Esta mañana llegaron hasta el Palacio de La Moneda representantes del Centro de Conservación Cetácea y el Centro Ecoceanos para entregar una carta dirigida al Presidente Gabriel Boric, donde exigieron fortalecer el Santuario de Ballenas de Chile.
En particular, la organización hizo un llamado urgente por las muertes de ejemplares de ballenas franca austral registradas en los últimos años en aguas chilenas, incluida una cría de pocos meses de edad, debido a las operaciones de pesca y de salmonicultura intensiva.
En el documento se destaca que “entre los principales factores que actualmente afectan áreas críticas de alimentación, reproducción, crianza, y rutas migratorias, se encuentran el enmalle con artes de pesca y las redes anti-predadores de las balsas-jaula de los centros salmoneros, así como las colisiones con embarcaciones, la degradación del hábitat por contaminación química, orgánica y plástica, y los efectos de la crisis climática. Todo ello configura un preocupante escenario para especies clasificadas en Peligro Crítico, como la ballena franca austral de Chile-Perú”.
Además, se afirma que “estudios genéticos han revelado que esta población sería única y diferente a las poblaciones del Atlántico Suroeste (Argentina/Brasil/Uruguay) o del Indo-Pacífico (Australia/Nueva Zelanda). La población de Chile-Perú estaría aislada de las demás, haciendo su recuperación aún más vulnerable, pues no existiría posibilidad de repoblamiento proveniente de individuos de otras áreas”.
“Del Santuario está la ley hecha, pero no se ha aplicado por las presiones que ha ejercido la industria pesquera y la industria salmonera en el país. Por lo tanto, es eso lo que se le está exigiendo, que el Gobierno aplique su propia ley y las recomendaciones del Comité Científico de la Comisión Ballenera Internacional, como medida de parar el alto nivel de mortalidades de ballenas en la Patagonia chilena”, explicó el director ejecutivo del Centro Ecoceanos, Juan Carlos Cárdenas.
En este sentido, desde la organización instan al Presidente Boric a que la conservación de esta especie en aguas chilenas “requiere atención inmediata y esfuerzos precautorios e integrales para garantizar su supervivencia a largo plazo”.
Por otro lado, la ley que impulsa el Santuario de Ballenas de Chile cuenta con un marco regulatorio para “proteger espacios claves para el desarrollo de sus ciclos de vida” como las “medidas adicionales de protección en los lugares de cría, apareamiento, cuidado parental, implementación de alimentación y rutas migratorias.”
De esta manera, a través de la carta entregada en La Moneda el centro de conservación solicita “fortalecer y hacer cumplir lo establecido en el Santuario de Ballenas, como regular el tráfico marítimo y reducir la velocidad de navegación en zonas de avistamiento; regular las prácticas pesqueras y de acuicultura industrial intensivas, para evitar enmallamientos directos y eliminar la creciente contaminación química; prohibir las operaciones de los centros de cultivos marinos intensivos y de las actividades de apoyo marítimo y logístico de la salmonicultura al interior de áreas costeras de parques nacionales, áreas marinas protegidas y reservas marinas”.
La directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetácea, Elsa Cabrera relevo la importancia de la carta que entregaron en el Palacio Presidencial, e informó que esta campaña “tiene el apoyo de más de 100 organizaciones”
“En total serían unas 120, porque firmaron también conglomerados de ONGs de todas las regiones del planeta, se ha hecho un llamado global y lo que nosotros consideramos principal como Centro de Conservación Cetácea, es la eliminación inmediata de todos los centros de cultivo, y las operaciones asociadas a la salmonicultura en las áreas marinas protegidas”, enfatizó.
La solitud al mandatario se extiende también a reforzar la aplicación de la normativa vigente para el avistamiento de cetáceos, “penalizando la observación embarcada y/o el acoso a ejemplares de ballenas franca austral, y establecer áreas protegidas móviles y temporales alrededor de los animales, con el fin de detener las actividades humanas por el tiempo que las ballenas se encuentren en la zona donde son avistadas, especialmente madres con crías”.