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Logrando una amnesia colectiva los Marcos regresan al poder en Filipinas

El hijo del dictador Ferdinand Marcos reescribe la historia y presenta el legado paterno como los años dorados del país: los crímenes y robos reportados del pasado no son más que rumores y mentiras. “Bongbong” obtuvo más de 25 millones de votos.

Luis Hernán Schwaner

  Jueves 30 de junio 2022 16:58 hrs. 
Marcos Jr

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Ferdinand “Bongbong” Marcos Jr., de 64 años, asumió hoy la presidencia de Filipinas después de décadas de esfuerzos familiares por volver a la cumbre del poder, jurando el cargo en una ceremonia realizada en el Museo Nacional de Manila ante  cientos de dignatarios, periodistas y seguidores. En la ocasión, el ahora presidente rindió homenaje a los 20 años de férrea dictadura encabezada por su progenitor, época marcada por la corrupción y violaciones, así como por aberrantes abusos en el plano de los derechos humanos. Según Amnistía Internacional, durante el gobierno de Marcos padre hubo 70.000 presos políticos, 34.000 torturados y 3.240 muertos.

Esta vez, unos 15.000 policías y militares fueron desplegados en Manila para la ceremonia a la que asistieron el vicepresidente chino Wang Qishan y Douglas Emhoff, el esposo de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris. Marcos sucede en la presidencia a Rodrigo Duterte, popular en el país, pero de dudosa reputación internacional debido al despliegue de una mortífera guerra contra las drogas y la amenaza de asesinar a narcotraficantes cuando deje el cargo. El nuevo presidente pudo llegar al poder  gracias a su alianza con Duterte, debido a que se presentó a la elección junto a la hija de éste, Sara Duterte, elegida como su vicepresidenta. Al unir fuerzas en esta coalición política construida para asegurarse el gobierno, “Bongbong” protagonizó la mayor victoria electoral desde que su padre fuera derrocado durante un gran levantamiento cívico y popular en 1986.

Ferdinand Marcos (padre) huyó junto a su familia de Manila a Hawái -acogido por el gobierno de Estados Unidos- en un helicóptero llevándose 24 lingotes de oro, 413 joyas y 27 millones de pesos filipinos. El levantamiento popular había logrado derrocar el corrupto régimen que encabezó apoyándose en una ley marcial que le permitió saquear el país y encarcelar, torturar y asesinar a miles de disidentes filipinos. Pero el ahora presidente ha asegurado desde el inicio de su carrera política que todo los antecedentes comprobados sobre el férreo régimen que encabezó su padre no son más que rumores y mentiras, versión  repetida como un mantra una y otra vez por su ejército de seguidores, los que lograron convertir las redes sociales en el principal ruedo electoral en un país donde el 70% de los 110 millones de habitantes pasan una media de cuatro horas y 15 minutos diarios conectados a Internet. Así, cuando cerca de 67 millones de filipinos fueron llamados a las urnas para elegir al sustituto del polémico Rodrigo Duterte, el candidato del Partido Federal de Filipinas arrasó con cerca del 60% de los votos, mientras su compañera de fórmula, Sara Duterte, también ganaba la vicepresidencia por amplia mayoría.

Cuando la familia Marcos volaba hacia el exilio después de que la revolución del Poder Popular pusiera fin a 20 años de su régimen sangriento y corrupto, los filipinos asaltaron el palacio de Malacañang. En el armario de la esposa de Marcos, Imelda, encontraron 15 abrigos de visón, 508 vestidos, 888 bolsos y mil 220 pares de zapatos (que ahora se encuentran en un museo de Manila). Las fotos de todas esas prendas recorrieron el mundo como testimonio de la descomposición en Filipinas.

Tras la muerte de Ferdinand Marcos durante su exilio en Hawái, un tribunal lo declaró responsable de múltiples violaciones a los derechos humanos y otorgó 2.000 millones de dólares de su patrimonio personal para compensar a más de 9.000 filipinos que habían presentado una demanda en su contra por torturas, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzosas. Pero los Marcos se las arreglaron para tejer una cortina de humo filantrópica que logró ocultar la verdad: que el padre saqueó las arcas nacionales, recortó costos en proyectos de construcción, malversó fondos de ayuda en el extranjero y mantuvo decenas de cuentas bancarias en Suiza por el equivalente a unos 10 mil millones de dólares.

A Imelda, la matriarca viuda, y a los hijos del dictador se les permitió regresar a Filipinas en 1991 y desde entonces fueron recuperando terreno político en las urnas, con “Bongbong” sirviendo cargos de gobernador, congresista y senador. En 2016 postuló a la vicepresidencia de la nación, pero perdió frente a la abogada de DD.HH. Leni Robredo, su principal rival en las presidenciales de este año. En 2018, Imelda, ahora de 92 años, apeló a su condena por siete cargos separados de corrupción, cada uno de los cuales conlleva una pena de 11 años cárcel. Asimismo, el flamante presidente fue condenado por evasión de impuestos, pero sin embargo el sistema le ha permitido postularse y ocupar múltiples cargos a lo largo de décadas. “La impunidad sistémica ha ido de la mano con el blanqueo histórico en las instituciones educativas del país, así como con la continua propaganda a favor de Marcos”, explicó a Reuters el investigador de la Universidad Nacional Chengchi, Richard Javad Heydarian. “No es de extrañar entonces que los Marcos, a pesar de haber sido sentenciados por diversos delitos, nunca cumplieran ninguna condena”, afirmó Heydarian, también autor de un libro sobre el populismo en la era Duterte.

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