Señor Director :

Todo el mundo lo recuerda como el último ministro de Relaciones Exteriores de Pinochet, porque cumpliendo estas funciones en el Gobierno de Frei Ruiz –Tagle, Inzulza se movió por cielo y por  tierra para liberar al autócrata asesino, en ese momento, detenido en Londres. Recordemos que la liberación de éste último fue obtenida sobre la base de la promesa de Inzulza que el criminal sería juzgado en Chile, lo que, desde luego, nunca sucedió verdaderamente.

Por estas diligencias tan deshonrantes, Inzulza fue premiado años más tarde al convertirse en secretario general del Ministerio de Colonias yanqui, esto es la OEA. Durante los dos periodos que ejerció contó con la unción y la anuencia de sus padrinos de Wahington , Pentágono, CIA y FBI incluidos. Para gratificarlos, Inzulza dejó pasar, sin chistar, los golpes de Estado apenas disimulados en Honduras y Paraguay contra presidentes progresistas que no eran del gusto del imperio.

En estos días, el individuo de marras destila sus comentarios venenosos contra el poder venezolano, pues siente que esto lo pone al diapasón de sus patrones de siempre y puede abrirle algún día el camino de la Moneda, con las graves consecuencias que podría tener para nuestro pueblo que alguien de su catadura mancille, aún más, el sillón de O’Higgins.