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La agenda anual y la vida que se nos acorta

Un veterano medita mientras traspasa los teléfonos y direcciones de la agenda 2012 a la del 2013: ¿Cuántos años más me quedan para hacer esta tarea? El tiempo corre, más bien dicho galopa, en la medida que nos acercamos a edades maduras y son varias las cosas que de un año a otro, uno deja de hacer.

André Jouffé

  Sábado 5 de enero 2013 13:30 hrs. 
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A los cincuenta, ya  complica subir el Everest; a los sesenta, ponerse bajo los tres palos para jugar al fútbol o al basket a menos que se posea un físico privilegiado como Nicolo Gligo. A los ochenta estamos pendientes de la diabetes y las contraindicaciones del viagra; diez años después, de pedir perdón por todos los pecados y rogar por un deceso durante el sueño.

Ya a los ochenta es la yapa pura, hay que estar feliz de poder caminar y amanecer sin que duela algo. En la medida en que transcurren los años, asimismo se achica la lista de sobrevivientes, de compañeros de curso, de correrías y de peleas. Comienzan a figurar los hijos de…y, en algunos casos, los nietos y muchas viudas.

Pero, para algunos capítulos, nunca es tarde. Yo mismo me casé hace dos meses por tercera vez;  conozco viudas que suplicaban por arrojarse a la tumba para que las sepultaran con sus conyugues y al año estaban felizmente reincidiendo. Al mismo tiempo que no son pocos los viudos que en años octogenarios deciden unir sus vidas nuevamente y hacer lo peor, no envejecer junto a su pareja, pero en cambio se encuentran con una mujer (o viceversa) armada por un enjambre de achaques y dolencias peores que los suyos.

Hace unos años en una boutique, una de mis ex esposas encuentra a una señora eligiendo vestuario, Cantaba feliz de la vida, tan feliz que le pregunta el motivo de tanta dicha. La dama le responde: “Acabo de enviudar”. Ante la mirada incrédula explica: “Mire mijita, mientras vivió mi marido lo pasaba en celos, pendiente de sus infidelidades y humillaciones De las horas de llegada y ausencias sospechosas. Si nos hubiésemos separado, los hijos nos habrían apabullado a reproches e igual le estaría siguiendo la pista sentimental para puro sufrir. El hombre muerto es sinónimo de fin de los problemas. Lloré lo justo y luego aprecié la liberación”.

Y la señora siguió trinando.

Si el estado de ánimo es positivo, es probable que reincorporemos a la agenda, algunos nombres tachados en su momento por rabietas o rencores no perdonados; o puede ser que uno se diga: “Hace tanto tiempo que no lo veo, ¿Para qué ponerlo?”

Cuando me vine a Magallanes, saqué a casi la mitad de los nombres de la agenda 2008. El muy pelma, jamás imagino que con sus nuevas actividades, iba a requerir nuevamente algunos de esos celulares.

También veo con espanto que muchos colegas han jubilado, entonces predominan  las residencias, no los lugares de trabajo, es decir las direcciones de parcelas de agrado, para los que lo hicieron bien, y otras más tristes, como pensiones y casas de la tercera edad, para quienes impusieron mal o simplemente jamás imaginaron llegar a la tercera o cuarta edad.

Finalmente aludimos a aquellas personas que morbosamente decoran la agenda con fotos de las llamadas de antes. Sin querer, se infringen un dolor innecesario porque en la imagen queda plasmada más que en ninguna otra parte, el paso del tiempo.

Una directora que fue preciosa hasta los cuarenta años, cayó en la adicción estética, al extremo que perdió las líneas auténticas de su rostro y su cuerpo a punta de bisturí y silicona. Un día le comentó al contador que se deprimía en su oficina plagada de fotos de todos los tiempos: El hombre rústico pero nada de leso, le recomienda. “Mira estas todo el día mirando esas fotos de hace cuarenta años; luces preciosa en medio del jet set, con los vestidos todos bien ajustados e inevitablemente comparas y por eso te deprime; descuélgalas y verás como se te levanta el ánimo”.
Santo remedio, las fotos fueron reemplazadas por cuadros modernos.
Cuando nos veamos tentados de colocar fotos antiguas en la agenda, espejo de nuestra juventud, pensémoslo bien antes de caer en una mala onda que nos acompañará hasta que nos pongan entre las manos la del 2014.

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