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Rebelión en la granja: Nuestra cochina suerte

Columna de opinión por Vivian Lavín A.
Domingo 23 de diciembre 2012 12:34 hrs.


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La voz del cineasta estadounidense, Oliver Stone, en favor de los cerdos daneses, que están siendo utilizados como “blancos” en un particular entrenamiento para médicos militares ingleses, se escuchó fuerte: “Los cerdos son unos seres muy inteligentes tanto como los gatos y los perros, con los que millones de nosotros compartimos nuestros hogares…usarlos como blancos y luego descuartizarlos es algo bárbaro y vergonzoso”, dijo el famoso director de películas como Pelotón o Nacido el 4 de julio.

La situación es indignante cuando se trata de un ejército extranjero, el inglés, que llega hasta otro país, Dinamarca, para hacer lo que no haría en su propio suelo con sus propios animales. La noticia nos golpea a este lado del mundo cuando aún tenemos frescas las imágenes de cerdos chilenos comiéndose unos a otros luego del abandono por parte de la empresa Agrosuper en Freirina. Mientras en Chile, los cerdos fueron abandonados a su “cochina suerte”, los ingleses justificaron su acción en Dinamarca ya que los consideran “útiles para salvar vidas”, como aseguró el ministro de Defensa de ese país.

Para entenderlo mejor: Freirina es a Chile, lo que Dinamarca es para Inglaterra. Son los patios traseros donde la crueldad se ensaña con los chanchos que ni siquiera pueden aducir su pasaporte europeo para exigir un mejor trato. Cerdos chilenos, cerdos ingleses, víctimas todos, convertidos en moneda de cambio: productos de mesa y productos de guerra.

En esta “granja orwelliana”, los cerdos daneses tuvieron la suerte de encontrar defensores con la tribuna suficiente como para hacerse escuchar, como es el caso de un director que ha ganado tres premios Oscar, que defiende los derechos de estos animales y, en definitiva, una forma armónica de relacionarse con el entorno. Una tribuna que ya quisieran los defensores del Patrimonio cultural chileno, los que a pesar de contar con las voces más especializadas a su favor, no han logrado que otro abuso, esta vez perpetrado en contra de los derechos culturales de los chilenos sea cometido una vez más mediante la realización del Rally Dakar 2013.

La jefa de Patrimonio Mundial para América Latina y el Caribe de la Unesco, Nuria Sanz, manifestó hace pocos días y en suelo chileno que este es un asunto que “preocupa profundamente” al organismo de Naciones Unidas. Una vergüenza, cuando el marco en el que se refirió a este golpe al Patrimonio cultural universal como significa una carrera de todo tipo de vehículos motorizados por nuestro desierto, fue frente a representantes de treinta países de la región y en medio de la elaboración de un plan de acción para proteger y administrar durante los próximos años los sitios que forman parte de la lista de Patrimonio Mundial.

El Rally Dakar 2013 que comienza en pocos días es una de las heridas que más hieren a nuestra cultura, cuando lo que esta carrera hace es destrozar, sin posibilidad alguna de reconstruir, los vestigios de nuestro pasado que yacen silentes en la piel de nuestro Desierto de Atacama. Una competencia que no tiene nada de “justa deportiva” cuando se ensaña de manera cruel con nuestra historia patrimonial y cultural para el goce y lucro de sus organizadores que por cierto, jamás de atreverían a hacer semejante barbaridad en suelo europeo. El Consejo de Monumentos Nacionales ha sido enfático sobre este atentado al patrimonio…pero no son Oliver Stone, para que sus dichos sean reproducidos en la prensa mundial. En la criolla, en tanto, quedarán las de otras autoridades incompetentes que se vanagloriarán de que el mundo ponga sus ojos nuevamente en nuestro país, como si eso lo hiciera de subir de valor al costo que sea.

La paradoja cultural chilena: la de creernos que podemos aspirar a ser una cultura del Primer Mundo cuando lo que sucede a puertas adentro alcanza sólo para el Tercero, como bien lo señaló el librero Sergio Parra en medio de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Una compulsión que no se acaba, cuando llega la noticia de que por gestiones del embajador chileno en Italia, nuestro país será el invitado de honor en la Feria del Libro de Torino, a realizarse en mayo de 2013, un par de meses antes que la Liber en Madrid, donde Chile será de nuevo figura central, a pesar de los intentos que hubo por parte de algunas de nuestras autoridades por desembarcarse de ella.

Insólito: Chile se pasea orondo por los escenarios editoriales en el extranjero olvidando que exhibe el impuesto que más grava a los libros de la Región y con índices que revelan un deplorable nivel de lectura. Chile produce libro, Shoot in Chile, para “posicionarse” como sitio de locación para el cine extranjero, exhibiendo su exuberante paisaje mientras permite satisfecho que su cultura sea destruida por una carrera de locos sobre sitios patrimoniales. Chile es ese gran producto de exportación que refleja la Película No, seleccionada para los Oscar, que sale al mundo, como un gran emperador desnudo, abandonado a su propia megalomanía.

Como los chanchos de Freirina, nuestra cultura está cochinamente echada. Pero la granja está atenta.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.