Llamado “la voz de los sin voz” por sus constantes denuncias ante la violación de los derechos humanos en El Salvador, Monseñor Óscar Arnulfo Romero se convirtió en un símbolo de la lucha contra la injusticia social en América Latina.
Su asesinato en marzo de 1980, a manos de un francotirador contratado por un grupo de ultraderecha, marcó el inicio de una sangrienta guerra civil que dejó más de 70 mil muertos en ese país.
Un día antes de su muerte, Romero pronunció una última homilía en la que llamó a terminar con la represión militar: “Yo quisiera hacer un llamado, de manera especial, a los hombres del Ejército y, en concreto, a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles. Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante un orden de matar que de un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice no matar”, acusó el sacerdote.
Jaime Coiro, vocero de la Conferencia Episcopal, se refirió a la importancia de la figura de Romero para la comunidad católica: “El martirio de Monseñor Romero revela una Iglesia encarnada en los sufrientes, cercana a los perseguidos, a quienes no tienen voz en una sociedad excluyente y dominada por un grupo de poderosos. Lo que le tocó vivir a él, como a muchos otros obispos, es un signo de una Iglesia que quiere verse revitalizada en la cercanía a los postergados”, dijo.
En 1990 la iglesia salvadoreña interpuso una petición al Vaticano para canonizarlo. Sin embargo, el proceso fue detenido, argumentando que se estaba haciendo un examen doctrinal de las homilías. Los analistas en cambio adjudicaron razones políticas, porque algunos sectores en la Santa Sede no estaban de acuerdo con la cercanía ideológica de Romero hacia la Teología de la Liberación.
En esa línea el Vicario de la Parroquia San Francisco Solano, el Padre Sergio Torres, quien conoció personalmente a Monseñor Romero explicó que su opción de “tomar partido por el pueblo y en contra de los militares, provocó que algunos obispos y sacerdotes manifestaran sus dudas sobre hasta qué punto un sacerdote podía tomar o no un compromiso tan concreto en una lucha civil. Por esa duda se detuvo el procedimiento”, señaló Torres.
El caso tomó un nuevo giro en abril del año pasado, cuando el Papa Francisco desbloqueó el proceso de beatificación.
El académico del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago, Cristián Parker, consideró que la decisión del Papa es parte de las señales de renovación de la Iglesia: “El Papa Francisco está enviando una señal de que la Iglesia es una y diversa. En el seno del catolicismo hay distintas corrientes pastorales y teológicas y el mensaje de esta acción es que todas ellas, en la medida que asuman ciertos valores fundamentales del evangelio, son válidas. Eso contrasta con la actitud que tuvo anteriormente la Iglesia Católica, cuando hace algunos años la Teología de la Liberación estaba condenada, porque no se consideraba una corriente teológica sino más bien herética. Está diciendo que la Iglesia que opta por los pobres es también una de las dimensiones de la Iglesia latinoamericana. Me parece que es muy interesante la señal, del punto de vista de una importante renovación de la institución”, señaló.
Por su parte, Marcial Sánchez, historiador y académico especialista en la Iglesia Católica, señaló que el Pontífice busca en Romero un ejemplo que sirva en la configuración del imaginario para una nueva iglesia en América Latina: “Y estos hombres que fueron capaces de levantar la voz de los sufrientes son los que hoy se recuerdan. Hoy día tenemos en el Vaticano a uno de ellos, que no está dispuesto a que estos hombres que fueron capaces de levantar la voz del pueblo y de los pobres, pasen inadvertidos. Esa es a mi juicio la razón de que el Papa esté acelerando esta causa y recordándolo permanentemente en sus homilías”, explicó.
En El Salvador, en tanto, el presidente Mauricio Funes develó en un acto público la placa con el nuevo nombre del aeropuerto Internacional en honor a Monseñor Romero. Vale recordar que hasta hoy, no se ha producido ninguna detención por su asesinato.
El Gobierno de ese país y la comunidad católica salvadoreña abogan todavía ante el papa Francisco por la pronta beatificación de sacerdote y su posterior canonización, que podría llevarse a cabo durante el próximo año.