Corea, las claves de un conflicto

  • 17-04-2013

En junio de 1950 Kim Il Sung inició una acción militar para unificar Corea que había quedado dividida después de la ocupación japonesa y su posterior derrota  en la segunda guerra mundial, la que llevó a  que -en el marco de la guerra fría-  las tropas soviéticas se estacionaron en el norte del paralelo 38 y las estadounidenses al sur. Sin embargo, cuando en 1949 la mayor parte de las tropas extranjeras abandonaron la península coreana, las estadounidenses permanecieron en ella  donde se mantienen hasta hoy.

Ante la ofensiva de Corea del Norte en pro de la unificación, el presidente estadounidense Harry Truman sin una declaratoria previa de guerra del congreso de su país, ordenó una invasión a Corea. Truman tampoco solicitó permiso a la Organización de Naciones Unidas (ONU) para enviar sus naves de guerra al Mar del Sur de China con el objetivo supuesto de proteger su flanco sur, pero  que en realidad perseguía  el resguardo de Chiang kai Shek que había sido derrotado en la guerra civil china y buscó refugio bajo salvaguarda estadounidense  en la isla de Formosa.

La invasión estadounidense comandada por el general Douglas Mac Arthur logró impedir la unificación coreana derrotando a las tropas del norte. China que había hecho su revolución el año anterior y que ya se encontraba bajo el liderazgo de Mao Tse Tung y el Partido Comunista, evaluó  que la intervención militar en Corea y la presencia de naves de Estados Unidos en su mar meridional perseguían el mismo interés de llevarla a una guerra  y advirtió a los estadounidenses de tal peligro.

Mac Arthur evadió considerar tal aviso y lanzó en noviembre de 1950 una ofensiva llamada “Home by Christmas” (Navidad en casa), ante lo cual China reaccionó enviando 180 mil soldados que lograron detener el avance estadounidense y empujarlos hasta el sur del paralelo 38. A finales del año 1951, China realizó una nueva ofensiva que estabilizó las posiciones a ambos lados de la antigua frontera. Las tropas chinas se retiraron después que ambas Coreas firmaron un armisticio el 27 de julio de 1953 en la aldea fronteriza de Panmunjom, que suspendió el conflicto al costo de casi dos millones de ciudadanos muertos y heridos y la destrucción del 85 por ciento de la infraestructura de Corea del Norte y, sin que como colofón hubiera un acuerdo de paz que finalizara formalmente el conflicto.

Las actitudes belicistas de Mac Arthur eran tan desproporcionadas que el propio Truman se vio obligado a destituirlo cuando  descubrió  que el general había trazado planes para lanzar proyectiles nucleares sobre ciudades chinas.

Los antecedentes anteriores nos permiten entender con claridad tres elementos que ayudarán a comprender el contexto histórico del conflicto coreano por un lado y el marco actual en el que se desarrolla, por el otro. Son ellos:

  1. El conflicto coreano tiene su origen en la guerra fría y el mundo bipolar.
  2. Estados Unidos ha sido -desde el primer momento- el país invasor en la península coreana.
  3. Desde el propio nacimiento de la República Popular China en octubre de 1949, el conflicto coreano ha sido utilizado por Estados Unidos para garantizar su presencia imperialista en Corea y su actitud amenazadora contra China. Mientras existió la Unión Soviética también sirvió como flanco occidental de su componente militar en Asia, el cual ha seguido cumpliendo esa función contra Rusia después de 1992.

Muchas personas de buena voluntad se preguntan cómo un país tan pequeño y débil osa amenazar a Estados Unidos, la mayor potencia militar del planeta. Han llovido los epítetos sobre sus dirigentes, una caracterización interesada de los mismos y la consabida ridiculización e inducción que lleva a una configuración mediática del conflicto y sus protagonistas más directos como parte del habitual plan desinformador de los medios de comunicación encargados de configurar la caricatura correspondiente al caso.

También he tratado de desentrañar este intríngulis que ha convocado a personas honestas de todo el planeta que aman la paz y la han hecho un objetivo de  su quehacer de vida. Creo haber encontrado la respuesta al leer el periódico de la ultra derecha golpista chilena “El Mercurio”. En un artículo de su propia elaboración (no cita fuentes) publicado el jueves 11 de abril titulado “Corea del Sur, EE.UU. y  Japón suben alerta por posible lanzamiento de misil coreano”  se puede leer “Si algo han demostrado las últimas semanas de amenazas incendiarias es que importa más lo que Norcorea hace que lo que dice, aunque anuncie incluso un “mar de fuego”. Y los movimientos de misiles balísticos de medio alcance a su costa este acompañadas de de una retórica menos intensa que en otras oportunidades, fueron suficientes para elevar los niveles de alerta militar de Corea del Sur y de Japón, los vecinos que el régimen totalitario desprecia”.

Esta interpretación hecha por el pasquín chileno nos deja a las claras que la supuesta amenaza proviene de la retórica porque importa más “lo que se hace que lo que se dice”. Lo cierto parece ser que la República Popular Democrática de Corea (RPDC) ha tenido que recurrir al desafiante y peligroso recurso de la retórica para que el mundo tome conciencia de que su país y su pueblo han vivido por casi 60 años bajo la amenaza directa de la presencia militar de Estados Unidos que tiene desplegados en la península alrededor de 27 mil 500 soldados dotados del más poderoso armamento aéreo, naval y terrestre del que se tenga conocimiento.

En ese contexto, la RPDC se ha visto obligada a mantener un alto nivel de disposición combativa de sus fuerzas armadas que contaron con la ayuda inicial de la Unión Soviética para el desarrollo de su industria militar, lo cual incluyó la tecnología para la construcción de su propio armamento nuclear. La amenaza militar  de Estados Unidos ha sido permanente, continua y creciente.  Como señala el periodista cubano Elson Concepción “Solo durante el gobierno de Clinton en Estados Unidos, se pudo apreciar un respiro pacífico cuando se prestó atención a los reclamos de la República Popular Democrática de Corea y se suspendieron los ejercicios militares que cada año ha desarrollado el Pentágono en esa península”.

Los gobiernos posteriores del republicano Bush y el demócrata Obama han incrementado tal situación, llegando incluso al estacionamiento de medios portadores de armas nucleares  en la península coreana, incluyendo misiles y submarinos atómicos elevándose durante la actual administración el potencial destructivo de dicho armamento.

La RPDC ha actuado acorde a los más elementales principios de defensa de su soberanía. No puede quedarse de brazos cruzados esperando ser agredida para generar una capacidad de respuesta que debe ser desarrollada con mucha antelación si quiere que sea efectiva.

La respuesta de la RPDC ante la agresión de Obama es osada y temeraria. Sus autoridades deben estar conscientes del riesgo que asumen, pero aparte de la retórica no hay ningún elemento que permita afirmar seriamente que están capacitados para atacar a Estados Unidos. La tensión en el área no es deseable en ningún caso, sin embargo, esa retórica les ha permitido poner el tema en la órbita mundial incluso a costa de ser etiquetados, acosados y hasta bloqueados. De eso, los latinoamericanos y en particular los cubanos podríamos contar algunas historias.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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