“El recuento refleja los riesgos continuos de hacer periodismo y reafirma la seguridad de los periodistas como un desafío global. El Instituto Internacional de la Prensa hace un llamado a las autoridades para que pongan fin a la impunidad por estos crímenes y aseguren la protección de los periodistas, quienes deben poder realizar su trabajo con libertad y seguridad”, dice el informe de esta asociación internacional de periodistas, en su mayoría editores y directores de medios de 120 países, fundada en 1950.
Según la investigación, de los 45 casos de periodistas asesinados que se consignan este año que termina, cinco eran mujeres y 40 eran hombres. Además, de esta cifra, 28 fueron asesinados porque su trabajo molestó a algún poder, tres murieron mientras cubrían un conflicto, dos perdieron la vida cubriendo disturbios civiles y uno murió mientras realizaba su trabajo de reportero. La IPI señala que 11 casos aún están bajo investigación.
Además, se incluyen nombres de periodistas que fueron atacados deliberadamente debido a su profesión, ya sea por el contenido de sus reportajes o simplemente por su condición de tales. También figuran las identidades de quienes perdieron la vida mientras cubrían un conflicto o estaban una cobertura enviados por sus medios. La lista incluye a periodistas, editores y reporteros, así como a trabajadores de los medios que contribuyen directamente al contenido de las noticias, como camarógrafos o sonidistas”, explica el informe.
Entre esas víctimas está el periodista independiente somalí Jamal Farah Adan, quien fue baleado el 1° de marzo por hombres armados del grupo terrorista Al-Shabaab. La lista también incluye al periodista mexicano Ricardo Domínguez López, propietario del sitio web de noticias InfoGuaymas, asesinado a tiros en julio pasado dentro del estacionamiento de un supermercado.
“Algunos periodistas, aunque no todos, habían recibido amenazas de muerte antes de ser asesinados. Por ejemplo, Shannaz Roafi, Sadia Sadat y Mursal Wahidi, quienes trabajaban para la estación de radio y televisión independiente Enikass, en Afganistán. Ellos habían recibido amenazas de grupos extremistas por el simple hecho de transmitir programas de televisión, ni siquiera porque denunciaran abusos de los talibanes. O el caso de Rasha Abdullah Al-Harazi, una periodista de Yemen que murió en un ataque con coche bomba mientras estaba embarazada de nueve meses. Ella había recibido muchas amenazas en los meses previos a su muerte, dijo al Inernational Press Institute, Khalid Ibrahim, del Centro del Golfo para los Derechos Humanos. ‘Por teléfono le dijeron que dejara de hacer periodismo’, señaló. ‘Pero nunca nos imaginamos que sería tan grave”, señala el informe.
De los 28 asesinatos selectivos, la investigación clasificó 11 como “bajo investigación”. Según el Instituto, esta designación significa que hay motivos para sospechar que la muerte de estos periodistas pudo haber sido un homicidio selectivo, aunque se necesita más información para poder confirmarlo.
“Un ejemplo es el asesinato del ex periodista de Reuters Jess Malabanan en Filipinas, quien fue asesinado el 8 de diciembre por asaltantes en una motocicleta mientras miraba la televisión. Como Malabanan había trabajado en una producción premiada de Reuters sobre la guerra contra las drogas del presidente Duterte en 2018, existe la sospecha de que el asesinato pudo haber estado relacionado con su quehacer periodístico, por lo que el organismo está trabajando en estrecha colaboración con organizaciones de periodistas locales para seguir éste y otros casos en busca de posibles actualizaciones”, se señala.
Además, el informe revela que los asesinatos de periodistas ocurrieron en casi todas partes del mundo, lo cual confirma que la seguridad de los trabajadores de medios es un problema global. Según la investigación, Asia y el Pacífico fueron las regiones más peligrosas para los periodistas en 2021, con un total de 18 asesinatos. En Europa seis periodistas fueron asesinados: dos en Azerbaiyán, uno en Georgia, uno en Turquía, uno en los Países Bajos (listado como en investigación) y uno en Grecia. Pero también en América Latina se produjeron 10 asesinatos: siete en México, uno en Colombia, uno en Guatemala y uno en Haití. Se consigna que en muchos casos los Estados y gobiernos no investigan estos crímenes, lo que hace difícil evaluar si el ellos estuvieron relacionados con su trabajo, por lo que los investigadores deben basarse en pruebas circunstanciales.
Es que morir no es la noticia. No en el caso de los periodistas, aunque duela.