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Darwin arremangado

En esta versión de "El origen de las especies" de Charles Darwin nos asomamos a la biografía de este naturalista y a través de ella a la aventura que le significó la formulación de lo que Freud denominó como “una de las tres heridas – junto con la cosmología de Copérnico y el psicoanálisis del propio Freud- infligidas por la ciencia a la autoestima de los hombres”, cambiándoles de manera definitiva la concepción que tenían de sí mismos y del universo.

Vivian Lavín

  Viernes 1 de enero 2016 17:57 hrs. 
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Confieso mi debilidad por la colección llamada Laotrah.com de Herder Editorial en la que ofrecen libros que de seguro nunca leeremos o que nos gustaría hacerlo en otro lenguaje, como el manga. La prestigiosa editorial alemana, sin concesiones del tipo literario ni científico, presenta cumbres de la literatura y el pensamiento occidental y oriental. Se supone que están destinados a los más jóvenes para que de una manera más amena visiten obras como El Contrato social o el Emilio de Rousseau, El discurso del método de Descartes, Hamlet de Shakespeare, Analectas de Confucio o El libro del Tao de Lao- Tsé en este sello gráfico que tienen a “la filosofía y a la literatura como protagonistas”. Eso de que es literatura para jóvenes es bastante relativo porque creo que a los que más cautiva es justamente a los mayorcitos que encuentran aquí la posibilidad de releer o leer por primera vez de otro modo, con humor e irreverencia, textos que fueron una condena dentro del sistema educativo y que la memoria hizo con ellos lo que se hace con lo que duele, es decir, darles el castigo del olvido.

En esta versión de El origen de las especies de Charles Darwin nos asomamos a la biografía de este naturalista y a través de ella a la aventura que le significó la formulación de lo que Freud denominó como “una de las tres heridas – junto con la cosmología de Copérnico y el psicoanálisis del propio Freud- infligidas por la ciencia a la autoestima de los hombres”, cambiándoles de manera definitiva la concepción que tenían de sí mismos y del universo.

En el caso de Darwin y su teoría, como sucede en escasas oportunidades de la historia de la humanidad, nuestro continente y Chile tienen un rol protagónico que permite refrescar el espíritu chauvinista que duerme en nosotros. Porque fue el viaje en el Beagle junto al capitán de la armada inglesa Fitz Roy, nombres que para nosotros son hoy escasamente referencias geográficas, lo que le permitió a Darwin observar y a partir de eso esbozar argumentos que lo llevaron a formular explicaciones tan revolucionarios para la época, como que las especies vivas, sean plantas o animales, no son inmutables ni fueron creados como únicos por Dios, como lo establecía el creacionismo. Darwin remeció los cimientos de la religión y del mundo explicando que es la selección natural el mecanismo que permite entender las descendencias modificadas como parte de la evolución biológica. No publicó sus conclusiones apenas regresó luego de cinco años recorriendo la costa sudamericana junto a Fitz Roy debido al dolor que le significaba en su amada esposa Emma, ferviente cristiana que no concebía al mundo sin la explicación bíblica literal. Esperó hasta pasados los 70 años y cuando ya otro científicos le pisaban los talones con sus mismas conclusiones para publicar el largo título de El origen de las especies. Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida. Pero no fue aceptada de inmediato…y hasta hoy hay quienes, y no son pocos, aun rechazan este planteamiento y creen en el origen divino de cada una de las especies por separado.

Las consecuencias de la teoría darwiniana han sido enormes y han servido para explicar mucho más que aspectos biológicos para consolidarse en campos como la antropología, psicología e incluso la economía.

Es el mismo Darwin en su versión manga que dice apesadumbrado: “Mi teoría de la selección natural se ha llegado a aplicar a la sociedad humana convirtiéndose en la ideología de la competición capitalista y usándose para justificar las guerras y la discriminación. Mi idea de la evolución no es una escala de progreso ascendente y dirigido desde lo más primitivo a lo más avanzado sino que es un fenómeno por el que las diferencias aleatorias entre los individuos de una misma especie hacen que unos estén mejor adaptados que otros al medio. No es de ningún modo una clasificación jerárquica de los seres vivos…”.

Las palabras de Darwin resuenan al momento de los balances y de los votos para un nuevo año. Nos permiten entender mejor esos mecanismos de adaptación que nos hacen aceptar tanto dolor, injusticia e inequidad como también esa lucha que damos por seleccionar lo mejor que se nos ofrece. La visita a su pensamiento en un libro en clave gráfica, de rápida y amena lectura, se presenta como una posibilidad para reflexionar sobre nuestras propias evoluciones y selecciones, no tan naturales la mayoría de las veces, que traicionan nuestra esencia. Es una oportunidad para entender mejor nuestra naturaleza humana y social y ayudarlas a alcanzar mejores estadios de evolución. Sean estos mis mejores deseos para este 2016.

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