Este sábado se cumplen 103 años del primer Día Internacional de la Mujer, conmemoración que tiene como origen las luchas sindicales en Estados Unidos. Recién en 1945, la Carta de Naciones Unidas se transformó en el primer acuerdo global que apuntó al principio de igualdad entre hombres y mujeres.
Sólo desde 1975, la ONU celebra este día y desde 2011 existe la oficina especial del organismo para tratar estos temas, y su primera directora fue la próxima mandataria chilena, Michelle Bachelet.
Naciones Unidas, por su parte, estableció ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio a ser evaluados en 2015, en los que compara los avances en equidad de género para cada variable.
A sólo dos años de la fecha límite, la propia directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngkuca puso la alerta sobre el cumplimiento de las metas, proceso que calificó de “lento y desigual”.
Para la representante del Observatorio de Género y Equidad, Teresa Valdés, uno de los temas importantes es la baja participación de las mujeres en la toma de decisiones. Además, señaló que hay deudas importantes en cuanto a la protección de derechos sexuales y reproductivos, la precarización del trabajo, la desigual distribución de responsabilidades en las familias, relaciones de poder injustas y un gran número de acciones violentas.
“Hace 20 o 25 años quienes defendíamos los derechos de las mujeres éramos miradas como molestosas. Con el tiempo y trabajo se han instalado políticas públicas, hay avances, pero nos permiten darnos cuenta de qué es lo que falta”, señaló.
Los números son claros. Si bien ha habido avances, las brechas de género en cada una de las áreas y la defensa de derechos son bastante complejas para las mujeres, peor aún, con diferencias por clases sociales.
Así lo planteó la investigadora de Flacso, Marcela Ríos, para quien los principales problemas se mantienen en torno a la violencia, el embarazo adolescente y la penalización del aborto.
Para la investigadora hay una doble desigualdad. La desigualdad económica se superpone y potencia en las relaciones de género.
“Son las mujeres pobres en particular, las indígenas, migrantes, rurales, las que sufren la discriminación socioeconómica. Está el caso del embarazo adolescente, así muchos problemas que están concentrados en los sectores más pobres”, indicó.
Si bien el aumento de mujeres que aparecen como figuras públicas fue valorado por las especialistas, Marcela Ríos manifestó la necesidad de fortalecer las organizaciones, ya que son éstas – dice la investigadora – las únicas capaces de impulsar los verdaderos cambios: “Estamos viviendo una etapa donde el movimiento de mujeres no es relevante en la escena pública. Hay muchas organizaciones, pero poco poder político, y es un desafío para las organizaciones de mujeres y movimientos sociales, para abordar la desigualdad de género como un factor de la desigualdad”.
En la misma línea y a propósito de la conmemoración oficial de este sábado, la directora general de la Unesco, Irina Bokova, señaló que “el empoderamiento de la mujer es el primer paso para construir un mundo más pacífico y más justo”.