Luis Almagro, Secretario General de la OEA, investigado por “conducta indebida”

Finalmente, el acérrimo y hostil oponente al régimen venezolano y a todo lo que huela a “revolución” tenía su “talón de Aquiles”. Y éste no se relacionaba con temas hemisféricos.

Finalmente, el acérrimo y hostil oponente al régimen venezolano y a todo lo que huela a “revolución” tenía su “talón de Aquiles”. Y éste no se relacionaba con temas hemisféricos.

Pasó casi desapercibido para la gran prensa, más interesada en las citas de los líderes mundiales del G8 o en el Foro de Cooperación del Asia-Pacífico (APEC) que en estas minucias noticiosas que, por otra parte, a veces resulta conveniente invisibilizar. Y es que el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos decidió por muy amplia mayoría que se dé inicio a una investigación externa contra Almagro, último baluarte regional contra Nicolás Maduro y los autoritarismos de izquierda en el continente, ante su “supuesta conducta indebida” como consecuencia de su relación sentimental con una funcionaria de la mism OEA.

La misma votación en el organismo (30 votos a favor, dos abstenciones y una ausencia) ya adelantaba que Almagro camina por una cuerda floja que se traduce en una auténtica encrucijada política, la que cobra mayor relevancia porque el siempre omnipotente Estados Unidos señaló estar a favor de investigar si el secretario general había violado una de las reglas éticas clave de la institución, aquella que prohíbe las relaciones de pareja entre el personal de lo que algunos llaman también “el ministerio de colonias” de Washington. La verdad es que el proceso interno llevado a cabo desde que una denuncia anónima de los hechos llegara a las oficinas de la OEA meses atrás resultaba una piedra en el zapato muy difícil de ignorar.

Pero lo sucedido es sólo el colofón de esta historia porque ya el pasado octubre el Tribunal Administrativo de la OEA había fallado en contra del Secretario General por daños morales, personales y profesionales ocasionados al abogado brasileño, Paulo Abrão. El profesional había sido elegido para un nuevo mandato como Secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), pero abruptamente -y sin dar razones- Almagro vetó al brasileño, quien fue impedido de ejercer sus funciones pese a que la misma CIDH le pidió reconsiderar su decisión ya que Abrão ocupaba distinguidamente el cargo desde 2016. No obstante, detrás de la determinación de Almagro estaba el lapidario informe de la CIDH sobre las masacres y crímenes de lesa humanidad cometidos en Sacaba y Senkata, Bolivia, ocurridas en noviembre de 2019 bajo el gobierno de facto de Jeanine Áñez.

Como respuesta a la petición de reconsiderar su decisión, Almagro adujo, sin presentar pruebas, que Abrão tenía “61 denuncias” en su contra por maltrato laboral, agregando que para ocupar el cargo de Secretario Ejecutivo de la CIDH se requiere “idoneidad personal, moral y profesional”. Pero entonces, el fallo del Tribunal Administrativo de la OEA le fue contrario al considerar que “ha lugar” a la petición de Abrão de solicitar una indemnización por los daños morales, personales y profesionales que le había causado Almagro. Ahora, la Secretaría General de la OEA deberá pagar al recurrente, en calidad de indemnización, el equivalente a 12 meses de salarios.

Y aún peor para Almagro: con las elecciones de los últimos dos años, se ha recompuesto el mapa político en Latinoamérica y actualmente el bloque de países progresistas es mayoritario en el organismo interamericano. De hecho, hace dos semanas, el Grupo de Puebla ya exigió su salida inmediata tras conocerse los detalles de la disputa entre el secretario general y Paulo Abrão.

En cuanto a la identidad de la funcionaria con quien Almagro sostuvo la relación amorosa, ésta resultó ser la politóloga mexicana Marián Vidaurri, quien, según los detractores del ex canciller del presidente José Mujica, fue promovida ilegalmente dentro de la OEA. Marián Vidaurri también habló al respecto, reconociendo en una entrevista reciente que mantuvo con el uruguayo “una conexión en todas las dimensiones, muy profunda y muy intensa”. Algo que, paradójicamente, era de dominio interno en la OEA, según los periodistas Gonzalo Ferreira y Martín Natalevich en el libro “Luis Almagro no pide perdón”.

El caso de Luis Almagro tiene un reciente correlato con la destitución, a fines de septiembre, del Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el estadounidense republicano Mauricio Claver-Carone, por similar razón, es decir, la relación amorosa sostenida  con una empleada del organismo y el trato de favor que le dispensó con abusivos aumentos de millonarios sueldos, lo que salió a la luz pública gracias a una investigación que dejó en claro que el poderoso presidente del BID había violado las prácticas éticas de la institución.





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