El Teatro Huemul es uno de los principales atractivos de la población que lleva el mismo nombre, al sur de la comuna de Santiago. El barrio fue diseñado por el arquitecto Ricardo Larraín, contemplaba poco más de 150 viviendas y pretendía dotar de diversos servicios a la clase obrera. El presidente Ramón Barros Luco lo inauguró en septiembre de 1911, pero en los siete años siguientes se terminó con un hospital, una escuela, una biblioteca y otros servicios.
Por eso provocó alarma el anuncio de cierre del espacio, que alguna vez fue conocido como el “Municipal chico”, por su elegante decorado, y en cuyas instalaciones se grabó parte de la franja del NO, además de la película de Pablo Larraín que recordó ese episodio.
El inmueble pertenece al Arzobispado de Santiago, pero es arrendado por un grupo de cinco personas que comenzó a restaurarlo en marzo de 2007. Dos años más tarde lo abrieron con nuevas actividades y, aunque el terremoto de 2010 obligó a una nueva reparación, había logrado funcionar hasta la actualidad.
Sus instalaciones acogen una biblioteca comunitaria, talleres y presentaciones de grupos de teatro y música, entre otras actividades. Además, en ellas se desarrolla una película sobre la historia del Matadero Franklin y el programa Dulce Arte, que la empresa Arcor financia para escolares del sector sur de Santiago.
No obstante, el teatro no cuenta con fondos municipales o estatales y el año pasado solo recibió 12 millones de pesos de un fondo concursable para infraestructura, monto con el que “no haces mucho en un edificio como este”, consideraron sus gestores.
De este modo, la falta de financiamiento permanente los llevó a anunciar que el teatro cerrará sus puertas “a modo de protesta”.
Así lo dijo Luis Marchant, presidente del Centro Cultural Huemul, quien destacó que “lo restauramos dos veces, generamos un sinfín de actividades gratuitas y funciona como un centro comunitario para el barrio”.
“Eso es lo que no podemos seguir financiando nosotros. El cierre es un modo de protesta silenciosa y de paz que va a tener el teatro. Nosotros seguiremos trabajando en los proyectos, pero no podemos mantener las puertas abiertas generando actividades, porque ya no damos abasto y no tenemos financiamiento de nadie”, explicó.
De este modo, el edificio no será abandonado. Por el contrario, sus actuales gestores pretenden levantar un movimiento denominado Resistencia Huemul, que demande una mayor preocupación no solo por el barrio, sino por el patrimonio en general.
En ese sentido, Luis Marchant recordó que el sector fue declarado Zona de Conservación Histórica y que también contempla una casa que habitó Gabriela Mistral, una biblioteca que hoy es subarrendada y una Caja de Ahorros cuyo valor patrimonial no se ha considerado.
“El teatro va a seguir funcionando, pero a puertas cerradas”, dijo el dirigente. “Seguiremos funcionando como organización, generando proyectos que estén financiados, porque no podemos seguir trabajando con aire. Lo que estamos buscando ahora es que nos apoyen y partamos con el Teatro Huemul abierto desde las diez de la mañana hasta las seis de la tarde, por ejemplo, pero con un financiamiento mensual que nos permita trabajar dignamente y tener actividades para los vecinos, desde los niños hasta la tercera edad”, añadió.
Las actividades normales del espacio se mantendrán hasta el jueves 7 de agosto.
Fotos: teatrohuemul.com