La conmemoración de las Glorias Navales de La Armada de Chile encuentra este año a la institución en medio de los cuestionamientos por la actuación del ex jefe de Oceanografía de la Armada, el capitán en retiro Andrés Enríquez, durante la fallida alerta de maremoto luego del terremoto que asoló la zona centro sur del país del 27 de febrero de 2010.
Esto, debido a que la justicia rechazó la petición de sobreseimiento presentada por la defensa de Enríquez y después de que, durante el juicio, la defensa de la ex directora de la Onemi, Carmen Fernández, argumentara que la responsabilidad en la fallida alerta de maremoto recaía en el SHOA.
Pero no es ésta la primera situación que pone en entredicho a la Armada. En conversación con Radio Universidad de Chile desde Bélgica, el historiador Jorge Magasich señaló que, luego de estudiar varias revueltas navales en el mundo, llegó a la conclusión de que “la marina chilena es la que tiene más crisis sociales a nivel mundial”. El autor del libro “Los que dijeron No”, quien además es doctor en Historia de la Universidad Libre de Bruselas, señala que tanto en las revueltas de 1891 como en las de 1925, 1931, 1961 y finalmente para el Golpe de Estado de 1973, la Armada ha tenido un rol importante y que se trata de una institución que “contrariamente a la imagen de orden que quiere transmitir, concentra contradicciones muy fuertes en su interior y que explotan regularmente”.
Como ejemplo de lo anterior, el especialista señala que “en 1891 lo esencial de la Armada se insubordinó ante el presidente Balmaceda y contra cuatro almirantes constitucionalistas que se negaron a participar en el Golpe, lo que derivó en que la institución se dividió en un tercio contra el golpe y dos tercios a favor. Incluso hubo combates entre ellos”.
Otra crisis importante que el historiador consigna es la de 1961, donde “a raíz de malos tratos y discriminaciones, un grupo importante de la Escuela de Ingeniería Naval realizó un “bandejazo”: no quisieron comer, los detuvieron y unos días más tarde otra clase no quiso ingresar a las aulas en demanda de sus compañeros detenidos. Luego, se les indultó a través de una ley de amnistía que se discutió en el parlamento”.
Finalmente, según Magasich, en 1973 “un grupo importantes de marinos se opuso al Golpe: fueron parte de los primeros detenidos y torturados”.
En línea con el Pentágono
Según el historiador, la influencia de Estados Unidos ha sido preponderante en la Armada de Chile. Luego de un exhaustivo estudio y análisis de documentos, Jorge Magasich indica que este alineamiento con el país del norte “ocurre después de la Segunda Guerra Mundial, luego de que se hace efectiva la coalición en la Guerra Fría, donde el Pentágono se transforma en proveedor casi único de la Armada”. Esto significó, según especificó, la entrega de directrices en instrucción e ideología, “además del envío de militares a formarse a Panamá”, agregó.
Se concreta, además, la instalación de misiones militares estadounidenses en Chile. Entre éstas se pueden encontrar, según el historiador, la ubicada en el séptimo piso del Ministerio de Defensa (casi al frente de La Moneda) “que estaba ocupado por oficiales militares desde los años 60 y los 70. Es decir, durante todo el gobierno de Allende”. A esto se agrega una misión militar en la Base Aérea del Bosque, y la Misión Naval de Valparaíso, donde, según Magasich, “hay indicios y antecedentes que insinúan y confluyen en que en ese lugar se planificó el Golpe de Estado”.
A esto hay que agregar la “aparente” coincidencia que significó la presencia de la Operación Unitas en varias crisis sociales registradas en Chile. Esta colaboración naval, donde la flota estadounidense realiza ejercicios con marinos de distintos países latinoamericanos, se realizó, según Magasich “justo para el año 70, cuando hubo un proyecto de golpe que no resultó. Y el 72, cuando ocurrió el paro de octubre, que no fue otra cosa que una intentona para derrocar a Allende. El 73 también estaba operando en Chile”.
Pro nazi y confesional
Aparte de este alineamiento categórico de la Armada de Chile con Estados Unidos durante la Guerra Fría, Magasich hace hincapié en que, además,“ fue nazista y pro Alemania durante la Segunda Guerra Mundial “. Más aún, según el especialista todavía se pueden constatar simbolismos nazis en la Armada. Ejemplo de ello es el himno con que desfila la Escuela Naval, “que era el preferido de Hitler, y que abría los desfiles del Tercer Reich”.
