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Reflexiones de un “sepulturero”


Lunes 7 de mayo 2012 15:56 hrs.


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Quisiera referirme a las expresiones del presidente del partido socialista, Osvaldo Andrade, en el sentido que el Partido Radical se estaría convirtiendo en el “sepulturero de la Concertación”, aludiendo metafórica e implícitamente al acuerdo adoptado entre el PRSD, el PPD y el Partido Comunista, para las próximas elecciones municipales.

Desde luego, el compañero Osvaldo Andrade y también el senador socialista,  Camilo Escalona, que advirtió socarronamente que esos vaticinios él los viene escuchando desde la época de la dictadura y que han pasado 20 o 25 años y ello no ha ocurrido, parecen vivir en una realidad muy distinta a la inmensa mayoría de los chilenos. Pasando por alto que quien se ha referido a la muerte de la Concertación no ha sido precisamente el PRSD ni ninguno de sus dirigentes, sino, su compañero de partido, Osvaldo Andrade, lo cierto del caso es la realidad política del país ha cambiado radicalmente desde fines de los ochenta y  comienzos de los noventa hasta ahora, lo quieran admitir o no Andrade y  Escalona.

No reconocer este hecho resulta de una miopía política asombrosa y una demostración de un obtuso voluntarismo por parte de quienes pretenden mantener con vida una opción política como lo fue la Concertación Ciertamente que, al término de la dictadura ésta surgió como la única y ampliamente respaldada alternativa progresista y democrática para gobernar Chile, ante el desprestigio, el fracaso y la falta de credibilidad de los herederos de las dictadura, cobijados en Renovación Nacional y la UDI, alternativa política que se estructuró, adicionalmente, sobre la base del veto impuesto desde Washington, especialmente al PC  y a otros sectores de izquierda que estuvieron por la vía armada en su lucha contra el dictador.

Sin embargo, los tiempos han cambiado, aunque la cúpula del Partido Socialista no lo quiera admitir por simple conveniencia electoralista. Las encuestas hablan por sí solas en cuanto a la pérdida de adhesión de la ciudadanía hacia la Concertación y desconocer esta realidad es de una ceguera  increíble en políticos con la trayectoria de Andrade y Escalona. Por lo demás, Andrade y Escalona, cuando intentan aferrarse desesperadamente a la opción electoral que representa Michel Bachelet, para las elecciones presidencial del 2014, están reconociendo implícitamente que solo la figura de la expresidente, sería capaz de concitar el apoyo electoral necesario para recuperar el poder, respaldo ciudadano que la Concertación no posee en la actualidad.

Pero conviene preguntarse ¿quiénes son los verdaderos sepultureros de la Concertación? ¿Aquellos que intentan revitalizarla, abriéndose a acuerdos con otras fuerzas políticas y sociales o quiénes se empecinan en aceptar el veto impuesto por la derecha y la DC a todo acuerdo con el PC y otras fuerzas políticas y sociales de izquierda?

Al parecer, después de veinte años en el poder, Andrade y Escalona no han aprendido nada.  El desprestigio de la Concertación y la falta de apoyo ciudadano que hoy experimenta esa agrupación política obedece en nuestra opinión, precisamente, a la debilidad que se tuvo por años, de parte de los  sucesivos gobiernos de Concertación, frente a las exigencias de los sectores más conservadores, tanto de la DC como de la derecha, aceptando el veto permanente que han mantenido sobre ciertos temas vitales para el desarrollo democrático del país.

Sectores importantes de la DC y por cierto la derecha que representa RN y la UDI,  se han opuesto  sistemáticamente a lo que hoy en día se denominan “temas  valóricos”, como ocurrió con la discusión de la ley de divorcio, fuertemente resistida por los grupos más retrógrados e intolerantes de nuestra sociedad, vaticinando que la aprobación de una ley de divorcio representaría el término y disolución de la familia. También los mismos representantes de la derecha, que hoy se escandalizan por el acuerdo entre el PRSD, el PPD y el PC y otras fuerzas políticas, se han opuesto a una ley que legalice el aborto, a que se legisle sobre las uniones entre homosexuales, etc., etc.

También tales sectores, fuertemente apoyados por los grupos que detentan el poder económico y controlan ampliamente los medios de comunicación social, se han opuesto permanentemente a la reforma tributaria, a modificar la legislación laboral, a terminar con el vergonzoso “royalty minero”, a modificar la normas que regulan el acceso a la educación, transformando éstos y otros derechos sociales, como lo son el derecho a la salud, la vivienda y a la seguridad social en mercancías que se transan y se venden, según las leyes del mercado.

Ante esta realidad cabe preguntarse: ¿porqué la agenda política de izquierdas debe continuar siendo determinada por los sectores más conservadores de nuestro país; porqué la política de alianzas de la Concertación debe adecuarse a los dictados de la derecha y de los “güatones” de la DC?

Se entiende que los “nobles” de la DC, siempre tan próximos al poder por parentesco y alcurnia, simpaticen con las críticas de la derecha ante cualquier intento por democratizar las instituciones y que tienda a debilitar el “modelo” económico y político que tan prolijamente fue diseñado por el fallecido exlíder de la UDI, Jaime Guzmán. Lo que no resulta comprensible es que plebeyos como Andrade y Escalona compartan por mero cálculo electoralista y sin ninguna proyección política la estrategia del avestruz, que bien le conviene a la minoría que goza de  los beneficios y prebendas del modelo y se nieguen a admitir la realidad que afecta dramáticamente a la inmensa mayoría de los chilenos.

La debilidad de la Concertación ante el veto ejercido por parte de los herederos del pinochetismo para modificar el modelo político, económico y social impuesto bajo la dictadura y su renuncia a asumir con valentía y dignidad la representación de los intereses de los sectores más postergados de nuestra sociedad, es lo que ha distanciado a la ciudadanía de la Concertación y la ha llevado, para utilizar un símil con las  expresiones de Andrade, al borde de la sepultura, una situación lamentable pero que nada tiene que ver con el posterior y reciente acuerdo entre el PRSD y el PPD, con otras fuerzas políticas y sociales.

Es falso, en efecto, que el citado acuerdo político, que pretende ampliar la participación democrática en las próximas elecciones municipales, permitiendo que sectores de la sociedad chilena, más allá de la Concertación, hasta ahora excluidos, tengan la opción de participar a nivel municipal, pueda ser la causa del colapso de esta agónica agrupación política que gobernó por veinte años el país. Lo que si puede ser causa de que la Concertación fallezca de muerte natural, es la intolerancia de los sectores más conservadores de la DC, que han encontrado hoy en día –sorprendentemente- en Andrade y Escalona, dos entusiastas escuderos, empecinados en trasladar al radicalismo  el veto impuesto por la derecha y por los intereses transnacionales, a la participación de otras fuerzas políticas y sociales en el juego democrático.

En otras palabras, el peor enemigo de la Concertación es la obstinación de sus personeros más conservadores, quienes se resisten a romper de una vez por todas con el pasado, con el modelo heredado del pinochetismo. Sin duda,  su falta de disposición a discutir –entre otros temas- una reforma del sistema electoral que hoy nos rige y que no pocos beneficios ha tenido para algunos declarados demócratas, es lo que conspira en contra de la continuidad de una Concertación política amplia y renovada. Es esta resistencia a modificar aspectos sustanciales de la constitución pinochetista y a debatir sobre la convocatoria de una constituyente, entre otros temas igualmente relevantes, lo que puede llevar, definitivamente, a la ruptura de la Concertación y a que la opción electoral que podría representar eventualmente, Michel Bachelet, se vea destinada al fracaso.

Francisco Michel

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