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Organilleros, la tradición que lucha por subsistir

Pese a que la Corporación Cultural de Organilleros de Chile fue reconocida como patrimonio vivo por el Consejo de la Cultura, desde la organización manifestaron que muchos de sus miembros tienen problemas para presentarse en las calles.

Abril Becerra

  Jueves 17 de septiembre 2015 15:24 hrs. 
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La historia del organillo en Chile se remonta a fines del siglo XIX, cuando el alemán José Strup llegó al puerto de Valparaíso. Desde entonces, los cultores que comenzaron sus presentaciones entre los cerros porteños, interpretaron un repertorio ligado al foxtrot, el charleston, la cueca, la tonada, y los pasos dobles.

Pero durante su desarrollo también fueron sumando elementos tales como los remolinos, el bombista y el loro de la suerte.

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Según Peter Estay, presidente de la Corporación Cultural de Organilleros de Chile, uno de los cambios que tuvo la tradición fue la incorporación de cancioneros.

“Los cancioneros iban de la mano con el repertorio de los organillos. Eran músicas de moda, y así el organillo comenzó a tener una entrada extra, más allá de las propinas que le daba la gente”, señaló.

Sin embargo, en el transcurso de su oficio, los organilleros casi llegaron a extinguirse. Esto ya que entre el año 1960 y 1980, gran parte de los organillos fueron vendidos a coleccionistas extranjeros.

La tradición y el taller

Sin embargo, la tradición logró subsistir producto de un trabajo de herencia familiar, ya que el oficio fue preservado, principalmente, en las casas y talleres de los mismos cultores.

Este es el caso de Manuel Lizana, quien desde los 7 años comenzó a cultivar la tradición, mientras acompañaba a su padre en su itinerancia en Santiago.

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Manuel también representa la cuarta generación de organilleros en su familia, esto porque sus hijos y nietos, también practican el oficio.

En este sentido, Lizana indicó que cada organillero tiene su repertorio, y que la música de uno y otro cultor, es muy diversa.

Para Lizana la labor principal respecto al trabajo con el organillo tiene que ver con la restauración y construcción que se hace en los talleres.“El taller es una instancia importante para mantener el oficio vivo”, recalcó.

Al respecto, sostuvo que su trabajo se realiza en base a diferentes materiales, los que muchas veces tiene costos más altos.

“Son diferentes maderas las que se utilizan para armar un buen organillo y un buen sonido. Yo exporto mucha madera de Alemania. Exporto desde México, el bronce para colocar las melodías. En verdad, uno anda buscando lo que realmente trae el organillo de 100 años atrás”, comentó.

Las dificultades de la tradición

Sin embargo, el desarrollo de la tradición no ha estado exento de obstáculos. Esto ya que según Peter Estay, presidente de la Corporación Cultural de Organilleros, organización que fue reconocida como patrimonio vivo por parte del Consejo de la Cultura el año 2013, muchos miembros han tenido que enfrentar partes o amolestaciones por sus presentaciones en las calles.

“Tenemos un reconocimiento a nivel de Estado, pero no hemos tenido un apoyo integral. Nosotros también estamos un poco desvalidos, porque nosotros no tenemos un equipo jurídico para enfrentar este tipo de cosas, y tampoco tenemos los recursos necesarios como para pagar”, dijo.

Asimismo, Estay enfatizó en que “no existe la información suficiente en los estamentos, por ejemplo, policiales, que son los que fiscalizan. No hay una conexión entre el Estado con los municipios para que tengan conocimiento de que sí hay personas reconocidas por el Estado como tesoro humano vivo y como patrimonio intangible para que puedan ejercer el desarrollo libre de la profesión o bajo la normativa municipal”, concluyó.

Actualmente, la Corporación Cultural de Organilleros de Chile cuenta con 25 integrantes, un número que sin embargo ha ido aumentando con los años y que de acuerdo explicó Estay, pretende incrementarse durante este 2015.

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