La obra se presenta como el monólogo interior de un niño que está siendo sometido a la presión de una bota y de un cuerpo sobre él.  “El autor cuestiona la legitimación del poder bajo la estampa anónima de un regimiento de botas. Juan Claudio Burgos es sin duda uno de los dramaturgos más disruptivos e interesantes de su generación porque remueve los escenarios. Su escritura es poesía, pero una poesía del martirio que habla de la opresión, de la vejación y, sobre todo, del olvido y la indiferencia”, subraya la directora Amalá Saint-Pierre, y agrega: “Esta obra es la alegoría de una historia de la violencia que no se puede representar: víctimas y testigos silenciosos tras el sexo y el poder, el dolor del cuerpo en la mutilación de sus partes, nos hace pensar en las violaciones a los Derechos Humanos o en casos más recientes como la violencia impune en México o el gusto perverso de la vejación en el caso Zamudio, por nombrar solo algunos”. El colectivo propone una puesta en escena performática donde el cuerpo solitario del actor y bailarín Francisco Paco López busca expresar lo indecible, inmerso en una escenografía opresora creada por Rodrigo Ruiz, donde las palabras se transforman en cuerpo o pedazos de cuerpo.