Esto se puede constatar en el sitio web institucional, donde se detalla que para las celebraciones del Bicentenario se desfiló en Valparaíso, frente al Congreso Nacional, al son de La marcha Los Nibelungos, compuesta en 1922 por Gottfried Sonntag. En la página de la Armada se lee: “la Banda de Guerra y los músicos de la Escuela Naval “Arturo Prat” fue la encargada de iniciar la Parada Militar, y para ello entonó la tradicional marcha “Los Nibelungos”. En este sitio la Armada detalla, además, que fue en 1940 cuando se adoptó la tradición de desfilar al son de Los Nibelungos y de la Badenweiler Marsch, “la marcha favorita del Führer”, según indica Magasich.
Respecto de los elementos doctrinarios preponderantes en la institución, el historiador señala que “a los cadetes se les instruye con las ideas de un sacerdote y abogado que murió en 1985, cuyo nombre era Enrique Pascal García Huidobro”. Actualmente, la Escuela Secundaria de la Armada lleva su nombre en honor a él.
Se trata, según explicó el especialista, de un sacerdote marcado por el franquismo, que “no creía en la democracia y que confiaba en una sociedad de corte clerical, donde cada persona debe conformarse con el rol que Dios le dio y no rebelarse contra lo establecido”. Magasich agregó que este abogado y cura era inspirador del Almirante Merino, y que muchas de las frases que decía pertenecían a Pascal Huidobro”.
Las conclusiones a las que este historiador llegó, luego de examinar y revisar documentos históricos y de la Armada, es que en ella “no se ha aplicado la norma republicana de separación entre Iglesia y Estado y que es una institución confesional donde se imponen normas del cristianismo y de la ley natural”. Ejemplo de esto, indicó, es la condena que existe frente al divorcio de los oficiales.
A lo anterior, el especialista agregó que “la Armada no ha reconocido las torturas que se realizaron en sus recintos, no ha dado a conocer el contacto con civiles estadounidenses golpistas con la institución, ni los nombres de los que torturaron y que estaban entre sus filas”.
La Esmeralda… ¿Dama Blanca?
Cada año el buque escuela Esmeralda zarpa en lo que tradicionalmente es su crucero de instrucción, que a su vez se transforma en una especie de “embajada” que lleva el nombre de Chile alrededor del mundo. Pero la llamada “Dama Blanca” no tiene un pasado tan blanco. Según ha sido constatado, días después del 11 de septiembre de 1973 el sacerdote chileno-británico Miguel Woodward fue conducido por uniformados a la Universidad Santa María, y luego a la academia de Guerra Naval. Debido a su grave estado de salud a causa de las torturas recibidas, fue llevado al Buque Escuela Esmeralda donde supuestamente recibiría atención médica. El último rastro que se tiene del religioso se encuentra en el Hospital Naval, donde un facultativo de la Armada emitió un certificado de defunción.
Cabe consignar que frente a este fallo, emitido el pasado 7 de mayo, la familia del sacerdote apelará, ya que si bien fueron 33 los funcionarios inculpados en primera instancia, finalmente siete fueron acusados, de los cuales sólo dos fueron condenados, además, a penas que no se condicen con el delito cometido. Se trata de José Manuel García Reyes, condenado a escasos 3 años y un día de presidio, y Héctor Fernando Palomino López, condenado a 3 años y un día de prisión, a quien se le concedió libertad vigilada. La familia de Woodward apelará, además, por la posible obstrucción a la justicia por parte de algunos altos mandos de la Armada de Chile, quienes fueron implicados a través de testimonio del Auditor General de la Armada.
Según constató el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, al interior de la “Dama Blanca” se instaló una unidad especializada de la Armada con el objeto de interrogar y torturar a los detenidos que se encontraban en la nave y otros que eran traídos de otros centros de tortura. El Senado Norteamericano (1986) señaló que llegó a haber 112 detenidos en la Esmeralda. Entre ellos, Woodward, quien según la evidencia disponible, falleció en el Hospital Naval a consecuencia de las torturas recibidas antes de llegar a la Esmeralda, y a las que fue sometido al interior de la nave. Pese a las peticiones de la Iglesia Católica que reclamó su cuerpo, éste nunca fue entregado.
