Las secuelas que dejó el golpe de Papas Fritas

Mientras el artista se mantiene "en la clandestinidad", su obra "Ad Augusta per Angusta" permanece en el GAM y genera reacciones. Mientras algunos destacan que apunte a la crisis de la Universidad del Mar, otros consideran que el objetivo no es otro que un simple espectáculo.

Mientras el artista se mantiene "en la clandestinidad", su obra "Ad Augusta per Angusta" permanece en el GAM y genera reacciones. Mientras algunos destacan que apunte a la crisis de la Universidad del Mar, otros consideran que el objetivo no es otro que un simple espectáculo.

“Ante el actuar ilícito de la policía, me veo en la triste obligación de hablarles desde una embajada. Como todos saben, de manera coludida, la policía y el Centro Cultural Gabriela Mistral atacaron mi obra. En este momento les digo a todos que la repondremos. Hay más cenizas de los pagarés, por lo que la kombi seguirá tal cual estaba en el GAM, pero ahora para siempre, señores, será el museo de la memoria de la vergüenza de sistema educacional que tenemos. Esta obra es y será el espejo del Chile actual”.

Así “habló” Francisco Tapia, conocido como Papas Fritas, en un video difundido este viernes a través de YouTube, luego que la Policía de Investigaciones (PDI) incautara las cenizas que forman parte de Ad Augusta per Angusta, la obra que presentó el martes en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM).

El artista reconoció el robo de pagarés, letras de cambio y contratos que acreditaban millonarias deudas de los estudiantes de la Universidad del Mar y aseguró que los quemó “cada noche, como un ritual”.

“Ya no tienen que pagar más, compañeros, nada más. No tengan miedo las familias de que sus casas vayan a ser sacadas”, afirmó en el video que se exhibía en el centro cultural, junto a una camioneta, y en el que se autoinculpó.

Ante la acción de la PDI, Papas Fritas se declaró “en la clandestinidad” y se refugió en “una embajada amiga”, desde donde ha permanecido difundiendo su trabajo, principalmente, a través de redes sociales. Incluso, a través de Twitter se llamaba a hacer donaciones a la causa.

Para la directora del Museo de la Solidaridad, Claudia Zaldívar, lo que hizo Papas Fritas “es arte activista. En el fondo, es dar a ver situaciones coyunturales que pasan a nivel social para que sean vistas por la gente. Lo que pasó en la Universidad del Mar fue una estafa y el Papas Fritas toma eso y lo da a ver. Que vaya a una toma, tome los pagarés y se haga legalmente responsable de esa postura, desde el arte, me parece sumamente válido”.

¿Por qué la acción generó tanto revuelo? Claudia Zaldívar explica que Papas Fritas “tiene una obra sumamente efectiva con los medios de comunicación, dirigida a éstos. No todos los artistas trabajan desde ese formato y tendencia de arte. Algunos están dando a ver ciertas situaciones sociales, políticas, económicas o culturales, pero no mediando con los medios de comunicación. Papas Fritas sí utiliza los medios de comunicación en su obra”.

Justamente, el énfasis comunicacional de la obra es uno de los cuestionamientos que tiene Francisco Villarroel, del sitio especializado Artishock, quien advierte que “la obra tiene la aspiración de sobrepasar el lenguaje artístico, que tiende a ser muy metafórico, e incidir en la realidad de esas deudas millonarias, pero hay que contextualizar si esa realización es efectiva o no: si elimina la deuda y si ese es el fin de la acción artística”.

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Villarroel, también estudiante de Derecho, consideró que “no hay un buen estudio de si se libera de la deuda a los estudiantes y de cuáles son las responsabilidades civiles y penales”.

Según argumenta, la quiebra que afecta a la institución tiene consecuencias que el artista parece no haber contemplado: “La universidad no se sostiene por sí misma y es una masa de bienes dispuestos para ser liquidados y repartidos entre la serie de deudas que tiene. Entre ellas, una de las más importantes es con los trabajadores. Cuando él libera -entre comillas- de sus deudas a los estudiantes, los grandes perjudicados son los acreedores de la universidad y, dentro de ellos, muchos son trabajadores a los que no les pagaron en mucho tiempo”, asegura.

“Es bien extraño decir aquí estoy, solicito que se me investigue y aplique todo el peso de la ley, pero me tocan mi obra de arte y me arranco a una embajada amiga. Tiendo a pensar que el objetivo no estaba puesto ahí, sino que en un show, en un espectáculo bien llamativo que él pueda manipular”, afirma.

Asimismo, Francisco Villarroel cuestiona la forma en que Papas Fritas elaboró la acción: “Está todo muy vinculado a su persona y a que él tenga una tribuna para poder decir algo. En ese sentido, el mayor aporte de la obra no es preguntarse si realmente habrá una consecuencia jurídica o justicia, que es algo mucho más importante, sino en qué medida él puede tener tribuna y en qué medida pasa algo con él como el mito del héroe, el Robin Hood”, indica.

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Por el contrario, Claudia Zaldívar considera “válido” que Papas Fritas “asuma, como una forma de trabajo y como la eficiencia de su obra, desde un comienzo, la utilización de los medios de comunicación, porque la vida contemporánea está súper ligada a lo que sale en la prensa y en los medios”.

“El problema es que el arte está sumamente cerrado y poco promocionado desde los medios. Me ha sorprendido que Papas Fritas ponga el tema de qué es el arte en los medios de comunicación y cómo el chileno común y corriente no tiene una necesidad de consumo de cultura ni de arte como en otros países. Es una falta de educación y cultura en la mayoría de las capas sociales”, concluye.





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