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Año XVI, 25 de abril de 2024


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Servicio Médico Legal: 100 años luchando contra la muerte

A poco más de 10 años de que se reconocieran los errores cometidos por la institución en el Patio 29 el director nacional del SML, Juan de Dios Reyes, dice que aprendieron de los errores y que hoy, a 102 años del hito que marca su nacimiento, cuentan con una tecnología y experiencia que lo sitúa a la vanguardia del área en Latinoamérica. Aunque por estos días, más allá de las autopsias y las identificaciones, se ocupan más de los vivos que de los muertos.

Victoria Viñals

  Martes 6 de junio 2017 9:09 hrs. 
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A simple vista parecen objetos caseros: un cucharón, un cuchillo pequeño, una mini pimer, una pesa de verduras, un napoleón, unas mangueras. Están limpios, ubicados uno al lado de otro en riguroso orden, a los pies de una camilla metálica, al centro de una sala. El piso parece el fondo de una bañera, sin esquinas, aunque de cerámica. La sala despliega la misma forma de bañera, semicircular. Alrededor y hacia el techo hay graderías blancas.

Es una sala de clases. Aquí enseñan a hacer autopsias a los estudiantes de distintas facultades de medicina del país.

Cucharón, cuchillo pequeño, minipimmer, pesa de verduras, napoleón y mangueras, son en realidad: un instrumento para sacar fluidos de los cuerpos, un bisturí, una máquina para abrir cráneos, una herramienta médica para pesar órganos del cuerpo, un aparato para cortar costillas y huesos y unas mangueras limpiar los restos. La forma de bañera debe explicarse por las necesidades higiénicas.

Por segundo año consecutivo, el Servicio Médico Legal abrió sus puertas en el día del patrimonio. Ese día, la fila para ver la sala mantuvo una rotación aproximada de 200 o 300 personas. Había expectación por ver cómo era y qué era exactamente lo que hacían ahí adentro.

Una médico forense explicaba para qué servía cada uno de los implementos y qué se hacía con los órganos de un cadáver. “Se pesan, se toman muestras, se observan, se devuelven al lugar”, dice mientras toma los órganos de un muñeco de muestra.

El público apostado en las graderías, observa en silencio hasta la ronda de preguntas. Hay tópicos frecuentes: la propia experiencia, el suicidio, los mitos. ¿De qué color es el cerebro? ¿Por qué los cuerpos están hinchados en los velatorios? ¿Qué pasa con la gente que se ahorca/dispara/toma veneno? ¿Alguna vez se le ha movido un cuerpo en medio de un procedimiento? ¿Qué pasa si la mujer estaba embarazada?

La forense es sumamente paciente. Responde una a una las preguntas. El feto se va con la madre, nunca se le ha movido ningún cuerpo, según el tipo de suicidio las marcas corporales que deja, los cuerpos tienen procesos según la cantidad de horas que han trascurrido desde que cesaron las funciones vitales, el cerebro es de color beige.

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La gente sale contenta, con una suerte de extraña euforia. Ninguna otra de las seis actividades que programó para ese día el Servicio tuvo tanta fila, ni tanta expectación. Quizás sea por esa misma fascinación que despierta la muerte, que más de dos mil personas visitaron el SML ese día.

La huella de la muerte

La muerte fue, durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, el hito que marcó el nacimiento de la institución y que permitió darle forma. En 1879 existía simplemente como “la morgue” y se le atribuyó la función de certificar la “muerte inesperada”.

Desde ahí hasta 1883 funcionó en una pequeña habitación dentro de un cuartel de policía ubicado en la calle Amunategui. En 1898 se trasladó hasta un edificio en calle Teatinos, donde permaneció hasta 1926, cuando se inauguraron las dependencias que ocupa hasta hoy en Avenida La Paz.

Ese mismo año también deja de ser denominada como “morgue” y asume el nombre de Instituto Médico Legal. Su traslado a la zona norte de la capital fue estratégico y orientado a que se situara en las cercanías del Cementerio General, la Casa de Orates y el Hospital San José.

Todo este proceso, registra como hito el decreto 1851 de 1915, con el cual se adjudicaron los terrenos para construir el edificio con mejor y más avanzadas condiciones tecnológicas e higiénicas.

Durante todo este periodo Chile estaba marcado por la cuestión social, y albergaba importantes deficiencias en materia de prevención, salubridad e higiene pública.

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En este contexto, la morgue y posteriormente el Instituto Médico Legal jugaron un rol clave evitando la propagación de virus y enfermedades a través de la descomposición de los cuerpos. Un rol científico-médico al estudiar a los fallecidos y un rol jurídico penal, al determinar las responsabilidades y causas de muerte en los casos de crímenes cometidos.

En relación a este último aspecto, existen dos hechos que fueron claves en el reconocimiento de la importancia del trabajo realizado por el IML. El primero de ellos fue el de las “Cajitas de agua” y el segundo, el “Caso de la Legación Alemana”.

