Premio Nacional de Educación visita Villa Grimaldi a 40 años de su detención

“Debajo de Villa Grimaldi hay una costra, un mundo subterráneo que no debe ser olvidado… este verde significa vida y es bueno que se recuerde desde la vida” reflexionó el reciente Premio Nacional de Educación, Iván Núñez, al regresar después de 40 años al sitio donde estuvo prisionero en dictadura.

“Debajo de Villa Grimaldi hay una costra, un mundo subterráneo que no debe ser olvidado… este verde significa vida y es bueno que se recuerde desde la vida” reflexionó el reciente Premio Nacional de Educación, Iván Núñez, al regresar después de 40 años al sitio donde estuvo prisionero en dictadura.

40 años pasaron antes que Iván Núñez volviera a pisar Villa Grimaldi. El recientemente galardonado con el Premio Nacional de Educación recibió la invitación para ofrecer una conferencia de prensa en el que hoy es un parque por la paz y la memoria.

Así, la sorpresa que lo invadió le costaba verbalizar, el profesor de historia recorrió el actual Parque que en distintos puntos rememora las técnicas de tortura a las que fueron sometidos cientos de hombres y mujeres.

Cinco días pasó Núñez en el lugar y uno de ellos fue víctima de vejaciones como exponer su cuerpo a la parrilla.

Al llegar, en octubre de 1975, él recuerda que fue reconocido y respetado entre sus pares, piensa que se debió a su anterior participación en la Escuela Nacional Unificada (reforma al sistema educativo de 1971).

Asimismo, destaca la relación que tuvo con el historiador Gabriel Salazar y los momentos que vivieron al interior de Villa Grimaldi. “A Gabriel Salazar no lo conocía ni siquiera de nombre, pero en cierto modo establecimos de inmediato una relación porque teníamos muchas cosas en común. Profesores de Historia ambos, el paso por el viejo Pedagógico y él había trabajado en una de esas escuelas con las que teníamos buenas relaciones. Entonces, a pesar de no haberlo visto nunca en mi vida de profesor, comenzamos a conversar largamente y me di cuenta que habíamos tenido vidas paralelas sin habernos encontrado nunca”.

Las vendas semi transparentes que permitían ver escenas terribles, el temor al sonido de la apertura del pestillo que indicaba el ingreso de los torturadores a la pieza y el golpe en la cabeza realizado despiadadamente por una de las agentes, son parte de las imágenes que evocó el Premio Nacional de Educación. En su discurso, sin embargo, se considera afortunado en comparación a la experiencia de aquellos que murieron, desaparecieron o fueron sometidos durante meses a torturas: “Hay una tremenda diferencia al haber sido sometido solo a una sesión de tortura que no fue tan grave, no me causó secuelas físicas posteriores, tampoco fue afectada mi salud mental. Desde ese punto de vista, un privilegio”, recordó.

Al final del recorrido por Villa Grimaldi, sentado bajo la sombra de un árbol con su bastón en mano, Núñez afirmó que fue una sorpresa para él encontrar el lugar de tortura convertido en un gran parque por la memoria y la paz. En su evocación final, pidió no olvidar la sangre y el dolor que por ese lugar se esparció: “Aquí debajo hay una costra, un mundo subterráneo que no debe ser olvidado, pero que bueno que sea recordado desde un parque, como superación del horror y que las nuevas generaciones sepan, pregunten”.





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