Federer y Nadal nos muestran que las emociones no tienen género ni edad

Las lágrimas de los deportistas impresionaron en todo el mundo, poco acostumbrado a las muestras de afecto entre hombres. Construir una sociedad más comprensiva y empática implica incorporar procesos de educación emocional desde la primera infancia.

Las lágrimas de los deportistas impresionaron en todo el mundo, poco acostumbrado a las muestras de afecto entre hombres. Construir una sociedad más comprensiva y empática implica incorporar procesos de educación emocional desde la primera infancia.

Dos hombres sentados el uno al lado del otro, lloran y se dan la mano. Una imagen conmovedora, que nos invita a conversar sobre el desarrollo de las emociones y cómo aprender a reconocerlas desde la niñez puede ayudar a cambiar estereotipos socialmente aceptados. Más aún si los hombres son los tenistas de nivel mundial, Roger Federer y Rafael Nadal.

Más allá del hecho mismo, la despedida de Federer, debemos preguntarnos ¿por qué esta imagen nos impactó al punto de volverse viral en redes sociales? y ¿qué aprendizaje podemos sacar de ella? Para responder a estas interrogantes, conversamos con María Andrea Huerta, psicóloga y profesional de la Unidad de Políticas y Proyectos de Educación de Fundación Integra, sobre los desafíos de la educación emocional en la infancia como una herramienta que nos permita construir una sociedad más tolerante, respetuosa y empática.

Al partir la entrevista, la profesional nos recuerda que “históricamente en nuestra sociedad los hombres, desde pequeños, reciben mensajes asociados a que expresar sus emociones es una señal de debilidad, siendo muy común la frase ‘los niños no lloran’, del mismo modo, se reprimen expresiones de afecto entre hombres, porque son mal vistas e incluso presentan un cuestionamiento a la masculinidad”.

Al contrario de lo que comúnmente se piensa, continúa Huerta, las emociones no son una manifestación propia del género femenino y hoy los estudios demuestran que estas son parte del desarrollo cognitivo, por lo que son fundamentales para la vida en sociedad y pueden aprender a reconocerse desde los primeros años de vida.

En este sentido, Fundación Integra cuenta con un Modelo de Educación Emocional, que considera un trabajo integral con niños, niñas, familias y equipos educativos. Educar las emociones, explica la psicóloga, es un proceso en que deben estar presentes los adultos que forman parte de la vida del niño o niña, ya que representan figuras de confianza y estabilidad.

Desde una mirada pedagógica, “el Modelo de Educación Emocional de Integra, declara que todas las emociones son válidas, que no existen emociones propias de lo femenino y lo masculino, sino que son propias de los seres humanos, desde la gestación hasta la vejez”, afirma la profesional.

El Modelo implementado en las salas cuna y jardines infantiles de Integra tiene como objetivo que niños y niñas aprendan a reconocer, expresar y gestionar las emociones, para incentivar competencias esenciales en el desarrollo humano, como el lenguaje, la tolerancia a la frustración, la empatía, la resiliencia, el sentido de pertenencia, entre otros aspectos que contribuyen al bienestar personal y social.

“Valoramos la importancia de que los niños y niñas aprendan a reconocer sus emociones, ya que este conocimiento desde la primera infancia, permite el desarrollo integral, potencia su autonomía, así como actitudes de respeto y tolerancia, favorece la calidad de las relaciones grupales”, agrega María Huerta, al explicar la importancia de educar las emociones en las salas cuna y jardines infantiles.

“Por ejemplo, el llanto es una forma de expresar una emoción, que no es ni buena ni mala, simplemente es legítima, las lágrimas no hacen distinción por sexo o edad, lloran las guaguas como una de las primeras formas de comunicación con sus cuidadores, lloran los niños, lloran las niñas y lloramos los adultos, hombres y mujeres”, comenta.

La ira es también una emoción considerada negativa por muchas personas, sin embargo, como decía Aristóteles se debe poner énfasis en el momento que esta emoción se produce, con quién y la intensidad de la misma. Por lo anterior, ayudar a los niños y niñas a conocer, reconocer y verbalizar sus emociones, les permitirá aprender a regular sus impulsos, mejorar su autoestima y evaluarse, así como educar habilidades sociales para la vida, concluye la psicóloga.





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