Christiane Endler: la ídola ahora es mujer

  • 17-06-2019

Este domingo fue el Día del Padre y en millones de hogares de Chile las familias se reunieron para celebrar a los hombres que hemos tenido hijos, sin perjuicio de que en muchas palabras y brindis se homenajeó también a las mujeres que circunstancial o permanentemente han tenido que cumplir el rol de papás. Como sea, era una fiesta esencialmente masculina y se sabe que una de las preferencias de este grupo es ver partidos de fútbol.

Hasta ahí, todo habitual. Lo de siempre. La gran diferencia es que esta vez las familias no se sentaron a ver hombres defender la camiseta roja, sino a nuestra selección femenina de fútbol. Fue emocionante ver la disciplina y la garra con la que jugaron, cualidades que siempre son deseables en los equipos de nuestra predilección y que muchas veces no hemos visto.

En muchos hogares se produjo espontáneamente algo que pudo pasar desapercibido, pero que es el símbolo de un cambio cultural extraordinario: hombres amargados por los goles de la selección rival, indignados por el lamentable desempeño de la árbitra, alentando a la Roja y quedándose hasta el final para ver si nuestra selección podía hacer un gol o al menos resistir el embate de Estados Unidos, la selección más poderosa del mundo.

También fue admirable ver y escuchar cómo, a pesar de la conformidad generalizada de las y los hinchas, el entrenador y las jugadoras no ensayaron ningún matiz ni excusa para la derrota: simplemente dijeron que querían ganar y se lamentaban por no haberlo hecho, omitiendo con convicción las diferencias de nivel que desde afuera se podrían haber apreciado entre uno y otro equipo.

Entre todas ellas, conmovió a Chile y al mundo futbolístico la actuación extraordinaria de Christiane Endler, quien una y otra vez desafió a la gravedad para sacar goles que parecían hechos. Es muy extraño que en un partido de fútbol que termine 3-0 se elija como la mejor jugadora o jugador a alguien del equipo derrotado, menos a la arquera, pero esta vez la actuación de Endler fue tan sobresaliente que la premiación resultó del todo justa. El decálogo de cobertura no sexista del Mundial femenino nos propone, en primer lugar, no comparar a las jugadoras mujeres con ningún hombre, pero se entenderá el sentido de estas palabras al afirmar que pocas veces se había visto una actuación tan brillante bajo el arco de la selección chilena de fútbol.

En uno de los comerciales hechos especialmente para este torneo, se veía a un papá ir con una hija de la mano rumbo a un entrenamiento. Ella, además de desafiar junto con tantas otras los lugares que tradicionalmente habían sido masculinos, llevaba puesta ya no la camiseta de Bravo, Sánchez o Vidal, sino la de Endler. Al llegar a la esquina, pasó una micro con la cara de la arquera de nuestra selección, para mostrarnos quién está hoy en el lugar de la visibilidad y el reconocimiento.

Cuando luego del partido mi hijo de 17 años me preguntó si le podía regalar la camiseta de Endler, me di cuenta de que algo está cambiando, para bien, en la sociedad chilena.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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