Nunca existieron fotografías que dieran cuenta de una familia. Tampoco recuerdos, rostros, aromas u voces conocidas. Por el contrario, durante largos años, Álvaro de la Barra debió reconstruir la memoria de sus padres a partir de imágenes fragmentadas y relatos que llegaron a sus oídos durante su niñez en Venezuela.
La mayor parte de estas historias correspondían a épicas narraciones que hablaban de clandestinidad, compromiso y esperanza.
No obstante, con el pasar del tiempo, este vacío comenzó a nutrirse con datos que el mismo Álvaro recolectó. Primero, descubrió que sus padres, Alejandro de la Barra y Ana María Puga, habían sido militantes del MIR. Luego, conoció que ambos fueron asesinados por la DINA el 3 de diciembre de 1974 en calle Pedro de Valdivia con Andacollo, es decir, a 80 metros de donde se encontraba su jardín infantil.
Esta búsqueda, finalmente, dio origen al documental Venían a buscarme, película que a partir de este jueves podrá verse en distintas salas nacionales.
En Venían a buscarme de la Barra rehace el día en que sus padres fallecieron así como el exilio que debió enfrentar cuando apenas tenía un mes de edad. De esta forma, llega a Francia y Venezuela, dos países que le dieron acogida.
“Para mí el documental fue parte de una búsqueda de identidad”, comenta el director. “Siempre tuve que susurrar mi historia, pero una vez en Chile, me di cuenta de que lo que les había pasado a mis padres ya no era un tabú. Aquí me contaron historias de ellos y muchas veces tuve miedo. Pero entendí que ya podía hablar a viva voz. Ya no era necesario el silencio”, afirma.
De esta manera, el documental transita entre testimonios de familiares y archivos de la época. Y es que, en cierto sentido, la película también recoge lo que implicaba el compromiso político en aquellos años.
“Éste era un punto crucial. Necesitaba saber cuáles fueron las motivaciones de mi padre para una militancia y, por eso, tenía que abordar el por qué decidieron integrar el MIR y llevar un estilo de vida basado en la clandestinidad, sobre todo, porque decidieron hacer una familia”, dice de la Barra, quien una vez fallecido sus padres, fue entregado a sus abuelos que de inmediato comenzaron las gestiones para que el niño saliera del país.
Una infancia en el exilio
Álvaro de la Barra creció entre Venezuela y Francia. Allí, compartió con otros niños que jugaban, inocentemente, a intercambiar a sus familiares. “Hay una historia en particular con German Berger. Él se encontraba junto a su madre, Carmen Hertz, de paso por Caracas. Estábamos jugando y de pronto iniciamos un trueque: yo le prestaba a Pablo, el hermano mayor de mi padre, quien había pasado a ser mí tutor, y él me prestaba a su madre”.
En esos años, Chile no representaba mucho para Álvaro. Para él sólo había un cúmulo de historias, pero, en lo personal no había mucho lazo. De ahí, que hoy afirme: “Me siento muy identificado con Venezuela y, más aún, me siento venezolano en mi forma de andar. Me siento un venezolano nacido en Chile con algún acento francés también”.
La primera vez que de la Barra visitó Chile fue en 1990 en el marco de la repatriación de los restos de su abuelo, Pedro de la Barra, uno de los fundadores del Teatro Experimental de la Universidad de Chile que falleció en julio de 1977 en Caracas.
Esa primera visita fue significativa en todos los sentidos para Álvaro, ya que a partir de ello logró indagar por sí mismo en los relatos que durante años lo habían acompañado respecto de Chile. El resultado fue decepcionante: se topó con un país completamente diferente al de las historias de su infancia.
“En el exilio, uno crece con la imagen que se llevaron las generaciones anteriores de Chile. Entonces, hubo un cambio respecto de esa imagen, porque me encontré con que ya no existía aquel Chile comunitario, solidario y aquella sociedad humana de la que tanto escuché. Llegué y encontré un Chile volcado al materialismo, al individualismo y al arribismo”, dice el director.
Del MIR a la DINA
En Venían a buscarme también aparece el nombre de María Alicia Uribe Gómez, quien durante años fue conocida como “Carola”.
Esta mujer fue parte del MIR, sin embargo, una vez detenida comenzó a colaborar con los organismos de inteligencia.
“Carola trabajó de manera muy cercana al área de mi padre. En ese momento mi madre también se hizo su amiga. Le dieron tanta confianza que había momentos en donde ella me cuidaba cuando mis padres no podían”, señala de La Barra.
En más de una ocasión el director intentó comunicarse con ella. No obstante, cada uno de sus intentos fracasó.
“Cuando Carola es detenida, inmediatamente comienza a delatar gente. A las dos semanas de su detención, por ejemplo, cae mucha gente del MIR”, comenta de la Barra.
Una vez en la DINA, Carola pasa de ser informante a funcionaria. Actualmente, se encuentra en libertad.
Búsquedas y extravíos
Para de Álvaro de la Barra con el documental se abre un proceso importante, sobre todo, para aquella generación cuyos padres fueron víctimas del régimen. En este sentido, advierte: “Los hijos de las víctimas necesitamos hablar. Necesitamos saber qué pasó y hacernos nuestras propias preguntas”.
“Se tiende a tapar la información a no querer hablar, porque no quieren recordar el pasado cuando realmente no recordar no significa que estemos sanando ni que estemos recuperando, ni que estemos solucionando los problemas. Entonces, para nuestra generación es importante conocer y conversar para poder seguir desarrollándonos como individuos y también como sociedad”, dice.
Al mismo tiempo, el director sostiene que más allá de la muerte de sus padres, su trabajo apunta a una permanente investigación: “Para mí la sanación está en el sentido de la búsqueda de mis orígenes, en la búsqueda de mi identidad, de saber de dónde vienen mis padres, de dónde venía mi familia, de saber que mi abuelo fue algo más que mi abuelo, porque aunque te pierdas, la búsqueda es un camino para encontrarse”.
Venían a buscarme se exhibirá en distintas salas nacionales. El detalle de las funciones puede revisarse en Miradoc.