El 5 de febrero de 1909 se incendió el edificio de la Legación Alemana, predecesora de la embajada de ese país. El canciller de ese país, Guillermo Beckert, había asaltado la caja fuerte, asesinado al portero Exequiel Tapia, e incendiado el inmueble, dejando pistas que hacían suponer no sólo su propia muerte, sino que además incriminaban al portero. Los aportes de la institución forense fueron claves para informar a los tribunales del caso, y finalmente demostrar que el cuerpo calcinado no era el del canciller, sino que el del portero.

“En ese momento, todas las evidencias “subjetivas” apuntaban a que había habido un empleado chileno de un nivel socioeconómico bajo, como culpable de un asesinato y robo y que para ocultar eso, entonces provoca un incendio. Todo encajaba bien, era una persona que no tenía dinero, que tenía un bajo nivel sociocultural y por lo tanto, era esperable que hiciera estas cosas y todas las energías se concentraron en buscarlo”, explica en entrevista con Radio y Diario Universidad de Chile, el director nacional del SML, Juan de Dios Reyes.

“Nosotros volvimos el tema a su realidad, identificamos al muerto, al desaparecido y con eso no solamente restituimos la justicia, sino que aliviamos a la familia de esa persona falsamente acusada. De un día para otros se transformaron en familia de un ladrón y asesino, y nosotros restituimos a esa persona y a esa familia la dignidad. No es solamente un tema de la ciencia. Se trata de que la ciencia se pone al servicio de las personas”, reflexiona el director.

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Quizás por eso también que a 102 años del hito que marca su formación,  sea difícil para sus autoridades explicar que son un órgano auxiliar de la administración de justicia, y que lo que hacen es mucho, mucho más que practicar autopsias.

La justicia

El Servicio Médico legal es un auxiliar en la administración de justicia, lo que determina su función de proporcionar evidencia o antecedentes objetivos, imparciales, ojalá indubitables para que los tribunales en general y los jueces en particular puedan tomar mejores decisiones y fallar conforme a derecho.

En ese sentido, al revisar la historia de Latinoamérica en esta materia, son pocas las instituciones de este tipo que han cumplido 100 años, lo que vuelve al SML uno de los organismos con más tradición, experiencia y mayor desarrollo.

Pese a la enorme importancia del desarrollo científico y de las técnicas médicas aplicadas a la vida de las personas, la función última de la institución es más que desarrollar la ciencia en cuanto ciencia, es cómo ayuda a hacer una mejor justicia.

“Nosotros aplicamos la ciencia, con el objeto de tener claridad respecto a una situación oscura pero que afecta a personas”, explica Juan de Dios Reyes.

Así, el trabajo de autopsias y vinculado a la muerte ocupa no más allá de entre un 10 y 20 por ciento del total de servicios prestados por la institución. La realización de informes toxicológicos, de pruebas de ADN, las constataciones de lesiones y agresiones sexuales son algunos de los temas en los que se enfoca el organismo.

Por más extraño que parezca, el SML se ocupa más de los vivos que de los muertos.

Revictimización 

De nuevo en el día del Patrimonio. En el patio del SML hay una camioneta de sexología. Es amplia y en su interior hay un ecógrafo, una camilla ginecológica y avanzada tecnología que permite observar y tomar muestras del interior de las víctimas. La camioneta está separada en dos ambientes. En el primero, un psicólogo recibe y da contención a las víctimas. En ese lugar, también firman un consentimiento informado antes de someterse al examen físico.

Después pasan al área de examinación, donde un ginecólogo y una matrona examinan, constatan lesiones y toman muestras que permitan identificar al responsable de la agresión.

“En lo primero que estamos concentrándonos es en dar una atención más adecuada a las víctimas, buscando evitar lo que se llama la victimización secundaria, vale decir, es que una cosa es sufrir una agresión y otra cosa es que cuando llegas a constatar las lesiones o el hecho en sí, estés en un ambiente y con un grupo de personas que no tiene una particular preparación para enfrentar una situación que es de mucho estrés, violencia, que se mantiene en el tiempo. Cuando se sufre una agresión sexual, no solo se agrede físicamente a la persona sino que también moralmente”, dice el director del SML.

Esta revictimización estuvo durante mucho tiempo determinada por la obligación de las víctimas de someterse a exámenes periciales con distintos médicos y a tener que repetir el relato de su agresión un sinnúmero de veces. Además del estrés de tener que, después de una agresión sexual, exponer las lesiones o marcas físicas ante un extraño.

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Una parte importante de los recursos de la institución se han destinado a este programa, impulsado por la Presidenta Michelle Bachelet.  Mejorar las salas, definir los protocolos para la atención y capacitar a más médicos, matronas y psicólogos, para dar una atención adecuada a quienes han sido víctimas de estas agresiones.

Juan de Dios Reyes explica que parte de estas medidas, consiste en una base de datos con perfil genético de personas que están siendo condenadas por diversos tipos de delito. “Eso nos ha permitido también poder identificar a agresores, sin lugar a dudas, de personas que fueron víctimas de una violación por un completo extraño”, asegura.

