La cumbre Río+20 culminó con una larga lista de promesas para avanzar hacia una “economía verde” que frene la degradación del medio ambiente y combata la pobreza, pero criticado por la falta de metas vinculantes y financiamiento.
La cumbre, la mayor en la historia de la ONU, reunió durante diez días a líderes y representantes de 191 países, 20 años después de la histórica Cumbre de la Tierra de 1992 en Río, que tomó decisiones para combatir el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la desertificación.
El texto final fue saludado por el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, como un “muy buen documento, una visión sobre la cual podemos construir nuestros sueños”, pese a que anteriormente declaró que al acuerdo le faltó ambición.
Para Samuel Leiva, coordinador de campañas de Greenpeace Chile, hubo más retrocesos que avances en la cumbre. “El texto en general no cumplió con ninguna de las expectativas del Gobierno de Chile, ni tampoco de la sociedad civil que pedía medidas concretas en el sentido de poder acordar una visión común en cómo se podía lograr el desarrollo sustentable a través de una economía verde, que tampoco terminó siendo definida. Para nosotros el texto en general es un fracaso y lamentablemente se ha retrocedido más que avanzado en esta Cumbre internacional”.
Con respecto al concepto de “economía verde” a la que apuntó la cumbre, Samuel Leiva sostuvo que poco podrá aportar si no se cambia el paradigma social: “Lamentablemente no podemos hablar de economía verde, ni de desarrollo sustentable, cuando todavía nuestra economía se basa en energía sucia. Seguimos manipulando genéticamente los cultivos, no tenemos un marco regulatorio para la protección de los océanos. Hablar de economía en ese sentido ayuda para darle cierto valor a lo que se está perdiendo, pero no podemos hablar de una economía verde, si es que no cambiamos el paradigma desde donde comenzamos y donde estamos basadas nuestras sociedades hoy, que de esa manera no se va a sostener en el tiempo”, explicó el miembro de Greenpeace Chile.
Por su parte, el director del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA) Lucio Cuenca, cree que el concepto de “economía verde” favorecerá la mercantilización de la naturaleza: “Lo ha dicho el mismo secretario general de la ONU. La Cumbre no cumplió las expectativas, ni siquiera de los que oficialmente la estaban organizando, puesto que el acento de esta declaración se mantiene en el impulso del crecimiento económico, el empuje de lo que se denomina la economía verde, o sea, seguir con la mercantilización de la naturaleza y no apunta a las soluciones de fondo”, detalló Lucio Cuenca.
El documento final que será adoptado por los líderes mundiales subraya las principales amenazas al planeta: desertificación, agotamiento de los recursos pesqueros, contaminación, deforestación, extinción de miles de especies y calentamiento climático, catalogado como “uno de los principales desafíos de nuestros tiempos”.
El texto también lanza un proceso para adoptar Objetivos de Desarrollo Sostenible que midan los avances sociales y ambientales de los países, y que sustituirán a los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU cuando éstos expiren en 2015.
La cumbre Río+20 culminó con una larga lista de promesas para avanzar hacia una “economía verde” que frene la degradación del medio ambiente y combata la pobreza, pero criticado por la falta de metas vinculantes y financiamiento.
La cumbre, la mayor en la historia de la ONU, reunió durante diez días a líderes y representantes de 191 países, 20 años después de la histórica Cumbre de la Tierra de 1992 en Río, que tomó decisiones para combatir el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la desertificación.
El texto final fue saludado por el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, como un “muy buen documento, una visión sobre la cual podemos construir nuestros sueños”, pese a que anteriormente declaró que al acuerdo le faltó ambición.
Para Samuel Leiva, coordinador de campañas de Greenpeace Chile, hubo más retrocesos que avances en la cumbre. “El texto en general no cumplió con ninguna de las expectativas del Gobierno de Chile, ni tampoco de la sociedad civil que pedía medidas concretas en el sentido de poder acordar una visión común en cómo se podía lograr el desarrollo sustentable a través de una economía verde, que tampoco terminó siendo definida. Para nosotros el texto en general es un fracaso y lamentablemente se ha retrocedido más que avanzado en esta Cumbre internacional”.
