“Captar el interés del textil, están en exhibiciones y no los ven”, comentaba Claudia Mazzola (Argentina) en su exposición denominada Del Monte a la Cañitas.
En una nueva reunión anual, el Comité Nacional de Conservación Textil destacó la elección de diversas exposiciones: sociales, políticas, históricas y artesanales. Ángela Herrera, vicepresidenta del organismo, manifestó que hay que socializar más la labor a la comunidad en general, más allá de las esferas académicas: “Lo que falta -y es una de las proyecciones que dijimos al inaugurar- es la visibilidad. Es un quehacer que se hace día a día, porque todos trabajamos y hacemos museos, centros de conservación, corporaciones privadas. Hay que sacar más a la luz lo que se está haciendo, porque ha sido un trabajo bien silencioso y no ha dejado de hacerse en el tiempo. Los museos tienen cada vez más unidades de conservación en el área textil, de fotografía y otros bienes muebles, pero el trabajo no es muy conocido”, dijo.
El Comité Nacional de Conservación cumple 27 años y durante este camino advierte que los textiles “originalmente no fueron concebidos como obras de arte, sino como objetos funcionales, por lo que transmiten información importante desde varios puntos de vista: histórico, estético, antropológico, tecnológico, etc. Por eso su preservación es relevante y una vez en el museo, pasan a ser objetos patrimoniales, a veces únicos en su tipo”.
Este encuentro fue una oportunidad para que especialistas nacionales entregaran detalles de sus trabajos: Ángela Herrera y Emilio Toro (contexto manufacturero en Valparaíso 1890-1960); Paola Moreno y Ana María Rojas (recuperación del patrimonio textil de Rapa Nui) y Soledad Hoces de la Guardia (conservación preventiva del ajuar textil incaico Cerro Esmeralda, Iquique). También internacionales como la argentina Silvana Di Lorenzo (shamanes del cielo, Paraguay) y Luz Neira (renovación museográfica de los artefactos textiles en el Museu Casa de Rui Barbosa, Brasil).
Paulina Brugnoli, quien cursó estudios de Danza, Bellas Artes y Diseño Textil en la Universidad de Chile y ha dedicado 40 años a la docencia en diseño textil en distintas universidades, destacó que se debe tener conciencia que “este sujeto vivo y cultural, si tú no lo contextualizas, pierde comprensión y verdadero efecto”.
“Lo importante es traer esto a los niños, escuelas y hogares. Que sea parte de la vida cotidiana, que el niño tenga su telarcito, así como tiene su tablet. Que tenga su pequeño telar, que es una matriz de doble entrada y que fue el origen de los computadores. Que vuelva a la relación tacto, visión y constructibilidad de un artefacto”, indicó.
“Un acto revolucionario”
Ruth Vuscovich, Diseñadora Textil de la U. de Chile, egresada de Antropología Social de la ENAH de México, reveló resultados de la investigación en curso: “Libres en prisión: la suavidad del textil frente a la dictadura”. Esta labor trata de objetos textiles que realizaron prisioneros políticos en los diferentes campos de prisión en Chile, también de otras materialidades (1973-1990). Trabajo que corresponde al período de revisión y preselección de aproximadamente 400 objetos del Museo Nacional de la Memoria y los Derechos Humanos.
Paulina Brugnoli agregó que “si hay algo que ayuda y moviliza la memoria es el textil”. “Me encantó la exposición de Ruth porque dijo que el artefacto era un sujeto cultural activo. Este trabajo nunca es fácil, es un acto revolucionario”. Concluyó que “es una afirmación de la creatividad del individuo y su capacidad de que con muy pocas cosas puedes hacer algo importante y cuyo valor no es para ser rematado en Christie’s. Sino que tiene un verdadero valor, no es un precio”.
Se encontraron bolsos, fajas, chalecos, blusas, gorros, entre otros, relacionados con historias de los centros de detención como, por ejemplo, Tres Álamos, Pirque o Chacabuco. La investigadora advirtió el impacto de recorrer esta parte de la memoria: “En el contexto del comité y sus investigaciones, en general, no hay trabajos de este tipo. Son trabajos muy interesantes, relacionados con cosas técnicas, históricas y relacionadas con la política. Hoy, decir prisión política, por ejemplo, es algo que rompe absolutamente el esquema, porque son cosas que en este país todavía nos cuesta hablar y escuchar”, afirmó.
Esta diseñadora textil destaca que una de las especies interesantes se refiere a unos muñecos pequeños que poblaron distintos lugares de prisión: EL SOPOROPO. La leyenda dice que fue creado en la Cárcel Correccional de Mujeres “El Buen Pastor” y luego se replicaron para ser regalados, pero después de varios años se supo que dentro de él se escondieron y transportaron, nombres de presos, nombres de torturadores y mapas de sitios de prisión.
Imagen principal: Manta de niño (regalo para su hijo) . José “Pepone” Carrasco Tapia. Periodista. Centro de Prisioneros Melinka (Puchuncaví) Objeto del Museo Nacional de la Memoria y los Derechos Humanos. Fotógrafo: Darío Tapia.