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Áreas verdes y espacios públicos: Otra dimensión de la segregación urbana

Columna de opinión por Julio Hurtado
Martes 21 de agosto 2012 17:45 hrs.


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La desigualdad de nuestras ciudades es tan grande que se refleja también en los espacios públicos y en las áreas verdes, los cuales constituyen instrumentos fundamentales de la política pública urbana para democratizar el uso de la ciudad.

Es así que la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud, OMS-OPS, sugieren que debe haber nueve m2 de áreas verdes por habitante. Las ciudades chilenas están muy lejos de esa meta, ya que apenas alcanzan los cuatro m2 por habitante, menos de la mitad de lo sugerido. Pero, además del déficit señalado, las dotaciones de espacio público y de áreas verdes están mal repartidas.

Es así que un reciente estudio, liderado por el arquitecto Iván Poduje, nos muestra que, además del déficit señalado, existe una brutal “brecha verde” en la ciudad de Santiago. Incluso, en los últimos años, esta brecha aumentó.

Vemos entonces que, entre los años 2009 y 2011, las comunas de la ciudad de Santiago que mayor crecimiento tuvieron en sus áreas verdes fueron: Vitacura, con casi 300 mil m2 nuevos (Parque Bicentenario); Cerrillos que creció en 250 mil m2  de áreas verdes (Ciudad Bicentenario, en el ex aeropuerto Cerrillos). Afortunadamente,  Puente Alto también incrementó sus áreas verdes en casi 250 m2 (aunque aun su promedio es casi 5 veces menos que el requerido). También aumentaron Las Condes y Peñalolen. Por otro lado, Estación Central, La Cisterna, La Pintana, Macul y Pedro Aguirre Cerda no registraron crecimiento.

En este contexto, Vitacura posee 22 m2 de áreas verdes por habitante, Providencia 14,3 m2, La Reina 12,1 y Cerrillos,-gracias a una valiente, incomprendida y abandonada iniciativa pública (ciudad Bicentenario), alcanza a  10,4 m2 de áreas verdes por habitante.

Como vemos, en nuestras ciudades, no tan solo estamos discriminados por barrios, viviendas, servicios, calidad del transporte, sino que además por la cantidad y calidad de las áreas verdes y los espacios públicos.

Urge solucionar este déficit y, especialmente, estrechar la brecha. Para ello se deben dotar a los barrios periféricos existentes (verdaderos depósitos de pobres) de áreas verdes y espacios públicos de calidad.

Además, se debe normalizar la construcción de nuevos emprendimientos inmobiliarios en dos sentidos: En primer lugar, que las empresas inmobiliarias y las autoridades políticas se pongan de acuerdo para dotar de los espacios públicos y áreas verdes necesarias. En segundo lugar, se debería avanzar en terminar con los emprendimientos inmobiliarios “uni-clasistas” (en los que solo viven ricos, o clases medias, o pobres) de tal manera de fomentar la mezcla social, mejorar los servicios urbanos (entre ellos las áreas verdes y los espacios públicos), contribuyendo así a terminar con la segregación espacial en nuestras ciudades.

Por último, se debería fomentar el uso democrático e igualitario de los magníficos espacios públicos y áreas verdes de las comunas centrales (y privilegiadas), a través de un ambicioso programa de localización de vivienda social en todas las comunas de la ciudad.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.