Para el analista en defensa y estrategia Raúl Sohr, “la Esmeralda está manchada con sangre. La institución ha mentido en forma metódica y sistemática: negó permanentemente que el sacerdote Miguel Woodward haya sido asesinado por efectivos de la Armada y que fue torturado en la Esmeralda. Finalmente han sido condenados miembros de la institución por haber participado en su secuestro, aunque no han reconocido que participaron en su asesinato. Pese a esto, el secuestro está acreditado, algo que los comandantes en jefe de la Armada, uno tras otro, negaron. Es una mancha sobre la Armada… en cualquier país civilizado y respetuoso de los Derechos Humanos, este barco debería dejar de ser lo que es. Un nuevo buque escuela debería llevar otro nombre y tener otras características, porque la Esmeralda fue un centro de torturas. ¿Cómo puede ser que un país tenga un centro de torturas como embajador?”
Pero no sólo en la Esmeralda se torturó: a la dama Blanca hay que agregar los centros de tortura en que se transformaron la Academia de Guerra Naval, la base Aeronaval “El Belloto”, el Cuartel Silva Palma, así como los buques Lebu y Maipo.
Respecto de la llamada Dama Blanca, desde la Armada el Jefe de Comunicaciones Externas de la Direcom, Capitán Jorge Bastías, señaló que “es un velero y estamos bastante orgullosos de nuestra Esmeralda, tiene todas las características para entregar una buena instrucción. No tenemos como Armada otra interpretación”.
Moderna en las armas, antigua en su visión
Para Raúl Sohr el problema de las Fuerzas Armadas chilenas es que su poder de fuego y capacidad militar no guarda relación con las posibles amenazas vecinales. En este sentido, el especialista señaló que están operando otras fuerzas internas, como la Ley del Cobre, que en su opinión permite la compra de armamento gracias a fondos enormes que están sobredimensionados para las necesidades que se pueden percibir en la región.
“Chile gasta el doble en defensa que Argentina, el triple que Perú y diez veces más que Bolivia…y lo paradójico es que nunca hemos tenido mejores relaciones con Argentina que ahora. Hay una relación muy amistosa con ellos. No tenemos una guerra desde 1932 (el conflicto del Chaco, entre Paraguay y Bolivia). Guerra, propiamente tal, no ha habido. Esta preparación de Chile, por tanto, es sobredimensionada, y no se condice con las necesidades externas”.
Se trata de los dineros resultantes del 10 por ciento de las ventas de Codelco, que según la normativa deben destinarse a la compra de material bélico para las FFAA, o bien para instalaciones que se resguarden y reparen esos pertrechos. Ley que ha sido cuestionada tanto por la sociedad civil como por la clase política. Para el ex ministro de Defensa de Michelle Bachelet, Francisco Vidal, es necesario derogar esta ley: “creo que es mucho mejor que las FFAA tengan para su equipamiento una partida en el presupuesto aprobado por el parlamento que una asignación arbitraria del 10 por ciento producto de las ventas del cobre. Entre otras cosas, porque no me parece razonable que el equipamiento de las FFAA dependa del valor de una materia prima que así como sube, baja. Por lo tanto, no es bueno que el potencial disuasivo del país, que a su vez nos garantiza la paz, dependa de la bolsa de metales de Londres”.
Para Sohr, no obstante, “desde el retorno a la democracia ha habido un pacto tácito entre la autoridad política y las FFAA. El pacto es: los civiles les dan a los militares lo que necesitan, y éstos últimos hacen lo que desde la clase política se les ordena. Es decir, que no se inmiscuyan en temas políticos. Así, los civiles han cumplido su parte y le han entregado a través de los mecanismos existentes todo lo que los militares han pedido. Por lo tanto, han terminado con unas FFAA extraordinariamente modernas y muy, pero muy sobredimensionadas para lo que tienen los otros países de la región, especialmente los vecinos”. Según el especialista, esta “autonomía militar” es la que explica, entre otras cosas, la existencia de la Esmeralda como crucero de instrucción que da la vuelta al mundo año tras año, pese a su pasado.
“Argentinos mataré, bolivianos fusilaré, peruanos degollaré”
En un video difundido ampliamente por las redes sociales el 7 de febrero pasado, un pelotón de 27 cadetes de la Academia Politécnica de la Armada, realizaba ejercicios en la costa de Viña del Mar mientras entonaban cantos decididamente xenófobos y ofensivos que decían: “argentinos mataré, bolivianos fusilaré, peruanos degollaré”.
