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Año XVI, 19 de abril de 2024


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Cortar palabras, tergiversar, destruir el debate público

Columna de opinión por Patricio López
Martes 25 de octubre 2022 14:08 hrs.


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En las últimas semanas, varios dirigentes políticos han acusado que sus palabras han sido recortadas o tergiversadas para mostrarlos ante la ciudadanía con opiniones cuestionables o ridículas. Esta situación está adquiriendo gravedad, no solo porque es cada vez más extendida, sino porque aunque la manipulación se origina en las redes sociales, luego es recogida por otros dirigentes y medios de comunicación y transformada en verdades o hechos políticos.

Esto, a la luz de lo que se ha visto en otros países, no es casualidad y tiene el propósito de destruir el sistema político para que las instituciones del Estado queden finalmente en manos de gente insensata y extremista.

Ejemplar fue lo ocurrido hace algunas semanas con la ministra Camila Vallejo, quien en un punto de prensa, junto con condenar al agresor del sargento Retamal y comprometer todo el apoyo investigativo del Estado, llamó a los testigos, bajo el argumento de que probablemente no tenían la intención de que se atacara brutalmente al carabinero, a colaborar con el esclarecimiento de los hechos. Pero a las pocas horas empezó a circular un video manipulado donde la ministra parecía justificar la acción criminal. Esto dio pábulo para que Vallejo recibiera una serie de ataques e incluso un diario publicara un artículo sobre sus supuestos deslices. La vocera de gobierno dijo entonces: “Recortar mis palabras e insinuar que estoy del lado del agresor es grave, es mentir”.

Ahora ocurrió con el diputado Vlado Mirosevic, quien en un análisis en un matinal -bastante ponderado- se refirió la situación del país incorporando varios elementos, incluyendo la crítica al gobierno del que es parte. Entre todo aquello mencionó las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania, pero una cuenta que aparenta falsamente ser un medio de comunicación señaló que Mirosevic atribuyó a la guerra en Ucrania la baja aprobación del Gobierno. Esto fue difundido por otros parlamentarios e incluso anoche en la televisión un panelista se refirió a él como Humbertito, en alusión al personaje de comedia que no entendía nada. El parlamentario señaló que así “es imposible un debate serio”.

Lo último es el problema de fondo. Y muy grave: así es imposible un debate serio. La pretensión ideal de avanzar hacia una democracia deliberativa, es decir, donde sea el debate colectivo el que dé lugar a la toma de decisiones, se encuentra en el Chile actual bajo un severo ataque. Ante esta práctica, que en el fondo es un matonaje mediático orquestado, pudiera suceder que los actores políticos se vean constreñidos a callar o a no decir nada más que lo puntual, sin elementos de contexto ni profundización, con las consiguientes consecuencias que esto tiene en la densidad del debate público.

Hacemos la alerta desde un lugar como éste, donde creemos que nuestra contribución es hacer las preguntas que corresponden al buen periodismo, pero dejando a los dirigentes que hablen ante la audiencia y profundicen en sus motivos. La tergiversación de alguien puntual es, en la medida que se transforma en una práctica recurrente, un ataque al conjunto del sistema democrático, puesto que tenderá a confundir la verdad con la mentira, arrastrar la discusión política a balbuceos, demoler la convivencia y abrir la puerta a líderes y sectores de dudosas credenciales democráticas.

Envíanos tu carta al director a: patriciolopez@u.uchile.cl

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.