado. La sede de Coca-Cola en la ciudad de Wilrijk o la empresa Candicao (azúcar) en Anvers permanecían cerradas este lunes.

Se trata de la primera huelga nacional convocada por todos los sindicatos en 18 años.

Los gremios aseguran que los recortes llevados a cabo por el Gobierno son contraproducentes y traerán recesión, mientras las autoridades aseguran que las medidas resultan obligatorias por la crisis y no fueron decididas “a ciegas”, como en otros países europeos.

La huelga podría afectar la llegada de los dirigentes europeos a la cumbre prevista este lunes en Bruselas. Por lo pronto, las autoridades belgas habilitaron el pequeño aeropuerto militar de Beauvechain (a 30 kilómetros de la capital) y se especula con que los mandatarios podrían utilizar helicópteros para llegar a la reunión dedicada a la situación económica europea.