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Malvinas: Por qué sube el tono entre Londres y Buenos Aires

El gobierno de David Cameron está preocupado por los éxitos diplomáticos de la Argentina. El de Cristina Fernández de Kirchner, por los avances de la exploración petrolífera realizada bajo licencia del Reino Unido en las aguas que rodean al archipiélago.

RFI desde Buenos Aires

  Viernes 3 de febrero 2012 13:27 hrs. 
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A casi treinta años de la guerra de 1982, en la que la Argentina y el Reino Unido se enfrentaron en las Malvinas, se multiplican los cruces entre estos dos países que se disputan la soberanía de archipiélago. El 2 de enero, el vicepresidente argentino calificó de “bravuconada” la llegada a las islas, el mismo día, del príncipe Guillermo, así como la decisión del gobierno británico de mandar un destructor de guerra, el HMS Dauntless, a la zona en marzo. El segundo heredero de la Corona, teniente de la Fuera Aérea de su país, participa de un ejercicio militar de 45 días, de modo que no estará en las Falklands, nombre que le ha dado Gran Bretaña al archipiélago, para el aniversario del inicio del conflicto armado, el 2 de abril.

El arribo del príncipe a las Malvinas marca un pico de tensión después de semanas de acusaciones cruzadas entre dirigentes de los dos países. El 18 de enero, el primer ministro británico David Cameron tildó a los argentinos de “colonialistas”, a la vez que el ministro de Relaciones Exteriores William Hague declaraba que su país no dejaría de responder, incluso militarmente, si las islas estuvieran “amenazadas”. Estas declaraciones fueron respondidas por el canciller argentino Héctor Timerman, quien afirmó que, respecto de Malvinas, el único “colonialismo” era el del Reino Unido, y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el 25, quien recordó que el gobierno británico ignoraba las resoluciones de las Naciones Unidas que instan los dos países a negociar.

De todas maneras, no hay riesgo alguno de que la actual escalada verbal lleve a un nuevo conflicto armado por las islas, cuya restitución es reclamada por la Argentina desde que el Reino Unido se las arrebató por la fuerza en 1833. Sólo la dictadura en el poder en 1982 intentó recuperarlas militarmente. Lejos de todo belicismo, el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner pide, al igual que sus antecesores desde la restauración de la democracia en 1983, que Gran Bretaña respete las decisiones de la ONU, especialmente la resolución de 1965 que reconoce la existencia de una “disputa de soberanía” e invita los dos países a sentarse a la mesa de negociaciones. Como todos sus antecesores desde el fin de la guerra, el gobierno de David Cameron rechaza cualquier discusión sobre el tema, en nombre de un “derecho a la autodeterminación” de los 3 100 habitantes de las Falkland no reconocido por la comunidad internacional por tratarse, precisamente, de una población de origen colonial.

¿Cómo explicar, entonces, la “guerra de las palabras” de estas primeras semanas del 2012? La cercanía del trigésimo aniversario del inicio de las hostilidades tiene obviamente algo que ver. El 2 de abril, habrá actos recordatorios en Buenos Aires y en Londres. En dicha ocasión, se honrará a las víctimas (649 argentinos y 258 británicos perdieron la vida en los 74 días de conflicto) en presencia de excombatientes y cada país reafirmará sus derechos “inalienables” sobre las Malvinas. Pero los principales motivos al origen de la tensión bilateral son otros.

Si el gobierno de David Cameron levantó la voz en las últimas semanas, es por la preocupación que han generado en el Reino Unido recientes éxitos diplomáticos de la Argentina, cuyas reivindicaciones recibieron el respaldo del Mercosur (bloque en el que está asociada a Brasil, Uruguay y Paraguay), de la Unasur (que reúne a todos los países sudamericanos) y de la Celac (organismo que agrupa a todos los Estados de Latinoamérica). Más que las declaraciones de apoyo, lo que irrita a los británicos son las medidas concretas tomadas por algunos países de la región (Brasil, Chile y Uruguay) que decidieron prohibir sus puertos a los buques bajo bandera de las Falkland. Por otra parte, China también ha tomado posición a favor de la postura argentina y los Estados Unidos, al pedir que el diferendo se resuelva por la negociación, se acercaron a la misma.

Por su lado, el gobierno argentino está preocupado por la consolidación en las islas de una situación que le es desfavorable, especialmente en el plano económico. La exploración petrolífera en las aguas malvinenses, comenzada en 1998 y relanzada en el 2009, está dando resultados promisorios. Los indicios confirmados por las empresas que operan bajo licencia otorgada por el gobierno británico permiten pensar que la explotación de los primeros yacimientos arrancará en 2016 y que la producción de los mismos podría alcanzar 150.000 barriles por día dos años más tarde. A mediano plazo, se prevé que las Malvinas cubran entre 10% y 15% del consumo de hidrocarburos del Reino Unido. Un tesoro que los británicos no parecen dispuestos a abandonar y que justificaría el imponente dispositivo militar instalado en el archipiélago en los últimos años, así como la anunciada construcción de un aeropuerto en la isla Ascensión, situada en el Atlántico y también bajo bandera del Reino Unido, para llegar a las Malvinas con vuelos directos.

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