Patio 29

En 2006 el entonces director del SML, Oscar Vargas, reconoció que habían errores en la identidad de 48 de las 96 osamentas identificadas por el organismo, tras la exhumación de 126 cuerpos (30 fueron catalogados como NN) desde el Patio 29 del Cementerio General.

Durante la Dictadura, el Patio 29 fue utilizado por agentes del Estado para enterrar cuerpos de ejecutados políticos y detenidos desaparecidos. A principios de los noventa, se autorizó la exhumación del sitio dejando como resultado un total de osamentas correspondientes a 126 personas, de las cuales 96 fueron identificadas. El anuncio de 2006 dejó a 48 de las 96 familias que creían haber encontrado los restos de sus familiares, en la nada.

“El rol del SML fue después de la Dictadura, cuando empezamos a encontrar restos humanos que no sabíamos a quien correspondían y que podíamos sospechar que tenían relación con tal o cual caso. Es cierto que en el proceso de aprendizaje cometimos errores y es muy conocido el caso del Patio 29, pero eso fue parte del proceso de aprendizaje que hoy día nos permite asegurar con mucho mas certeza que lo que estamos haciendo es lo correcto”, asegura el director actual.

“Si bien a partir del tema de las desapariciones forzadas y la identificación de estos restos humanos de antigua data o en condiciones muy difíciles, hemos ido ganando en experiencia, en conocimiento y en competencias finalmente, que son y sirven para la vida diaria”, agregó.

Desde 2014 el SML trabaja en la campaña “Una gota de sangre por la verdad y justicia”, que busca aumentar los registro del Banco de ADN creado por el organismo. La idea es guardar un registro de ADN de los familiares de detenidos desaparecidos que permitan identificar los cuerpos que aún no se han clarificado, o aquellos que puedan encontrarse en el futuro. Con un Banco de ADN completo podrían encontrarse a las más de mil personas que, a 40 años del Golpe Militar, continúan desaparecidas.

Esta experiencia ha sido utilizada en la última década para actuar en el reconocimiento de cuerpos y osamentas, no sólo en casos de violaciones a los derechos humanos, sino que también en casos de desastres naturales o calificados como de alta complejidad.

“Cuando finalmente, después de muchos años se encuentran unos restos humanos cerca de Concepción, nosotros mediante la ciencia identificamos que eran efectivamente los restos de Jorge Matute Johns. A esa familia también nosotros le devolvimos a su hijo. Ya no era un desaparecido. Es la ciencia aplicada al servicio de las personas, de la justicia y de los derechos humanos. Ya no eran restos que estaban ahí como un objeto, era el cadáver de una persona super concreta”, relata el Juan de Dios Reyes.

Las víctimas del incendio en la cárcel de San Miguel, del terremoto, tsunami, aluvión e incendios forestales han sido identificadas por la institución.

En el Día del Patrimonio hubo una sección especial para hablar del reconocimiento de los cuerpos. Una funcionaria explica que según el protocolo, cuando se encuentran osamentas deben evaluar su data con la prueba de carbono 14. Si el examen arroja que son anteriores a 1950 son trasladados al Ministerio de Bienes Nacionales.

Otro funcionario explica cómo se realizan análisis en la ropa y en las especies que se encuentran cercanas al cuerpo u osamentas y muestra cómo se guardan en bolsas herméticas, con un sello que afirma la inviolabilidad de la evidencia. También hay un documento que registra la cadena de custodia, donde se registran los datos completos de todos quienes tuvieron a su cargo cualquier tipo de evidencia.

En la última estación del recorrido hay una caja de arena con huesos de yeso y cartuchos de bala. Un hombre explica que en el sitio del suceso se usan banderines naranjos para señalar dónde hay restos humanos, y rosados para apuntar a otras evidencias.

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Una mujer pregunta si las pistas y formas de levantamiento se hacen como en la serie de televisión norteamericana CSI. El funcionario no sabe si reír. Se mantiene serio y le dice que no.

Principio de oportunidad 

Con todo, el SML tiene hoy dos asuntos pendientes. El primero es mejorar algunos de los procesos que actualmente desarrollan, y el segundo, es conseguir más recursos mas para poder responder de manera oportuna al trabajo requerido por la justicia.

“En general la gente identifica al SML por las autopsias, porque es lo más mediático o que llama mas la atención, pero eso representa no mucho más allá del 10 por ciento del total de nuestras actividades. Tenemos mucho que hacer en términos de laboratorio de toxicologia, de salud mental, de lesionología, sexología, agresiones sexuales en niños y adolescentes”, dice el director.

“Hay un montón de temas que estamos desarrollando, que estamos dando respuestas, pero no con la oportunidad que nosotros quisiéramos y ahí tenemos un desafío enorme. Si bien es cierto que para eso tenemos que mejorar algunos de nuestros procesos, y estamos en eso, también requerimos más recursos. Desgraciadamente el Estado (más allá del Gobierno de turno), no ha valorado completamente todo el trabajo que nosotros como SML hacemos en pos de la justicia de este país”, concluye.

Continuando con las actividades de celebración de los 100 años, el Servicio Médico Legal acaba de publicar un libro donde repasa su historia. Revisa la versión online aquí. 

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