¿La guerra en Oriente Medio enfrentará a Rusia e Israel?

La situación de inestabilidad que afecta a Oriente Medio genera las condiciones propicias, para que las acciones de quienes participan en los conflictos de la zona pudiesen tener enfrentamientos directos de menor o mayor envergadura dependiendo de la profundidad de la crisis. Tal fue el caso del derribo del avión ruso, a manos de aviones de la Fuerza Aérea turca en noviembre del año 2015 que afectó profundamente las relaciones políticas y económicas entre Moscú y el régimen de Ankara.

La situación de inestabilidad que afecta a Oriente Medio genera las condiciones propicias, para que las acciones de quienes participan en los conflictos de la zona pudiesen tener enfrentamientos directos de menor o mayor envergadura dependiendo de la profundidad de la crisis. Tal fue el caso del derribo del avión ruso, a manos de aviones de la Fuerza Aérea turca en noviembre del año 2015 que afectó profundamente las relaciones políticas y económicas entre Moscú y el régimen de Ankara.

¿Es verídica la posibilidad que en el contexto del conflicto en Siria se desencadene una guerra que enfrente al régimen israelí con la participación de la Federación Rusa?

Interrogante que surge a partir de las hipótesis bélicas que auguran una colisión entre la entidad sionista y Rusia, país del cual proviene aproximadamente el 15% de la población actual israelí, es decir, 1.25 millones de rusos en un total de 8.2 millones. Las alertas sobre esta contingencia son de larga data y vinculan, no sólo el papel de crónico agresor de Israel con respecto a Palestina, El Líbano y Siria, fundamentalmente, sino también a las relaciones de complicidad que mantiene este régimen, en los crímenes cometidos contra otros pueblos, que se llevan a cabo en estrecha comunión con los gobiernos de Turquía, la Casa al Saud, Jordania y las Monarquías Ribereñas del Golfo Pérsico. Todo ello con el beneplácito y el manto protector de Washington y la Organización del Tratado del Atlántico Norte – OTAN –.

Israel y su contumacia belicista

La situación de inestabilidad que afecta a Oriente Medio genera las condiciones propicias, para que las acciones de quienes participan en los conflictos de la zona pudiesen tener enfrentamientos directos de menor o mayor envergadura dependiendo de la profundidad de la crisis. Tal fue el caso del derribo del avión ruso, a manos de aviones de la Fuerza Aérea turca en noviembre del año 2015 que afectó profundamente las relaciones políticas y económicas entre Moscú y el régimen de Ankara. El Presidente ruso, Vladimir Putin calificó dicha acción como “una puñalada en la espalda por parte de cómplices de los terroristas, que tendrá serias consecuencias”.  Advertencia que tenía un destinatario indirecto: Israel, que tomó buena nota de ello suspendiendo los habituales vuelos que violaban territorio libanés,  al ser seguidos en esas operaciones por Cazas rusos de la Base Aérea establecida en Jmeimim convertida hoy en Base Aérea y Militar permanente, que implica una vigilancia más estrecha de las fuerzas militares sionistas e incluso de sus instalaciones civiles como es el caso del Aeropuerto Ben Gurión en Tel Aviv, en los territorios de la Palestina Histórica.

Las situaciones consignadas, obligaron a las Coaliciones presentes en la zona: una de ellas conformada por Siria, Rusia, Irán y el Movimiento Hezbolá a generar condiciones de coordinación – esencialmente Rusia – con la Asociación de países encabezada por Estados Unidos junto a naciones de Europa, Oriente Medio e incluso del Magreb. A pesar de ello y la buena disposición rusa y el Eje de la Resistencia, esta comunicación, claramente escasa, ha tenido hitos de provocación como fue el bombardeo de posiciones del Ejército Sirio el día 17 de septiembre del 2016– una semana después de la firma de acuerdo de cese al fuego temporal firmado en Ginebra entre Washington y Moscú –  a manos de aviones estadounidense ocasionando la muerte de 83 militares sirios y heridas a un centenar de efectivos gubernamentales.

El ataque a las tropas sirias fue atribuido por el Pentágono, a un “error de apreciación de creer que se bombardeaba posiciones de grupos takfirí”. Justamente este limbo de evaluaciones equívocas puede generar el estallido de un conflicto que abarque a toda la región. Sobre todo, porque la Fuerza Aeroespacial Rusa actúa cotidianamente, al igual que fuerzas terrestres que trabajan en el terreno como consejeros militares, expuestas a este tipo de ataques, conjuntamente con los combatientes de Hezbolá y los voluntarios del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica. Sumemos la serie de bravatas y bombardeos de la entidad sionista contra posiciones libanesas y sirias, además de proporcionar apoyo sanitario, logístico e información de inteligencia a grupos como Fath al Sham – ex Frente al Nusra – que actúa principalmente en las cercanías de los ocupados territorios sirios de los Altos del Golán. Zona frágil, estratégica y que obligó a Siria y Hezbola advertir a Israel que no aceptará incursiones en su territorio. Incidentes donde la Fuerza Aeroespacial Rusa ha actuado claramente con disparos contra aviones israelíes ya sea en la zona mencionada como también en las costas frente a Siria, imponiendo la decisión de no aceptar bombardeos donde opere el Eje de la Resistencia.

