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Derechos Humanos en democracia


Miércoles 20 de abril 2016 13:28 hrs.


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La defensa y promoción de los derechos humanos debe ser una acción constante. Su alcance es primordial en todas las épocas, por ello resulta absurdo cuando se asocia exclusivamente a los abusos cometidos durante los regímenes dictatoriales. Por cierto, las formas de represión no son solamente las que se ejercen directamente sobre el cuerpo; no necesariamente conllevan la existencia de cárceles clandestinas y policías secretas.  La coacción en democracia adquiere matices más sutiles; se manifiesta en la inequidad social, en la discriminación en sus diversas expresiones, en el poder desmedido del dinero, que concede privilegios para algunos que debieran ser derechos de todos. En democracia, la defensa y promoción de los derechos humanos debe, por lo mismo, tener ese carácter siempre actual y urgente.

En Chile existen diversas organizaciones que defienden y promueven los derechos humanos, siendo la tendencia ceñirse a algún aspecto particular, como lo es el derecho a la educación, los derechos de los presos, de los migrantes, de las minorías sexuales, de los infantes e indígenas, entre muchos otros. El rol de estas agrupaciones es de suma importancia, pero también lo es contar con una mirada amplia e integral, que resulta de la coordinación, trabajo conjunto y comunicación permanente entre los diversos organismos que trabajan en derechos humanos. En este aspecto, organizaciones como el Observatorio Ciudadano y la Asociación Chilena de organismos No Gubernamentales (ACCIÓN) tienen una función significativa. Entidades creadas en dictadura, como FASIC Y CODEPU, se encuentran asociadas a ésta última. Mirar lo que están haciendo es fundamental.

Para transformar la realidad social es imprescindible unir fuerzas, ya que las colectividades atomizadas, desvinculadas de sus pares, restringen su campo de acción. Por eso, en este mundo de la híper especialización también es positivo ampliar las perspectivas. En particular, los derechos humanos son indisociables e integrales, porque es el respeto en todas sus dimensiones lo que garantiza la dignidad de las personas. Este camino nos impone un atractivo desafío: avanzar en la construcción de una ciudadanía activa, educada, informada y consciente de sus derechos. Una sociedad artífice de su destino político.  Así no seremos individuos desligados de nuestro propio entorno, como islas disgregadas en un vasto territorio.