Irene se degradó a la categoría de tormenta tropical este domingo. Sus vientos alcanzan los 104 kilómetros por hora y ya no los 140, según el último informe del Centro Nacional de Huracanes (NHC), aunque continúa siendo una poderosa tempestad. La tormenta azota a los rascacielos de Nueva York y provocó un gran oleaje que inundó zonas bajas de Manhattan y comunidades periféricas.
Irene alcanzó Nueva York en la noche del sábado al domingo. En ese entonces era un huracán que llegó con relámpagos, reportes de tornados e intensas lluvias. Con los trasportes públicos suspendidos y los aeropuertos cerrados, Nueva York parece una ciudad desierta.
Las autoridades estadounidenses pidieron a 370.000 personas que viven cerca de zonas riesgosas que evacuen la zona. Según funcionarios, los rascacielos de Manhattan no están en riesgo de sufrir daños serios, pero los cortes de electricidad podrían dejarlos sin luz, ascensores y agua corriente. De hecho unas 50.000 personas en Manhattan están sin electricidad.
Las autoridades estadounidenses urgen a la población a no salir de sus casas o de sus refugios. “Esto no es una broma. Vuestras vidas pueden estar en grave peligro”, declaraba anoche el intendente de Nueva York.
El alto costo de Irene
Los daños causados podrían ascender a millones de dólares, dijo este domingo a la televisión el gobernador del estado de Nueva Jersey, Chris Christie, quien hizo estas declaraciones a NBC mientras Irene afecta por segundo día la costa este de Estados Unidos. “Debo imaginar que la estimación de los daños se situará en los miles de millones de dólares, o en decenas de miles de millones de dólares”, dijo
Christie, cuyo estado tiene una larga costa y resultó particularmente dañado.
Los expertos aseguran que los daños podrían ser mucho mayores si Nueva York, la capital económica del país y su ciudad más habitada, con 19 millones de personas, resulta seriamente dañada. El huracán más costoso para Estados Unidos fue Katrina, que en 2005 golpeó Nueva Orleans dejando 100.000 millones de dólares en pérdidas.
En su paso por Carolina del norte, el en ese entonces huracán provocó varias víctimas mortales. Las causas, en su mayoría, fueron por la caída de árboles. Una de las víctimas es un niño que murió en un accidente de auto porque el semáforo no funcionaba. Las fuertes lluvias y vientos afectaron las redes eléctricas.
“El borde del huracán se encuentra finalmente sobre nosotros”, decía el sábado por la noche el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg. “Ya no salgan a las calles, quédense en sus casa o en los refugios”, agregó el alcalde en español, para luego insistir: “No es una broma, su vida podría estar en peligro (…). No esperen. Después será demasiado tarde. Es necesario partir de inmediato. Es una cuestión de vida o muerte”.
Varias compañías aéreas de todo el mundo anularon o retrasaron el sábado sus vuelos a la costa este de Estados Unidos, una medida que afectó los aeropuertos JFK, La Guardia y Newark, y también de Miami (sureste). En total, más de 8.000 vuelos fueron cancelados.