Para Francisco Vidal, se trata de un hecho aislado: “no está acorde con la Doctrina, porque lo que está en los libros de la doctrina de la defensa nacional es que el país tiene una defensa no agresiva y más bien disuasiva. Y la doctrina dice que no es necesario odiar a Argentina, Bolivia y a Perú. Está en contradicción con la doctrina de la defensa del estado de Chile”.
Para Nazario Zúñiga, quien ingresó a los 15 años a la Armada y cumplió labores de mecánico artillero en la institución, se trata de una práctica que siempre ha estado presente dentro de la Armada. “No se trata de un hecho aislado, no es algo anormal. Siempre se han cantado ese tipo de cantos” explicitó.
La CUT militar y sus demandas
Actualmente Zúñiga es delegado laboral de la CUT en la Armada. Esto, pues dentro de las FFAA no opera el Código del Trabajo, sino que se rigen bajo el decreto DFL1, un estatuto que regula el funcionamiento del personal de las Fuerzas Armadas. Es por esto, y debido a varias injusticias y malos tratos observados por Zúñiga al interior de la Armada, que se le reconoció a él y a otros representantes de las instituciones de orden la calidad de delegados de la llamada CUT militar.
“Con el abogado de Derechos Humanos de la CUT Rubén Jerez se creó una CUT militar, hace dos años. Se nos reconoció como delegados de la CUT en el Senado con varios senadores, entre ellos José Antonio Gómez. Somos delegados laborales de la CUT, representamos a varios organismos: PDI, Carabineros, Fuerza Aérea, Armada, Ejército. Hacemos labor de inspección de trabajo, porque en estas instituciones nosotros somos esclavos a sueldo, no hay derechos laborales, y exigimos que éstos se respeten”.
Zúñiga, quien tiene a su haber 26 años de servicio en la Armada, señaló que al interior de la institución existen irregularidades de todo tipo. “Se creen dueños de los buques y de las reparticiones, usan estas instalaciones con sus familias y usufructan de los recursos fiscales. Ejemplo de esto es que a mí me recontrataron como chofer y nunca realicé esas funciones, y más encima no me reliquidaron mi pensión. El código de Justicia Militar no sirve porque todo se tapa. Hay abusos de casas fiscales. En el colegio Capellán Pascal, por ejemplo, las canchas no pueden ser utilizadas por el personal de la Armada, sólo pueden hacerlo los hijos de los oficiales”.
Respecto de estas denuncias, desde la Armada argumentan a través del Capitán Jorge Bastías, quien señaló que “efectivamente no estamos regidos por el código del trabajo, estamos sujetos al DFL1 de las FFAA. Está todo reglamentado a nivel presupuestario. Efectivamente hay gente que se recontrata, pero eso está todo claro y reglamentado legalmente”.
Honores para Merino
En el sitio institucional de la Armada se puede constatar que el buque madre de submarinos, perteneciente a la flota naval, lleva el nombre del miembro de la Junta Militar, José Toribio Merino. Se trata ni más ni menos de quien el 11 de septiembre de 1973, junto con otros marinos, realizó su propio Golpe al interior de la Armada y destituyó a quien era su superior y Comandante en Jefe de la institución, el Almirante constitucionalista Raúl Montero; para luego, junto a las otras ramas de la defensa y Carabineros, realizar el Golpe de Estado.
Según señala el sitio web de la Armada, se trata del buque madre de submarinos, el BMS-42 Almirante Merino, “vital para el apoyo logístico de las unidades”.
A esto se suma la estatua de Merino que se encuentra en la entrada del Museo Naval y Marítimo de Valparaíso. El 31 de mayo de 2002 el Comandante en Jefe de la Armada de ese entonces, Miguel Ángel Vergara, destapó la estatua de tres metros que se encuentra frente al mar y en la que se puede ver al autodenominado jefe de la Armada para el Golpe saludando con su mano derecha a la Escuadra, al más puro estilo militar.
Según el Capitán de Corbeta Jorge Bastías, de Comunicaciones Externas de la institución, “no está en la calle, está dentro del recinto del museo”. Más no quiso, o no pudo, comentar. Seguramente se trata, una vez más, de la “llamada autonomía militar”.