El “Barómetro de la Política” realizado por el Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC) reveló una serie de datos sobre los políticos con más futuro y las próximas elecciones primarias y presidenciales de 2013, entre otros temas.
Sin embargo, también abordó la evaluación y expectativas que tiene la ciudadanía sobre el estado del país y su situación económica. En ese ámbito, aumentaron en 13 puntos, hasta el 53 por ciento, las personas que opinan que el país está progresando, mientras que disminuye el porcentaje de consultados que creen que está estancado o en decadencia.
Asimismo, el índice de los chilenos que miran 2013 con esperanza sube ocho puntos hasta el 62 por ciento, mientras que solo el 36 por ciento manifiesta preocupación, una cifra que cae justamente ocho puntos.
De la misma manera, el estudio señaló que entre septiembre y diciembre de 2012 hubo un aumento de 14 puntos, hasta el 30 por ciento, entre quienes mejoran sus expectativas sobre su economía personal; y de 18 puntos, al 26 por ciento, entre quienes lo hacen respecto de la economía del país.
El director del CERC, Carlos Hunneus, sostuvo que la mejora se explica por datos económicos objetivos que generan esperanza en lograr beneficios personales. No obstante, las prioridades de los chilenos siguen siendo educación, delincuencia y salud, por lo que las mejores expectativas no se traducen en que sientan que esos temas están siendo mejor atendidos.
Así, señaló Hunneus, la evaluación favorable del crecimiento económico está desacoplada de la evaluación que se hace del Gobierno. “La economía va por un lado y la política va por el otro”, sintetizó.
“Hay un discurso económico que pone énfasis en indicadores macroeconómicos de crecimiento, inflación, ingreso per cápita, acceso a bienes materiales, y menos énfasis en valores de calidad de vida, desigualdades, de intereses de los actores económicos. Pone énfasis en el mundo empresarial y no en el del trabajo y los consumidores. Y hay un olvido y hasta un maltrato de la política, que tiene una mala imagen entre los chilenos”, explicó.
“Es una tendencia histórica que ha sido reafirmada por la biografía del Presidente y de sus ministros”, agregó.
Así, los índices de aprobación al Presidente Sebastián Piñera prácticamente se mantienen en un 31 por ciento, mientras que la desaprobación sube cuatro puntos y alcanza el 58 por ciento. La confianza en el mandatario tampoco presenta cambios significativos y la mayoría le cree “poco”.
Tampoco hay variación importante en la idea de que este es un gobierno de los empresarios: 65 por ciento continúa considerándolo así y solo el 25 por ciento lo rechaza.
Según Carlos Hunneus, la tendencia se va a mantener y será uno de los principales desafíos que deberán enfrentar los próximos ocupantes de La Moneda: “Cualquiera que sea el Gobierno si no se toman decisiones muy dramáticas y espectaculares para acoplar el crecimiento al proceso político, van a seguir esa disrupción y esa falta de congruencia, que van a perjudicar al sistema político y al gobierno. Eso es un imperativo que va a tener la próxima administración y veremos cómo lo hace”, advirtió.
Una idea con la que coincidió Francisca Quiroga, académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile (INAP), quien consideró que este énfasis en el discurso del Ejecutivo se explica porque “es lo que conocen”.
“Si uno revisa el ejercicio del Gobierno de Piñera, la exaltación de lo económico por sobre las realidades políticas ha sido el elemento que los distingue. Desde que son Gobierno creen que ahí se construye la sociedad del éxito y sabemos que hoy la sociedad está evaluando otras variables políticas, sociales, de construcción, de discursos que apelen a qué sociedad estamos, cuál es la demanda que va a tener hacia el Estado y las respuestas institucionales de éste. Entonces exacerbar y restringir la mirada solo a lo económico tiene los resultados que vemos hoy en día”, indicó.
Francisca Quiroga sostuvo que para revertir la situación, la última etapa del Gobierno y la próxima administración deberán abordar temas como educación, salud, derechos sociales, pobreza y reforma tributaria, con un nuevo enfoque que haga énfasis en la participación.