Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 26 de abril de 2024


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Carta a Laurence Golborne


Miércoles 24 de abril 2013 12:02 hrs.


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Estimado señor “Goldborned”:

Hace unos días atrás Usted  manifestó en el Consejo General de la UDI, en el Espacio Riesco donde suele reunirse el empresariado, que las propuestas de sus  adversarios es simple y categórica. Dijo aludiendo a quienes representan una opción diferente a su candidatura que: “…Quieren poner en riesgo el Chile que hemos construido entre todos, modificando los cimientos institucionales, económicos y valóricos que han puesto a nuestro país en las puertas del desarrollo”.

Además, dijo que buscará que los niños afectados por enfermedades catastróficas y de baja prevalencia sean incorporados al sistema de salud, lo que contribuiría a “mejorar la atención especializada y acceder a cobertura financiera y apoyo de la red del Estado a la hora de enfrentar los desafíos del día a día¨, porque Usted parece haber descubierto que no pueden haber ciudadanos de primera y segunda categoría.

Aunque normalmente no estoy para de acuerdo con Usted, debo reconocer esta vez que tiene razón. Efectivamente, señor “Goldborned”, queremos terminar con el Chile que construyeron Ustedes al amparo de la dictadura y que en forma antidemocrática nos lo han impuesto durante más de 20 años de post pinochetismo. Queremos terminar con el Chile construido por Sergio de Castro, Rolf Lüders, Alvaro Bardón y otros muchos “chicagos boys” que son responsables del sistema educacional absolutamente mercantilista que tenemos.

Queremos terminar también con el perverso y catastrófico sistema previsional de las AFPs, ideado por José Piñera, que condena a la inmensa mayoría de nuestros pensionados a jubilaciones miserables y que impone pesados gravámenes al Estado para solventar y complementar las paupérrimas pensiones que reciben quienes han dedicado toda su larga vida honradamente al trabajo productivo y no a la especulación financiera. Queremos terminar también con las ISAPRES y pretendemos que la salud se reconozca como un derecho para todos y no sea considerada como un simple y muy lucrativo negocio, como ocurre ahora y tal como nos fue impuesto por iluminados como Hernan Büchi o Fernando Matthei, entre otros.

Sin duda, señor Golborne, una inmensa mayoría de chilenas y chilenos quiere destruir el Chile que Ustedes construyeron protegidos y amparados por la CNI, por la DINA, por Pinochet,   por José Toribio Merino, por Manuel Contreras y todos sus secuaces y que ha derivado en que seamos uno de los países más inequitativos, injustos y desiguales de todo el planeta. Y queremos destruir este Chile inequitativo y desigual porque Ustedes para construirlo  no siguieron otra razón ni objetivo que el enriquecimiento  rápido  y sin límites de unos pocos, como el actual    presidente Sebastián Piñera, claro ejemplo del “emprendedor”  ambicioso e inescrupuloso, que en su momento tuvo que  recurrir a su hermano José para evitar la acción de la justicia, según reveló antes de fallecer la ex Ministra de Justicia de  Pinochet, Mónica Madariaga.

Porque permítame decirle que se equivoca señor Golborne. No fueron sus pretendidas y nada brillantes ideas o sus supuestas poderosas razones las que dieron origen al Chile que tenemos hoy en día. Fue un golpe militar el que dio lugar  al período más regresivo que ha conocido la historia nuestro país en cuanto a la pérdida de derechos sociales, gremiales, civiles y políticos. Durante esa negra y nefasta etapa de nuestra historia sin libertad  ni democracia se fue gestando el actual modelo político y económico que aun nos rige. Fue con un Congreso clausurado, con las universidades intervenidas militarmente, con una censura previa impuesta por años y con los partidos políticos proscritos y declarados disueltos que se construyeron las bases del Chile que Usted hoy defiende. No nos engañemos, la mentira y la prepotencia, junto a la tortura y el terror, fueron las poderosas razones a las que Ustedes  apelaron frecuentemente para estructurar nuestro actual “modelo” de sociedad que pretenden  permanezca inalterado en el tiempo.

Por lo mismo, debo felicitarlo sinceramente, señor Goldborne. Es Usted muy agudo y sagaz por haberse dado cuenta, finalmente, qué es lo que quiere la inmensa mayoría de los chilenos que no se han beneficiado como Usted del Chile que “reconstruyeron” guiados por la mano siniestra de Pinochet y por la aureola beatífica de Jaime Guzmán, apoyados –además de los fusiles- por los grandes grupos económicos, nacionales e internacionales. Un país en el cual no habría tenido cabida, incluso Usted mismo si las ideas y propuestas que hoy defiende y expone se hubiesen impuesto en nuestra nación cuando era Usted aun un niño.

En efecto, si hubiesen triunfado las doctrinas que los “chicago boys” nos impusieron por 17 años por la fuerza no de la razón sino de la bayonetas, apelando a la tortura, a los desaparecidos y al exilio y no al corazón, como parece creer ingenuamente, Usted no habría podido acceder a una educación pública de calidad como era la que entregaba, entonces, antes de que fuese “municipalizado” el Instituto Nacional  donde Usted tuvo la oportunidad y la suerte de estudiar y formarse, siendo hijo de un poco más que modesto ferretero. Suerte que Usted y gente de su partido se la niegan a miles y miles de jóvenes estudiantes chilenos hoy en día, porque han tenido que vivir, crecer y estudiar en el Chile construido por personas como Usted.

Sin embargo, debo decirle que si bien nuestro “afán destructivo” es  enorme e incontenible, nosotros apelaremos a la fuerza de la razón y a la capacidad de soñar e imaginar un Chile más justo, inclusivo y solidario para construir la nación que queremos. No usaremos como lo hicieron Ustedes en septiembre de 1973   aviones “hawker hunter” o tanques para terminar con un gobierno legítimo y democrático; no recurriremos para erradicar definitivamente con el legado de Pinochet a las armas que Ustedes emplearon; no habrán nuevos detenidos-desaparecidos, torturados o exiliados en ese Chile que soñamos, porque nuestras únicas armas son la fe y la esperanza de que nuestros hijos y nuestros nietos hereden un Chile más justo, humano y democrático. Queremos terminar con el legado de Pinochet del mismo modo con que sacamos al dictador de La Moneda: mediante el voto de las chilenas y chilenos y por eso demandamos una asamblea constituyente.

Para terminar, quiero decirle que recién ahora, señor Golborne, cuando está en plena campaña electoral parece haber reparado que existe una odiosa discriminación entre chilenos de primera y segunda categoría, discriminación que aparentemente Usted no había advertido nunca antes y que tampoco fue capaz de ver claramente y de enfrentarla durante estos últimos cuatro años en que fue Ministro, después de ocurrida la terrible desgracia de los mineros atrapados en la mina San José. Discriminación que se mantendrá, señor Golborne, mientras nos sigan gobernando personas que piensan y se emocionan como Usted.

Atentamente,

Francisco Michel

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