Para este jueves 4 de abril estaría listo el memorándum de acuerdo entre el gobierno chipriota y la troika (FMI, CE. BCE) respecto del rescate financiero por 10 mil millones de euros solicitado por Nicosia, tras una serie de reuniones que el Ejecutivo ha tenido y sigue sosteniendo con los partidos políticos y los directivos de dichos organismos internacionales para cerrar el proceso pre acordado la semana pasada.
En la recta final de las negociaciones quedan, empero, temas relevantes por resolver en el propio sector bancario, energético (gas), finanzas públicas, medidas de ajuste económico y del sector público, entre las cuales destacan la exigencia de alcanzar un superávit del 1,2 % del PIB en 2016, algo que, según el Gobierno, es irrealizable, por lo que ha solicitado extender ese plazo hasta 2018 -para evitar medidas de ahorro fiscal demasiado estrictas- aunque el Eurogrupo estaría dispuesto a flexibilizarlo solo hasta 2017.
Otros requerimientos que figuran en el borrador serían el alza del impuesto a las empresas del 10% al 12,5% y al valor agregado (IVA) del 17% al 18 % este año y al 19 % el próximo. También se pide el compromiso de privatizar una serie de empresas públicas o semipúblicas, entre ellas, la compañía eléctrica, la telefónica y/o la gestión de puertos. Parte de las medidas ya fueron aprobadas por el Parlamento en diciembre pasado.
Como consecuencia de este proceso, los mercados del mundo han seguido oscilantes y nerviosos, en especial los de Europa, impulsando el valor del dólar, el yuan chino y el franco suizo –entendidas monedas refugio-, mientras que el euro ha mostrado tendencia a la baja en tanto no se resuelva el rescate de Chipre.
El juego de alzas y bajas de las monedas se ha estado reflejando en el comportamiento de las economías, en especial de EE.UU. y China. En efecto, ambas mostraron alzas en la producción industrial a marzo, en el primer caso, augurando mayor actividad para los próximos meses gracias al alza de sus exportaciones, aupadas por los programas de liquidez de la FED que impulsan al dólar a la baja y aumentan el empleo y demanda interna; y en el segundo, con un ritmo de recuperación inferior al que esperaban los agentes, debido al fortalecimiento del yuan, lo que encarece sus envíos en un entorno en que Japón continúa con sus programas de liquidez, abaratando el yen y haciendo sus exportaciones más competitivas.
De lograrse el acuerdo en Chipre se podría esperar un cierto cambio de tendencia en las bolsas de Europa, aunque están pendientes los casos de otras bancas locales super-apalancadas como Estonia, Luxemburgo, con un sector bancario 24 veces su PIB; Irlanda, 8 veces y Malta, 7,8 veces. Esos sistemas, con seguridad, deberán también ajustarse hacia dimensiones más acordes con el tamaño de sus economías reales.
En el ínterin, los mercados están premiando a las bolsas de EE.UU. Wall Street concluyó sus operaciones previas a Semana Santa con un máximo histórico del índice S&P 500, mientras que las asiáticas de Tokio, Seúl, Shanghai, Singapur, Bangkok y Kuala Lumpur iniciaron la semana con una caída de 2,12%, empujadas por el citado menor ritmo de recuperación de la producción industrial de las grandes corporaciones chinas.
Este fenómeno sólo se explica por el enorme poder político, militar y financiero norteamericano que, siendo soberano en la emisión de dólares, mientras más líquida torna su economía, haciendo caer el precio su moneda respecto de otras, sigue, sin embargo, atrayendo capitales internacionales gracias a su estabilidad jurídica e institucional. Tales recursos añaden valor al patrimonio de sus empresas listadas en Bolsa, pues comprar acciones es una inversión más rentable que ahorrar dólares en papeles del Tesoro, cuyas tasas siguen cercanas a cero. Difícilmente Chipre u otros países podrían apostar a tal modelo de crecimiento.