Con este nuevo decreto, las películas y series de televisión no pueden contener actrices, ni tampoco a hombres que no estén cubiertos desde el pecho hasta las rodillas. Además, se han prohibido programas satíricos, espectáculos de comedia y entretenimientos que “insulten” a la religión.
Los talibanes han declarado que la orden ha sido emitida para contrarrestar la propagación de la inmoralidad y la transmisión de videos que “van en contra de los principios de la Sharía (la ley islámica) y los valores afganos”. Además, han ordenado que las pocas periodistas y presentadoras que aún aparecen en pantalla deben cubrir su cabeza con un velo, el hiyab.
Durante su anterior Gobierno (1996-2001), los talibanes llegaron al extremo de prohibir la televisión y el cine, convirtiendo el disponer de un receptor o un reproductor de vídeo en casa en un delito susceptible de flagelación. También prohibieron que las mujeres salieran a la calle sin cubrirse con la burka y sin la compañía de un varón. En el pasado, la “policía moral’ de los talibanes había impuesto restricciones violentas contra las mujeres, golpeándolas en la calle por vestirse de manera ‘inmodesta’ y prohibiendo que las niñas fueran educadas más allá de la escuela primaria. También se reprimieron la música, el baile y otras formas de entretenimiento. Las violaciones fueron castigadas con flagelaciones, golpizas, amputaciones genitales e, incluso, ejecuciones públicas.
Sin embargo, ahora que han regresado, intentan utilizar a su favor el poder de las redes sociales y se han mostrado algo menos estrictos con las mujeres, que pueden salir a la calle por su cuenta, aunque no se les ha permitido volver a trabajar. Una vez más, son las mujeres las que cargan con la mayor parte de las limitaciones, mientras la prohibición de que se emitan películas con actrices no solo reduce el repertorio al mínimo, sino que hace desaparecer las figuras femeninas de la ficción, como si nunca hubieran existido. De igual modo, quedaron prohibidos aquellos programas de televisión que incluyan “actores en el papel del Profeta o de sus compañeros”.
En una circular enviada a los medios de comunicación el domingo 21, el Ministerio de Promoción de la Virtud y prevención del Vicio les exige no difundir “contenidos contrarios a la ley islámica o a los valores afganos” y que “no promocionen la cultura extranjera y la inmoralidad”. En concreto, exige a las cadenas de televisión que “eviten mostrar películas inmorales, así como telenovelas y series rosas en las que intervengan mujeres”. Uno de los objetivos principales es eliminar en especial las teleseries turcas, que tienen mucho éxito en Afganistán, y en las que las actrices no llevan burka. Algo que ahora ha sido llevado al extremo, aunque antes de la llegada de los talibanes al poder ya que se difuminaban los escotes de las actrices y se censuraban las escenas en las que los actores se besaban.
La televisión afgana ha cambiado mucho desde el arribo de los talibanes hace tres meses. Algunos programas musicales ya no se emiten y las presentadoras y periodistas han debido cambiar sus coloridos trajes anteriores por ropa sobria, renunciando al maquillaje que llevaban con orgullo antes de la llegada de los fundamentalistas religiosos.
Shaharzad Akbar, presidenta de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán y anteriormente diputada del Consejo de Seguridad Nacional para la Paz y la Protección Civil hasta la caída del anterior gobierno, sentenció en Twitter: “¿Cuándo empezarán a gobernar y a cumplir sus promesas en lugar de restringir, destruir y reprimir?”.
Una pregunta para los talibanes, que siguen sin permitir la escolarización de las niñas en todo el país. Y también para el mundo que mira con ambigüedad y perplejidad las barbaridades que de modo creciente se siguen implementando en Afganistán.
(Imagen: AFP)