En esta última semana el grupo takfirí asesinó a 35 miembros de la tribu sunnita Al Bu Nimr en el noroeste de Irak en la provincia de Al Anbar, que se unen a los 350 miembros de esa tribu que han sido masacrados en el último mes, como represalia, según informes del gobierno de Bagdad, porque ésta tribu se ha opuesto a Daesh y lo ha combatido en los distintos pueblos y aldeas donde la tribu Al Bu Nimr tiene presencia. Opinión refrendada por el Sheij Naim al-Kuud al-Nimwrawi, uno de los líderes de la tribu de Al Bu Nimr “estos asesinatos se deben a la resistencia que nuestra tribu ha opuesto a las acciones de terror del grupo takfirí”
Bajo esta premisa de resistencia, ha sido posible concluir que Daesh pretende generar terror mediante una estrategia deliberada de tierra arrasada y muerte a mansalva contra todo aquel, principalmente aquellos de confesión sunita, que no se sumen a los dictados rigoristas de este movimiento takfirí. Y para ello, como parte de esta estrategia desquiciada, el grupo takfirí asesinó también a 4 periodistas iraquíes secuestrados en el mes de octubre y entregaron sus cadáveres en la ciudad de Mosul. El mismo día de esta acción miembros del grupo terrorista secuestraron a un jefe tribal en la ciudad capital de la provincia iraquí de Salah al-Din, Tikrit, a quien acusaron de colaborar con las autoridades de Bagdad. Jalil Sabet y su hijo fueron raptados y llevados a un lugar desconocido a la par de destruir medio centenar de viviendas de familias iraquíes en Tikrit.
Estas muertes, los secuestros, las acciones de terror masivo y las incursiones militares tanto en territorio sirio como iraquí, que no han sido detenidas por la autodenominada “Coalición Internacional” liderada por Estados Unidos para luchar contra Daesh pone en entredicho la efectividad de esta alianza, toda vez que algunos de los países miembros – incluyendo al propio Estados Unidos – han sido el principal sostén en el origen, desarrollo y fortalecimiento de este grupo terrorista para ser usado en su lucha contra el gobierno de Bashar al Assad, que sigue siendo el gran objetivo de la administración Obama, de las Monarquías del Golfo, Turquía e Israel.
Los ataques aéreos de la principal potencia militar del mundo, a la luz de los resultados parecen operaciones de entrenamiento, de otra manera no se entiende que con todo el poder de fuego, la tecnología y el apoyo logístico que dichas fuerzas tienen, no frenen el avance y las acciones de Estado Islámico. La única oposición armada efectiva, que ha logrado ralentizar el avance de Daesh tanto en Siria como en Irak, han sido las fuerzas del Ejército Sirio, Milicianos de Hezbolá, milicias kurdas (Pershmerga) voluntarios sunitas y sectores de un ejército iraquí decididos a impedir el avance terrorista. Según el primer ministro de Irak, Haidar al-Abadi, en declaraciones efectuadas en la ciudad santa de Karbala “los recientes avances militares contra los terroristas de Daesh, sólo han sido posible gracias a las fuerzas iraquíes y no a través de los ataques aéreos liderados por Estados Unidos.
Unida a esa decisión consignada por al –Abadi, el gobierno sirio – el gran blanco de Daesh, Frente al Nusra, la alianza anglo-estadounidense, Turquía, Israel, la Casa al Saud y las Monarquías del Golfo – inició el pasado martes 4 de noviembre una campaña de operaciones militares en la estratégica región fronteriza con El Líbano de Al-Qalamun contra posiciones del grupo takfirí, Frente al Nusra – ligado estrechamente a Al Qaeda. Dichos ataques aéreos y de artillería lograron ocasionarle un centenar de bajas e inutilizar armamento pesado y vehículos de este movimiento.
Estos enfrentamientos se suceden a la par de la ofensiva del ejército sirio en las cercanías de Alepo y aquellas emprendidas por el Ejército Nacional Libanés y fuerzas de Hezbola contra los grupos terroristas que operan en territorio de El Líbano, incluso con acciones en territorio sirio para impedir un mayor flujo de grupos takfirí a territorio libanés. Este país se ha visto afectado por las acciones terroristas desde que las fuerzas takfirí, apoyadas por occidente, Turquía, Arabia Saudita e Israel decidieron atacar al gobierno de Bashar al Assad como parte de la estrategia de cerco a Irán y como continuación de las denominadas rebeliones árabes, destinadas a implantar un mayor dominio de Estados Unidos y sus aliados en el Levante Mediterráneo y el Magreb.
