El próximo lunes 4 de enero la convención constitucional deberá elegir a nueve de sus integrantes para que ocupen la presidencia, la vicepresidencia y las siete vicepresidencias adjuntas de la mesa que la dirige. Se acaba así el periodo encabezado por Elisa Loncón y por Jaime Bassa, quienes inauguraron este importante rol y ofrecieron una conducción política robusta en tiempos de grandes cambios.
Loncón y Bassa han podido enfrentar exitosamente las turbulencias propias del ejercicio del poder constituyente, construyendo legitimidad ante la ciudadanía y dándole a la convención un ritmo de avance vertiginoso pero eficiente, donde las numerosas discusiones abiertas en el órgano están avanzando por buen cauce. Además, se han implementado sistemas de participación popular y descentralización que entregan señales positivas respecto al carácter democrático de la nueva institucionalidad en ciernes. Todo esto, lejos de sorprendernos, es la prueba más sólida de que las diversas expresiones políticas y sociales que hoy tienen representación en la constituyente y que no vienen de partidos tradicionales sino de las luchas sociales recientes, tienen capacidades políticas de sobra para llevar a un buen puerto el proceso y en los próximos meses hacerle una sólida propuesta constitucional al país.
El nuevo Chile está construyendo a paso firme nuevas actorías, elaborando posiciones propias y articulando mundos muy diversos. La proyección de intereses sociales populares hacia la arena institucional debe ser un objetivo estratégico de las fuerzas democráticas en la convención y las señales en ese sentido son positivas. De que esos intereses se materialicen en un nuevo régimen político-institucional dependen la legitimidad democrática que tenga la nueva Constitución y las posibilidades reales de superar el neoliberalismo, las barreras del Estado subsidiario y avanzar en las transformaciones que Chile necesita.
Por supuesto que el contundente triunfo de Gabriel Boric también es una buena noticia para la convención. El Presidente electo y su coalición han dado señales fuertes de apertura y diálogo, a diferencia del actual gobierno. Ese giro en la relación entre el poder constituido y el poder constituyente es un buen augurio, aún cuando la convención ya ha demostrado una sana autonomía política y capacidades suficientes para lograr sus cometidos incluso en condiciones adversas.
Así las cosas, la elección de una nueva mesa directiva debe considerarse una coyuntura clave para que las diversas fuerzas de cambio consigan acuerdos políticos que incluso se proyecten más allá de los límites de la convención. El momento histórico exige unidad política de las fuerzas democráticas en torno a consensos antineoliberales y antisubsidiarios, flexibilidad táctica para enfrentar los desafíos y las crisis venideras y disposición a construir una relación virtuosa con el futuro Gobierno, que tendrá la importante tarea de implementar el nuevo régimen constitucional.
Como Fundación Nodo XXI creemos que la convención debe ser cada día más parecida a Chile, pues esa es la virtud que le da legitimidad ante la sociedad. Bajo este marco, la candidatura de Cristina Dorador a presidir la mesa directiva expresa de forma nítida el espíritu del nuevo pueblo, aquel que conquistó el derecho a dotarse de una nueva Constitución. Se trata de una convencional que ha destacado por representar al movimiento medioambiental, al feminismo, a las nuevas fuerzas independientes y a las regiones, sobre todo al norte chileno, aquella vasta tierra históricamente postergada. Sus vínculos con el mundo académico y profesional también dan cuenta de un rol transversal, expresivo del necesario diálogo entre diversas capas de la sociedad chilena. Esto se puede observar en que a la fecha Cristina Dorador ha recibido apoyos de organizaciones sociales y territoriales de las más diversas índoles, además del respaldo de un importante número de convencionales.
El segundo tiempo de la convención será clave. Nos jugamos la posibilidad de allanar el éxito del plebiscito de salida. Esto, lejos de ser un asunto de relatos meramente comunicacionales, es un objetivo político de primer orden: construir mayorías políticas y sociales dentro y fuera de la convención, que ofrezcan una redacción definitiva que esté a la altura de las transformaciones que el pueblo de Chile anhela y que luego sean refrendadas en un ejercicio soberano inédito en nuestra historia, que de seguro abre las esperanzas de un futuro mejor.