Con respecto al concepto de “economía verde” a la que apuntó la cumbre, Samuel Leiva sostuvo que poco podrá aportar si no se cambia el paradigma social: “Lamentablemente no podemos hablar de economía verde, ni de desarrollo sustentable, cuando todavía nuestra economía se basa en energía sucia. Seguimos manipulando genéticamente los cultivos, no tenemos un marco regulatorio para la protección de los océanos. Hablar de economía en ese sentido ayuda para darle cierto valor a lo que se está perdiendo, pero no podemos hablar de una economía verde, si es que no cambiamos el paradigma desde donde comenzamos y donde estamos basadas nuestras sociedades hoy, que de esa manera no se va a sostener en el tiempo”, explicó el miembro de Greenpeace Chile.
Por su parte, el director del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA) Lucio Cuenca, cree que el concepto de “economía verde” favorecerá la mercantilización de la naturaleza: “Lo ha dicho el mismo secretario general de la ONU. La Cumbre no cumplió las expectativas, ni siquiera de los que oficialmente la estaban organizando, puesto que el acento de esta declaración se mantiene en el impulso del crecimiento económico, el empuje de lo que se denomina la economía verde, o sea, seguir con la mercantilización de la naturaleza y no apunta a las soluciones de fondo”, detalló Lucio Cuenca.
El documento final que será adoptado por los líderes mundiales subraya las principales amenazas al planeta: desertificación, agotamiento de los recursos pesqueros, contaminación, deforestación, extinción de miles de especies y calentamiento climático, catalogado como “uno de los principales desafíos de nuestros tiempos”.
El texto también lanza un proceso para adoptar Objetivos de Desarrollo Sostenible que midan los avances sociales y ambientales de los países, y que sustituirán a los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU cuando éstos expiren en 2015.
La cumbre Río+20 culminó con una larga lista de promesas para avanzar hacia una “economía verde” que frene la degradación del medio ambiente y combata la pobreza, pero criticado por la falta de metas vinculantes y financiamiento.
La cumbre, la mayor en la historia de la ONU, reunió durante diez días a líderes y representantes de 191 países, 20 años después de la histórica Cumbre de la Tierra de 1992 en Río, que tomó decisiones para combatir el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la desertificación.
El texto final fue saludado por el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, como un “muy buen documento, una visión sobre la cual podemos construir nuestros sueños”, pese a que anteriormente declaró que al acuerdo le faltó ambición.
Para Samuel Leiva, coordinador de campañas de Greenpeace Chile, hubo más retrocesos que avances en la cumbre. “El texto en general no cumplió con ninguna de las expectativas del Gobierno de Chile, ni tampoco de la sociedad civil que pedía medidas concretas en el sentido de poder acordar una visión común en cómo se podía lograr el desarrollo sustentable a través de una economía verde, que tampoco terminó siendo definida. Para nosotros el texto en general es un fracaso y lamentablemente se ha retrocedido más que avanzado en esta Cumbre internacional”.
Con respecto al concepto de “economía verde” a la que apuntó la cumbre, Samuel Leiva sostuvo que poco podrá aportar si no se cambia el paradigma social: “Lamentablemente no podemos hablar de economía verde, ni de desarrollo sustentable, cuando todavía nuestra economía se basa en energía sucia. Seguimos manipulando genéticamente los cultivos, no tenemos un marco regulatorio para la protección de los océanos. Hablar de economía en ese sentido ayuda para darle cierto valor a lo que se está perdiendo, pero no podemos hablar de una economía verde, si es que no cambiamos el paradigma desde donde comenzamos y donde estamos basadas nuestras sociedades hoy, que de esa manera no se va a sostener en el tiempo”, explicó el miembro de Greenpeace Chile.
Por su parte, el director del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA) Lucio Cuenca, cree que el concepto de “economía verde” favorecerá la mercantilización de la naturaleza: “Lo ha dicho el mismo secretario general de la ONU. La Cumbre no cumplió las expectativas, ni siquiera de los que oficialmente la estaban organizando, puesto que el acento de esta declaración se mantiene en el impulso del crecimiento económico, el empuje de lo que se denomina la economía verde, o sea, seguir con la mercantilización de la naturaleza y no apunta a las soluciones de fondo”, detalló Lucio Cuenca.
El documento final que será adoptado por los líderes mundiales subraya las principales amenazas al planeta: desertificación, agotamiento de los recursos pesqueros, contaminación, deforestación, extinción de miles de especies y calentamiento climático, catalogado como “uno de los principales desafíos de nuestros tiempos”.
El texto también lanza un proceso para adoptar Objetivos de Desarrollo Sostenible que midan los avances sociales y ambientales de los países, y que sustituirán a los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU cuando éstos expiren en 2015.