Tal situación ha preocupado al premier israelí, Benjamin Netanyahu, quien trató el tema en los tres encuentros sostenidos el pasado año 2016 con el mandatario ruso. El propio gobierno de Putin, en octubre del año 2015, un mes después de su entrada en defensa activa del gobierno sirio advirtió a Israel que evitara cualquier tipo de ataque contra sus aliados en Siria, en especial contra Hezbolá y las fuerzas asesoras iraníes, aliados en la lucha contra los movimientos terroristas salafistas. Declaración lógica, en el marco de la confianza mutua que se debe tener entre fuerzas que actúan coordinadas contra el enemigo takfirí. Todo ello con un cambio en el escenario bélico con la recuperación de la ciudad siria de Alepo a manos del Ejército Árabe Sirio junto a sus socios de Irán, Hezbolá y el apoyo aéreo ruso.

La sugerencia debe ser acompañada, lógicamente, de la acción punitiva cuando se viola y ello es lo que ha faltado con relación a Israel, de la cual se conoce que  ha tenido, por lo menos una veintena de acciones militares de bombardeo sobre posiciones de Hezbolá y el Ejército Sirio. En junio del 2016 el General de Brigada Josro Oruy, alto asesor del Cuerpo de Guardianes de la Revolución islámica de Irán urgió al gobierno ruso a usar sus misiles antiaéreos S-400 para derribar los aviones israelíes que ataquen Siria los sistemas antiaéreos que Rusia llevó a Siria no deberían haber permitido que ni solo avión enemigo sobrevolase el país, pero esto no ha ocurrido en una guerra sin fin, lanzada por potencias arrogantes, enemigos que han trazado un complot eterno contra Siria aprovechando al máximo la situación de caos e inestabilidad en la región”. Esta advertencia surtió efecto y generó una ralentización de los esfuerzos bélicos sionistas en la zona.

Desde el Kremlin se ha advertido repetidamente a Tel Aviv que se considera inaceptable cualquier operación de injerencia o ataque israelí en contra de sus aliados sobre todo tras las declaraciones del ex Ministro de Defensa sionistas Moshe Yaalon y el actual funcionario que preside el Ministerio de Asuntos Militares, el ultranacionalista Avigdor Lieberman quienes han afirmado coincidentemente que “Israel tiene el derecho de repetir los ataques contra Siria si sus líneas rojas son cruzadas”. Líneas rojas discutibles pues la referencia es sobre la zona de Los Altos del Golán,  que pertenece a Siria a lo que se suma ataques contra territorio Libanés, defendido férreamente por Hezbolá.  Declaraciones que tendrán que medirse en vista de la recientemente aprobada Resolución N° 2334 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que exige el fin de los asentamientos sionistas en la Ribera Occidental, que obligará a Tel Aviv a extremar esfuerzos políticos y diplomáticos, que no signifiquen un descalabro en el dominio ilegal que sustenta sobre el West Bank y que se puede acrecentar tras la Conferencia de París del próximo 15 de enero del 2016.

Por tanto, cualquier embestida contra El Líbano o Siria aparece simplemente como una acción provocadora y atentatoria contra su soberanía y que tendría una respuesta potente. Más aún hoy, cuando el nuevo mandatario Libanés, Michel Aoun, ha declarado que el enemigo principal en Oriente Medio y el principal instigador de la inestabilidad es la entidad sionista. Michel Aoun ha consignado la necesidad de actuar mancomunadamente, contra los grupos terroristas pero también contra la nefasta influencia sionista, apoyándose en ello en el Movimientos Hezbolá, que saludó el triunfo de Aoun al igual que el Movimientos Hamas, el gobierno sirio y la República islámica de Irán. Israel suma así un nuevo frente del cual cuidarse.

Rusos radicales usados como punta de lanza

A fines del año 2015 Rusia e Israel, como una manera de evitar un choque frontal, establecieron el acuerdo de tender líneas de comunicación directa, que ha resultado poco práctico y se ha sido violado permanentemente por la entidad sionista, que se cree con el derecho de actuar sin ton ni son contra los aliados de Rusia. El carácter intrínsecamente belicoso de Israel es causa de conflictos permanentes. Afirmación que proviene de personas que han trabajado en el seno de los organismos de inteligencia sionista, como Yuval Diskin, ex Director del Shin Bet, quien ha señalado el peligro que se cierne sobre Oriente Medio por la conducta de dirigentes israelíes que “no tienen el nivel suficiente   para lidiar con la posibilidad de una guerra regional – donde indudablemente estaría Rusia – No confío en una dirección política que toma decisiones basándose en sentimientos mesiánicos” ha afirmado Diskin.

Opinión compartida por otro ex General como es el caso de Meir Dagan ex Director del Mossad y también oficiales vinculados al Estado Mayor del ejército sionista, que han alertado sobre la lógica bélica del gobierno de Netanyahu, que cree posible una guerra contra la República de Irán, la destrucción del pueblo palestino, la eliminación de Hezbolá y en general el sometimiento de todos aquellos No Judíos, que según la creencia de Netanyahu y gran parte de su gabinete nacieron para servir al “pueblo elegido”. ¿Podrá la entidad sionista, en esa racionalidad mesiánica ver también como enemigo al país del cual proviene parte importante de su población judía, instalada en gran número, gracias a las regalías del régimen sionista,  en los territorios ocupados de la Ribera Occidental?

Lo más probable es que la respuesta a esta interrogante sea positiva, toda vez que la comunidad rusa que emigro de la ex Unión Soviética a inicios de la década de los 90 del siglo XX, se ha constituido en un factor de peso en la consolidación de la derecha radical, ultranacionalista y colonialista en Israel. Una comunidad rusófona, que vive enclaustrada en sus propios guetos, parte importante de ella en los asentamientos que usurpan el territorio palestino. Furibundos seguidores de políticos ultranacionalistas como Avigdor Lieberman, también venido de una República de la ex Unión Soviética como Moldavia y quien el año 1999 fundara el Partido Ultraderechista Yisrael Beiteinu – Israel Nuestra Casa – Extremistas de tomo y lomo.





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