Escuchar, cantar, crecer: el activo circuito de la música infantil

Cantando Aprendo a Hablar celebra 30 años de carrera con dos conciertos en el Teatro Oriente y protagoniza un fenómeno con millones de reproducciones en servicios digitales y viajes a México y Perú. El éxito del grupo es parte de un panorama que incluye concursos, premios y hasta música clásica pensada especialmente para una audiencia de niñas y niños.

Cantando Aprendo a Hablar celebra 30 años de carrera con dos conciertos en el Teatro Oriente y protagoniza un fenómeno con millones de reproducciones en servicios digitales y viajes a México y Perú. El éxito del grupo es parte de un panorama que incluye concursos, premios y hasta música clásica pensada especialmente para una audiencia de niñas y niños.

Más de cien conciertos en un año, en regiones diversas de Chile. Dos millones de suscriptores y más de 1.500 millones de reproducciones en su canal de Youtube. Viajes por Perú y México, además de una nominación al Grammy Latino 2011 y presencia en plataformas como Netflix y Spotify.

Esas son señas que sirven para caracterizar a Cantando Aprendo a Hablar, el proyecto que las fonoaudiólogas Aida Pohlhammer y Pamela Cotorás iniciaron en 1989 y que este domingo 5 de mayo celebra 30 años de trayectoria, con dos funciones en el Teatro Oriente, una de las cuales ya tiene entradas agotadas.

Primero con cassettes y hoy a través de formatos digitales, Cantando Aprendo a Hablar ha mantenido una característica: “Todas nuestras canciones tienen un objetivo didáctico”, subraya Pamela Cotorás.

“La mayoría son fonoaudiológicas, es decir, apuntan a que los niños aprendan a hablar mejor, comiencen a desarrollar su lenguaje o puedan aprender otro idioma como el inglés. Nos enfocamos hacia el lenguaje, pero también tenemos un grupo de canciones sobre la creación de hábitos saludables, tanto en el autocuidado como en el cuidado del planeta, por ejemplo”, ahonda. “Creo que por eso nos hemos mantenido vigentes y hemos crecido permanentemente. Es un concepto único: fonoaudiólogas que hacen canciones para que los niños aprendan a hablar”.

Pamela Cotorás y Aida Pohlhammer con el reconocimiento que les entregó Youtube al superar el millón de suscriptores. Foto: CAH.

Pamela Cotorás y Aida Pohlhammer con el reconocimiento que les entregó Youtube al superar el millón de suscriptores. Foto: CAH.

El éxito de Cantando Aprendo a Hablar destaca dentro de un fenómeno que tiene años de desarrollo y que se ha consolidado en el tiempo. Próceres de la música chilena como Ángel Parra o Congreso han dedicado álbumes a niños y niñas, mientras que desde los ‘80 surgieron grupos como Mazapán, Zapallo o Acuarela. En años más recientes, nombres como 31 Minutos, Tikitiklip o Pulentos han apuntalado un circuito que cuenta con sus propios códigos y espacios.

La SCD, por ejemplo, ya ha organizado dos versiones del concurso “Vittorio Cintolesi: Canciones para niños y niñas de hoy”, que han dado fruto a discos compilatorios con música de Josefina Echenique, Wachún y Andrés Poblete, entre otros.

La misma entidad destina una categoría especial al género en los Premios Pulsar, que para este año tiene nominados a Acuarela, Antonia Schmidt, Laguna y el Río, Leonardo Fontecillas y Volantín.

Sebastián Soto es el compositor que se adjudicó el reconocimiento en 2018, gracias a un proyecto llamado Cosmosónicos, centrado en la astronomía y los planetas del sistema solar. “Fue un desafío que encajara el contenido y no fuera complicado. Vi documentales, leí libros, hablé con astrónomos y tenía que meter toda la información de un planeta en tres minutos, cuidando que no fuera solo técnica, sino que también tuviera sentimientos”, cuenta sobre esa experiencia.

Autor de otros dos discos bajo el seudónimo El Viaje de Seth y colaborador de Mon Laferte, Soto enfatiza el aspecto lúdico de la música: “Desde que empecé, sentía que todos los días aprendía algo nuevo. Tocando y tocando la guitarra, por ejemplo, me di cuenta que podía hacerlo. La música te lleva a seguir explorando y a conocer más. Educar en la música es una fórmula súper buena”.

Pulentos en Kidzapalooza. Foto: Claudia Valenzuela / Lollapalooza Chile.

Pulentos en Kidzapalooza. Foto: Claudia Valenzuela / Lollapalooza Chile.

En vivo, los intérpretes de música infantil encuentran espacios diversos. Varios tienen presencia en actividades de municipios o centros comerciales, pero también en festivales masivos como Lollapalooza, que desde sus comienzos ha destinado uno de sus escenarios, Kidzapalooza, a ese público específico.

En la última edición del evento, ese espacio acogió el retorno de Pulentos, el proyecto nacido al alero de una serie animada de Canal 13 y que hoy tiene nuevas canciones, interpretadas por una formación renovada que lideran Sonido Ácido y Vitami.

Con Somos Cabros Chicos como su nueva denominación, la banda se prepara para editar cuatro nuevos singles durante 2019 y en Lollapalooza tuvieron invitados como Pedro Foncea, Pedropiedra y Francisco Durán (Los Bunkers, Pillanes).

“Los niños aceptan más el juego. El público más adulto, en general, es más observante y no se deja fluir mucho”, compara Vitami, quien lleva su propia carrera en el mundo del hip hop. “Los niños fluyen, te siguen, y es muy rica esa capacidad que tienen. Nosotros decimos que no somos una banda para niños, sino para todos los que tengan un espíritu infantil. Para nosotros, es bienvenido un público que quiere pasarlo bien en el momento y dejarse llevar, no estar cuestionando tanto lo que está pasando sino que cantar, bailar, disfrutar y reír”.

También en la música clásica hay proyectos análogos. Orquestas como la Sinfónica Nacional realizan conciertos educacionales o presentaciones dirigidas a niños, mientras que el Municipal de Santiago incluso tiene una temporada específica, el Pequeño Municipal.

Andrea Mijailovksy, directora argentina que esta semana encabeza ahí una escenificación de Cuadros de una exposición de Modest Mussorgsky, advierte que “muchas veces se subestima lo que los chicos pueden apreciar. Ellos nos enseñan mucho”.

“A mí me ha pasado con los chicos que trabajan en la ópera. Los nenes comprenden todo. Por ejemplo, los niñitos que trabajaron en Norma tenían todo muy claro, porque a veces la realidad supera a la ficción, entonces quizás los mayores deberíamos cuidar la realidad más que la ficción”, añade.

El Pequeño Municipal existe desde 2005 y el año pasado convocó a más de 35 mil espectadores. Para 2019 contempla siete espectáculos con música de compositores como Wagner, Stravinsky o Rossini, donde las partituras dialogan además con otras disciplinas, desde la danza a la ilustración.

Foto: Cantando Aprendo a Hablar.




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