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Desechos Plásticos: ¿La nueva energía?

El plástico ha llegado a ser el material más utilizado en los últimos cien años. Gracias a los avances y mejoras en el desarrollo de su producción, su uso se amplía cada vez más debido a las características que lo convierten en un elemento versátil, liviano y lleno de cualidades. Pero ¿qué hacer cuando se convierte en desecho?

Andrea Dávalos, Beauchef Magazine

  Martes 13 de marzo 2012 14:27 hrs. 
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Se estima que en Chile se consume alrededor de 50 kg anuales de plástico per cápita, siendo uno de los países latinoamericanos que más utiliza este elemento Si bien esta cifra no es un motivo para alarmarse, sí lo es cuando este promedio se transforma casi proporcionalmente en desechos cuyo tiempo de degradación se aproxima a los 800 años.

Es así como indagando nuevas alternativas para solucionar este problema surgió el proyecto de investigación “Optimización energética y degradación catalítica de materiales plásticos”, desarrollado por el departamento de Ingeniería Química y Biotecnología de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) de la Universidad de Chile.

La iniciativa, financiada por la Fundación Mapfre, se basa en el uso del reciclaje químico, una manera definitiva y no contaminante de convertir desechos plásticos en productos de valor agregado como la energía. Este proceso se presenta como una alternativa de mejor rendimiento que el reciclaje mecánico, sin embargo, su alto costo y lo complejo de su proceso lo hace tener muchas limitantes tecnológicas a nivel industrial. Es ahí donde el equipo de trabajo, dirigido por el académico, Humberto Palza, en colaboración con los profesores Francisco Gracia y Cristián Covarrubias, encontró una posible y viable solución.

La clave es el catalizador

Buscando aumentar la optimización del reciclaje químico, el equipo de la FCFM implementó el uso de un catalizador, el cual tiene como objetivo

Fuente: Beauchef Magazine

acelerar y controlar el proceso de pirolisis o degradación, donde no hay presencia de oxígeno, lo que permite que el plástico no se queme, sino que se degrade y transforme en otros compuestos.

Para ello utilizaron un compuesto mineral llamado zeolita. Estos cristales están constituidos principalmente por silicio, aluminio y oxígeno, cuyas distintas proporciones determinan el efecto en el procedimiento y su consecuente resultado. El uso de esta zeolita en el reciclaje químico disminuye en aproximadamente 30 a 40 por ciento la temperatura que se requiere, disminuyendo el costo de realización. Según Palza “la ciencia de nuestra investigación es el desarrollo de una zeolita cada vez más eficiente y barata, con el fin de que el procedimiento sea rentable para las empresas”.

Como explica Francisco Contreras, quien también forma parte del equipo de investigación realizando su tesis de Magíster en ingeniería química “el sistema es bastante simple. Mediante pirolisis se utiliza un reactor donde se pone el polímero a cierta temperatura. Cuando a esto se le suma el catalizador, en este caso zeolita, la temperatura que se requiere baja, optimizando la degradación, por lo cual no se genera ninguna sustancia contaminante o tóxica”.

Aunque este proceso está diseñado sólo para el reciclaje de plásticos de poliolefinas, tales como el polietileno (PE) y el polipropileno (PP), hay que señalar ambos ocupan un 60 por ciento de producción volumétrica del total de polímeros, por lo que su impacto comercial y medioambiental es relevante. Bolsas, botellas, paneles, partes de automóviles y ropa, son algunos de los productos de poliolefinas cuyas propiedad, densidad y bajos costos de producción, hacen que el material sea el de mayor demanda y, en consecuencia, el de mayor acumulación como desecho.

El valor agregado

Pero la ventaja de usar este sistema de degradación catalítica del plástico no sólo está en el beneficio ambiental, sino también en la obtención de productos de valor agregado como monómeros para la producción de nuevos polímeros, compuestos orgánicos de bajo peso molecular, combustibles líquidos o simplemente, energía.

“La intención de este proyecto es producir principalmente energía, ya sea directa o a través de combustible. Aún no sabemos si es rentable o no Una empresa ganaría mucho porque en vez de estar botando sus desechos, se hace cargo de ellos y, a la vez, genera y ahorra gastos por energía. Eso sin contar que a ojos de la sociedad es bien aceptado”, dijo Humberto Palza.

Además surge otra ventaja de este procedimiento y es que gracias al tipo de zeolitas y al modo en que se maneje el reactor, el resultado se puede direccionar dependiendo de la demanda. “Se puede producir, por ejemplo, tipos de combustibles del orden del diesel y la bencina. Si a este se le agrega después algunos procesos de purificación, uno podría obtener bencina tal cual como la que se usa en el auto sin hacer ningún tipo de cambio en el motor”, precisó Francisco Contreras.

Pero este proyecto de un potencial valor social, ambiental y económico también se puede considerar como un cambio de conciencia para la propia facultad. “Aquí por mucho tiempo se ha investigado sobre la producción y optimización de los polímeros. Esta investigación busca hacerse cago de las consecuencias de aquellos trabajos. Demuestra una preocupación ambiental, pero no en cualquier sentido. Estamos tratando de mejorar un sistema que se conoce hace varios años, agregando un valor económico, que sea rentable y atractivo para las empresas”, agregó Contreras.

Y aunque los resultados ya son positivos, aún queda mucho trabajo por hacer para que este proyecto se transforme en un importante avance en la descontaminación y la producción de energía limpia y sustentable.

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