En una semana, dos pumas han merodeado en las comunas del Gran Santiago. En España, jabalíes, patos y pavos reales caminan por las calles vacías de las grandes ciudades, mientras coyotes aprovechan la ausencia humana para deambular a su antojo por San Francisco, en Estados Unidos. El obligado confinamiento de casi 2.500.000 millones de personas como forma de prevención ante la pandemia de la nueva cepa de coronavirus ha tenido un efecto inesperado en la naturaleza: aires y aguas más limpias, y la presencia de diversa fauna en distintas urbes alrededor del mundo.
Este viernes, nuestro noticiario Radioanálisis contó con la presencia del profesor Cristóbal Briceño, académico del Departamento de Medicina Preventiva Animal de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la Universidad de Chile, quien conversó con el director de nuestra emisora, Patricio López, sobre la presencia de animales salvajes en las calles y los efectos en la naturaleza ante la escasa presencia humana.
El académico explicó que ello tiene que ver con este momento particular de la historia ya que, a raíz de la emergencia sanitaria, estamos confinados en nuestras casas. “Eso deja una vacante para los animales, porque los humanos somos ruidosos y en general no nos llevamos bien con los animales”, señaló Briceño.
“Los seres humanos somos la especie más exitosa, hemos colonizado todos los continentes y generamos cambios importantes en el ecosistema pues, a través de la destrucción de hábitats, de la contaminación, de la introducción de especies invasoras, vamos generando un cambio en el paisaje. Lo que ha sucedido en el último tiempo con el desarrollo urbano en las ciudades es que el ser humano ha quitado territorio que antes era de la fauna, entonces estamos en una pugna constante con ella, ahuyentamos especies con nuestra actividad y, en la medida que la cesamos, las especies se aventuran en nuestros territorios urbanizados”.
Respecto específicamente de los pumas, Briceño hace énfasis en que se trata del carnívoro más grande que hay en América, por tanto es un animal altamente generalista que se adapta a prácticamente todos los hábitats, por tanto, el hogar posible de este felino es bastante amplio y puede variar en función de la disponibilidad de recursos, como los alimentos y agua, entre 100 y 800 kilómetros cuadrados. “Además el puma puede desplazarse 10 kilómetros lineales en promedio diario y hasta 60 kilómetros, entonces es un animal móvil, solitario, nocturno. Dada su estructura social, protegen un territorio y en general los animales juveniles salen a buscar nuevos espacios porque son, de alguna forma, echados por los padres o las parejas progenitoras en un área donde se crían cachorros, que al alcanzar la edad juvenil, son forzados a buscar nuevos territorios, entonces son animales que tienen poca experiencia de contacto con seres humanos”.
“Adicionalmente, en la zona central estamos en una condición especial por la sequía y el agua es una condicionante en los ecosistemas, porque en la medida que hay menos agua, hay menos vegetación y así la cadena hacia arriba se atrofia, eso obliga a los animales a recorrer terrenos más extensos”, agregó el profesor.
Consultado sobre un estudio español que señala que el estrés afecta la capacidad reproductiva de animales que hoy se encuentran en peligro de extinción y que, debido a la disminución de presencia humana en los territorios, ésta podría tener un repunte mayor al de años anteriores, el profesor Briceño explicó que las tendencias poblacionales dependen de las distintas especies y sus respectivos ciclos biológicos, por tanto los efectos de este confinamiento también tienen que ver con los momentos en que éste se produce.
“Por ejemplo en India, el confinamiento permitió que la tortuga olivácea haya podido tener una de las reproducciones más exitosas del último tiempo. Como la gente no estaba en la playa, las tortugas pusieron sus huevos y las crías pudieron llegar al mar y se contaron millones de crías, lo que fue un evento inédito. En otros años, en ese lugar había turistas que alteraban el funcionamiento normal de lo que debería ser la actividad reproductiva de la tortuga”.
Aunque varía caso a caso, la ausencia de humanos sí podría tener un efecto beneficioso especialmente en grupos animales de ciclos cortos. “Todo va a depender de cuánto estemos en esta condición y de los ciclos biológicos naturales, en el Hemisferio Sur la reproducción de las especies depende en su mayoría de señales luminosas y tienden a ser más activas en primavera y tienen sus crías en el verano o a fines de primavera”, señala el experto.
Crsitóbal Briceño expresó que la Zona Central, pese a la megasequía, es uno de los 25 hotspots de biodiversidad a nivel mundial como fue publicado en la revista Science en el año 2000. “Esto se debe al alto nivel de endemismo, es decir, especies que solo existen en la zona central de Chile y en ningún otro lugar del mundo. Además tiene alta presión entrópica o sea, el ser humano ejerce una gran presión sobre la zona, así es que tenemos bastantes especies amenazadas”.
“Es una buena forma de darnos cuenta de cómo impactamos la naturaleza a través de la destrucción y la fragmentación de los hábitats por los caminos y carreteras, la contaminación, las especies invasoras y cómo modificamos el clima global con nuestra actividad y dependencia de los combustibles fósiles. En la medida que seamos un poco más respetuosos con la naturaleza, ella que es resiliente, ocupará nuevos espacios y podremos tener más inspiración y contacto con ella”.
Finalmente, el experto explicó que diversos estudios han demostrado que el contacto con la naturaleza es importante para los seres humanos.
“Se ha visto que uno aprende mucho mejor cuando se involucran los sentimientos y la naturaleza, a lo largo de la historia del ser humano, ha sido una tremenda fuente de inspiración y de respuestas. Esperaría y me gustaría que en las ciudades cedamos un poco de espacio o tengamos conductas menos invasivas para la fauna. Sería muy bueno que pudiéramos aprender de esto, nos inspiráramos y que nos sirviera para mantener los pies en la tierra y conectados con la naturaleza. Maravillarnos cuando la naturaleza nos viene a ver a nosotros”.