El 4 de marzo de 1933, a los 79 años, falleció en Santiago el pintor Juan Francisco González. Ocho décadas más tarde, se abrirá en el Centro Cultural de Las Condes la muestra 80 obras escogidas, que selecciona parte de una vasta obra, estimada en unas cuatro mil pinturas.
Las piezas que forman parte de la muestra se escogieron entre un total de 500 pertenecientes a museos, instituciones y privados.
Para la historiadora Isabel Cruz, quien formó parte del comité que hizo la selección, Juan Francisco González es “un innovador” y “un artista que no puede faltar, que articula dos épocas y es clave en un período de transición”.
Con el apoyo de su maestro Pedro Lira, Juan Francisco González ingresó en 1869 a la Academia de Bellas Artes, donde fue alumno de Ernesto Kirchbach y Juan Mochi.
Sin embargo, su trabajo marcaría justamente un quiebre con la pintura académica que por entonces se imponía en el país. En 1887 viajó a Europa, conoció de cerca la pintura de los impresionistas y tomó notas que luego aplicó en Santiago al hacerse cargo del curso de Croquis y Dibujo Natural en la Escuela de Bellas Artes.
“Es uno de los primeros que recoge la lección de los impresionistas de integrar la forma a un ambiente total en el cuadro, crear una relación diversa entre figura y fondo, lo que logra mediante el uso de pinceladas más breves que no se ciñen al dibujo. Las formas se abren y se crea una atmósfera total en el cuadro. Sin embargo, va un paso más allá del impresionismo, porque trabaja con mucho empaste, con mucha materia pictórica y muchos pigmentos. Eso le da a sus obras un aspecto que produce un impacto diferente en el espectador. A través del sentido del tacto, sensibiliza al espectador en la contemplación de motivos populares”, explicó Isabel Cruz.
Integrante del Grupo de los 10 junto a Augusto D’halmar, Acario Cotapos y Alfonso Leng, entre otros, Juan Francisco González dejó una extensa colección de naturalezas muertas, retratos y paisajes: Valparaíso, Limache, Santiago y Melipilla fueron objeto de su trabajo, así como Florencia, París, Sevilla, Frankfurt y Venecia.
Según Isabel Cruz, se trata de un pintor que cambia el modo en que se entendía la figura del artista en el siglo XIX (“es un bohemio que no pertenecía a una elite, sino a los grupos medios”) y que deja huella: “Fue un gran maestro que entusiasmaba a sus alumnos y los hacía pintar libremente, sin atenerse a los modelos clásicos. Los hacía pintar rápido, con el impulso, tener esa garra en el dibujo y en la captación de los motivos y modelos. Eso creó otra forma de concebir la pintura. Por lo general, el academicismo tiende a reiterar, a borrar, a buscar el resultado, lo que es sustituido por esta manera que habían mostrado los impresionista, donde lo que valía era que nada se borrara y todo quedara presente como huella del proceso pictórico en el cuadro. No hay arrepentimiento posible”, dijo.
De este modo, según la historiadora, su labor influencia “prácticamente a todos los pintores de la Generación del ’13, ya que hizo una temática popular y una factura más directa, más expresiva. También el Grupo Montparnasse lo tiene como maestro, al igual que Pablo Burchard, que se ve influido en relación a la luz y el uso de la mancha”.
Para Isabel Cruz, la obra de Juan Francisco González “no ha sido suficientemente valorada”. Pese a que es apreciado por algunos coleccionistas, “no ha logrado el sitial que le corresponde dentro de la pintura chilena de transición entre los siglos XIX y XX. Es un gran maestro, tuvo discípulos muy fervorosos, abrió caminos hizo escuela y no se le ha sacado suficiente partido”.
80 obras escogidas de Juan Francisco González. Desde el 10 de agosto al 29 de septiembre, de martes a domingo, de 10:30 a 19 horas. Centro Cultural de Las Condes, Apoquindo 6570. Entrada gratuita.