Las acciones de lucha contra los grupos takfirí en el norte de Siria y en la frontera con El Líbano, permiten anticipar una pronta coordinación entre el Ejército de Damasco y las Fuerzas libanesas contra lo que denominan el “terrorismo takfirí-israelí” tal como lo sostuvo el jefe del Consejo Consultivo de Hezbolá, Nabil Qauk en un discurso en el sur del territorio libanés, donde destacó, igualmente, los avances de la lucha contra Daesh y el Frente al Nusra, tanto del Ejército nacional como las acciones que Hezbola realiza en territorio sirio, para impedir que las operaciones que vive el norte sirio y el noroeste iraquí se repliquen de igual forma en El Líbano.
A la par de la coalición internacional liderada por Washington y que se supone fue creada para enfrentar a Daesh, pero que ha declarado abiertamente si intención de seguir el proceso de desestabilización del gobierno de Damasco, ha ido surgiendo una estrecha relación entre las fuerzas sirias, Hezbolá y el ejército regular de El Líbano, en la lucha contra Daesh y otros grupos fundamentalistas, que se enmarcan en el apoyo político que la República islámica de Irán y su política de alianzas contra el expansionismo de occidente y sus aliados regionales, ha logrado aglutinar con Damasco, Hezbolá, Hamas y la Yihad islámica, que hoy por hoy representan la cara visible de la resistencia activa contra los grupos terroristas.
Esto es así en el análisis de quien combate con decisión y resultados tanto a Daesh como a otros grupos terroristas, que si bien son funcionales hoy a Estados Unidos, seguramente terminarán convertidos en enemigos declarados. Los medios de comunicación afines a la coalición internacional liderada por Washington pretenden mostrar una ofensiva aérea sostenida y con resultados objetivables de Estados Unidos y sus aliados. Esos ataques, no sólo han tenido escasa efectividad contra Daesh, sino que han servido de excusa para minar objetivos militares sirios y dañar la infraestructura de producción petrolera del gobierno de Damasco. Prueba de ello es la continuación de las operaciones militares del grupo Takfirì, el incremento del contrabando de petróleo que los provee de recursos frescos y la negativa de sumar a otros actores regionales, como es el caso de Irán a esta lucha contra el terrorismo de grupos como Estado islámico y brazos armados afines.
Así ha sido reconocido incluso por medios occidentales como el diario berlinés Die Tageszeitung, que destacó, en una interesante editorial de fines de octubre “la estabilidad y el auge de la influencia iraní en un Oriente Medio devastado por las catastróficas políticas de Estados Unidos y sus aliados, esto, a pesar de las sanciones que ha debido sufrir el país persa” Para este medio la gran influencia de Irán como potencia regional en Irak, Siria, El Líbano y Palestina es indiscutible y debe por ello ser incluido en la coordinación de las actividades multilaterales, en particular en la guerra contra el llamado Estado Islámico.
Uno de los políticos estadounidenses vinculado al desarrollo de los grupos takfirí en Irak y Siria, el Senador ultraconservador John McCain – sindicado como el promotor de Daesh y el Frente al Nusra, con cuyos líderes se reunió clandestinamente en territorio sirio en mayo del año 2013 – envalentonado con la victoria de su partido en las elecciones de medio mandato el pasado 4 de noviembre, calificó la política de Obama en Medio Oriente y en específico la estrategia de lucha llevada a cabo contra Daesh como desastrosa. “El gobierno fracasa continuamente para que coincidan sus acciones y su retórica proporcionando escaso apoyo para los que luchan y mueren en la batalla contra Estado Islámico”.
El descaro y cinismo del senador republicano no se detiene pues, además, ha exigido a Obama que sus operaciones aéreas deben contribuir abiertamente a desestabilizar al gobierno de Damasco. La situación en Medio Oriente y específicamente en el Levante Mediterráneo puede estallar aún con más virulencia si McCain se convierte en el Presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, ya que tendría una base de apoyo para impulsar y concretar los puntos de vista más agresivos del verdadero poder en Estados Unidos: el Complejo Militar-Industrial y la dirección militar por el grupo de los Halcones, con una amplia y poderosa plataforma política y económica para impulsar las acciones bélicas y de desestabilización contra los gobiernos que Washington considera enemigos.
Con los resultados de las elecciones parlamentarias en Estados Unidos y el reforzamiento de las posiciones más belicosas de la política estadounidense, representada por el triunfo republicano, de la mano del Complejo Militar-Industrial, lo más probable es que se intensifique la decisión de Washington de buscar el derrocamiento del gobierno sirio. Esto, pasando por alto la necesidad de detener la expansión de los grupos terroristas, que se constituirán, a poco andar en una seria amenaza contra los intereses de Arabia Saudita, Turquía, Jordania y las Monarquías del Golfo, lo que obligará, nuevamente, a Estados Unidos y su política exterior a disponer la presencia de decenas de miles de soldados en una de las regiones más explosivas del planeta.
Pablo Jofré Leal
Artículo del autor cedido por Hispantv